miércoles, 9 de julio de 2014

El lado bueno de la vida

Al inicio de mi clase de las 8:00 a.m., un lunes en la Universidad de Nevada en Las Vegas (UNLV), alegremente pregunté a mis estudiantes cómo habían pasado su fin de semana.
Un joven me dijo que su fin de semana no había sido muy bueno. Le habían extraído una muela del juicio, y me preguntó por qué siempre parecía tan feliz.
Su pregunta me recordó algo que había leído en algún lado antes: “Cada mañana que nos levantamos, podemos escoger cómo queremos afrontar la vida ese día”. Le dije al joven: “Escojo estar feliz”. “Déjeme darle un ejemplo”, continué. Los otros sesenta estudiantes de la clase dejaron su tertulia y comenzaron a escuchar nuestra conversación.
“Además de enseñar aquí en la universidad UNLV, también lo hago en la universidad comunitaria en Henderson, a unas diecisiete millas de donde vivo, por la autopista. Un día, hace algunas semanas, conducía esas diecisiete millas hasta Henderson. Salí de la autopista y me dirigí hacia la calle de la universidad.
Sólo tenía que conducir otro cuarto de milla por esa calle para llegar a la Universidad. Pero justo entonces, se me paró el coche. Intenté darle al arranque de nuevo, pero el motor no quiso arrancar. Así que puse mis luces tintineantes, tomé mis libros y me encaminé hacia la universidad”.
“Tan pronto como llegué, llamé a la Asociación de Automovilistas de los EUA (AAA) y les pedí que me enviasen una grúa. La secretaria de la oficina del director me preguntó qué había pasado. Este es mi día de suerte”, contesté sonriendo.
“¿Su automóvil se estropea y hoy es su día de suerte?” Estaba sorprendida. “¿Qué quiere decir?”
“Yo vivo a diecisiete millas de aquí”, le contesté. “Mi coche pudo haberse estropeado en cualquier lugar de la autopista pero no lo hizo. En vez de eso, se descompuso en el lugar perfecto: a la salida de la autopista, a una distancia que yo pudiera caminar hasta aquí.
Todavía puedo dirigir mi clase, y he podido hacer los arreglos para que la grúa me encuentre después de clase. Si mi coche debía dañarse hoy, no pudo haber pasado de mejor manera”.
Los ojos de la secretaria se abrieron por completo y luego sonrió. Le sonreí también, y me dirigí hacia el salón. Así terminó mi historia a los estudiantes de mi clase de Economía en la UNLV.
Observé los sesenta rostros en el salón. A pesar de lo temprano de la hora, nadie se había dormido. De alguna manera, mi historia les había hecho pensar. O tal vez no fue la historia. No lo sé, el caso es que todo había comenzado con el comentario del estudiante de que me veía alegre.

Dios te Da Otra Oportunidad, un nuevo intento

Observa al Señor acercarse a la barca de los discípulos. Estos están resignados, trataron de pescar toda la noche, y nada. Y ahora lavan las redes en silencio. Solo molestas algas y basura de mar son el saldo de una noche de fracaso. 
"Vamos a pescar", propone el Maestro. Ahora detente por un momento en la expresión de los apóstoles. Observa a Pedro. Está literalmente desencajado, molesto. "Tú dedícate a levantar muertos, y nosotros a pescar", piensa el hombre de Capernaúm.
Pero no mires a Pedro como a un maleducado. La propuesta es descabellada. Ya lo intentaron toda la noche. No unas horas, sino toooooooda la noche. Una cosa es hacerle una propuesta así a quien aún no lo intentó, pero no a quienes ya hicieron todo lo que se suponía que se podía hacer. ¿Pasaste por eso alguna vez?

Recuerda la mañana en la que desconectaste la línea telefónica para que no te llamaran los acreedores. Esperabas el milagro tempranero, después de una larga vigilia, pero como nada sucedió, decidiste que lo mejor era quedar incomunicado. Vuelve a la febril y extensa noche en que la pasaste colocando un pañuelo helado sobre la frente de tu niño. Toda la noche. Hora tras hora hasta el amanecer. ¿Puedes recordar cómo te sentías cuando los primeros rayos de sol invadían tu ventana, sin darte tregua a un merecido descanso? ¿O aquella vez que regresaste con las manos vacías, después de haber buscado empleo todo el día? Recuerda que estabas descorazonado, profundamente angustiado. La noche anterior tenías esperanzas, pero después de haberlo intentado todo, solo quedó la desazón. 
El gusto amargo, la red vacía de peces y repleta de basura de mar. Diste lo mejor en el examen, pero te suspendieron. Trabajaste duro, pero al cliente no le gustó y prefirió la competencia. Preparaste tu mejor sermón y la gente no lo valoró. Oraste toda la noche y, a la mañana siguiente, el enfermo empeoró. Enviaste un currículum excelente, y lo colocaron debajo de un montón de papeles. Y ahora aparece el Señor en la amarga playa de tu vida y te propone volver a intentarlo.

¿Es malo querer morir?

Muchos de quienes sufren enfermedades terminales, condiciones dolorosas, tristeza intensa o dolor emocional se han preguntado si pueden pedir a Dios que les quite sus vidas. ¿Es esto una forma de suicidio? ¿Dios nos llevará al cielo si le pedimos que muramos? También surge la pregunta de si dicha oración es pecaminosa.
Querer eludir el sufrimiento, sea emocional o físico, es una condición humana. Incluso el Señor Jesucristo oró, “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.” (Mateo 26:39). Era la humanidad de Jesús la que hablaba. Jesús sabía lo que quedaba delante de Él en la Cruz, pero observa que Él se sometió a Dios. En todas las cosas, Jesús se sometió a la voluntad del Padre (Juan 5:30). En el Jardín de Getsemaní, Jesús verificó que hay ocasiones en las que
 es necesario sufrir, y Él sufrió voluntariamente porque era la voluntad del Padre.
Como creyentes debemos orar habitualmente, pero siempre, “Que se haga Tu voluntad.” Ninguno de nosotros va a morir antes de nuestro tiempo. David verifica la verdad que todos nuestros días están planeados por Dios y nada los acortará fuera de la voluntad de Dios: "en tu libro se escribieron todos los días que me fueron dados, cuando no existía ni uno solo de ellos." (Salmo 139:16, LBLA). En lugar de orar para morir, es mejor orar por la fuerza de Dios y Su gracia para estar firmes en cualquier sufrimiento que estemos experimentando, y confiar en Dios para determinar el tiempo y los detalles de nuestra muerte.

El sufrimiento es difícil, y a veces, la parte más difícil es entender el por qué. El sufrimiento nos humilla, y no nos gusta ser humillados, débiles y dependientes. Pero cuando preguntamos, “¿Por qué yo, Señor?' la respuesta solo puede ser “¿Por qué no tú?” Cuando los creyentes renacidos sufren en esta tierra, Dios tiene un propósito para este sufrimiento. Sus planes y propósitos son perfectos y santos, así como Él es santo y perfecto. El salmista nos dice: "En cuanto a Dios, su camino es perfecto" (Salmo 18:30). Si los caminos de Dios son perfectos, podemos confiar en que todo lo que Él hace, y lo que permite, también son perfectos. Esto puede no parecer posible para nosotros en circunstancias dolorosas, pero nuestros pensamientos no son los pensamientos de Dios, como Él nos recuerda en Isaías 55: 8-9.

Anhela una verdadera amistad


La amistad es el regalo más hermoso que Dios nos puede dar.
La amistad es la palanca que tú yo tenemos para progresar.
En un mundo como este, que se cae a pedazos y que nos confunde diciéndonos que lo bueno es aburrido y lo malo es magnífico, créeme, encontrar un verdadero amigo 
es una proeza de esas de las que ya no hay.
Tener un amigo es el brazo que se necesita cuando se tropieza con los pies 
y es el aliento para decir ¡Vamos, inténtalo otra vez!
Dichosa soy de tener amigos de verdad que en momentos de tormento, duda, tristeza... me dicen: ¡oye! sonríe una vez más
En especial tengo uno que me invita a sonreírle a la vida 
y que me decida a ser feliz porque todo depende de mí.
Dios me da la vida, el aire y mil bendiciones, y entre todas ellas 
está la hermosa amistad, que me ha enviado para ser mucho más feliz.
Dios, encontrar un verdadero amigo es a veces muy difícil, doloroso, 
pero cuando hallas tan gran regalo, te dices a ti mismo, 
que sí existen los amigos de verdad.
Y ahora tú, que dices tener un amigo, no olvides cuidar tu amistad 
y sobre todo, darle una segunda oportunidad. 
Recuerda que un amigo se puede equivocar, pero tú, como verdadero amigo, 
haz lo que sea para que tu amigo vuelva a soñar de verdad.
La amistad no es decir somos amigos y nada más.
La amistad es estar pendiente de ese amigo a quien dices amar, 
es más que cualquier superficialidad y aún más que un saludo en el día de la amistad.
Sé que quizás es mucho pedir, pero pelea vehementemente porque tu amistad sea feliz, 
y si algún amigo te da la espalda, no se la des tú también, 
pero no te humilles al extremo de perder tu amor y fe.

Recuerde que la amistad es libre y es su deber ejercer su libertad, así como tú lo eres de ejercerla también.

La Evangelización del mundo, una obligación

El corazón de la evangelización es hablarle a un mundo perdido, acerca de la muerte, sepultura y resurrección de Jesús (1 Corintios 15. 1-4). El evangelismo es la labor de la iglesia. “La evangelización nunca será completa hasta que los evangelizados vengan a ser los evangelistas.”
La iglesia es la única organización del mundo, en el negocio de decir a otros acerca de Cristo. Jesús dio sus órdenes de "ponerse en marcha" a la iglesia primitiva, cuando nos dijo:  id a todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura (Marcos 16.15). Poco antes de ascender para estar con su Padre y sólo unos pocos días antes del establecimiento de la iglesia en Pentecostés, Jesús dijo: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1.8).
Nuestros primeros hermanos y hermanas en Cristo tomaron seriamente esas órdenes de "marcha", y así debemos hacerlo nosotros también. Ellos glorificaron el nombre de Cristo a través del Imperio romano. Su magnífica obsesión fue decirle a todos acerca de Jesús todos los días (Hechos 2.46-47). Ellos dijeron: “Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hechos 4.20). Realmente, estaban enfocados en su misión.
¡No es extraño que la iglesia primitiva creciera muy rápidamente! Aprendemos del libro de la historia de la iglesia, que ellos tenían conversiones diariamente (Hechos 2.47); en un tiempo corto su número creció de 3,000 (verso 41) a más de 5,000 (4.4), y su número multiplicado (6.1,7).
Los primeros evangelistas fueron acusados de volver “el mundo al revés” (17.6) y sus bocas no podrían detenerse (5.42; 8.4).
Después de que Pablo dejó de matar a los cristianos y empezó a predicar el evangelio de la vida eterna, él vino a entender que el nuestro es un “ministerio de la reconciliación” (2 Corintios 5. 18-21).
La Iglesia está para ayudar a un mundo perdido a encontrar la manera de volver a Dios. Hermanos, hemos sido ganados para ganar otros. Hemos sido salvados para ayudar a otros a aprender de la gracia salvadora de Dios. El corazón del cristianismo realmente es “un mendigo que ayuda a otro mendigo a encontrar pan.”