miércoles, 17 de junio de 2015

¿Cuál es tu palabra?

La obra titulada “Eat-Pray-Love” fue llevada al cine y protagonizada por la actriz Julia Roberts. En esta película se narra la historia de una mujer y un viaje que hizo, físico y personal, recorriendo Italia, la India y Bali. Durante el trayecto, Liz (la protagonista) se va encontrando con ella misma y también con Dios. En una de las escenas, estando en Italia, conversa con un grupo de amigos y comienzan a decir cuál es la palabra que los identifica, de acuerdo a las distintas nacionalidades de quienes comparten la mesa; algunos de ellos dicen que es “conformismo”, otros “rigidez”, y cuando le preguntan a la protagonista, no logra decir una palabra que la identifique, sino actividades o un “rol” (ex exposa, hija, escritora). Una de las mujeres sentada con ella junto a la mesa, le dice “Tal vez seas una mujer en búsqueda de tu palabra”.
Si te preguntaras ahora cuál es tu palabra ¿qué te dirías?, ¿la tendrías?, ¿dirías primeramente un rol o una actividad y te costaría dar con ella, o tendrías la absoluta certeza de saber cuál es? Saber cuál es tu palabra es mucho más profundo de lo que aparenta; el saberla es indicador, primero, de que te conoces bien a ti mismo, y segundo, de que es esa palabra la que dirige y orienta lo que haces. Es como si fuera tu timón, tu brújula y la que guía tus pasos.
Piénsalo de este modo, si tu palabra es “decepción”, todo lo que vivas, tu biografía completa tratará de encuadrarse en esta palabra. Pero si tu palabra es “optimismo”, ante cualquier situación adversa te sentirás capaz de sobreponerte y de ver lo positivo de lo que te ocurre, porque sabrás que te ayuda para bien y aporta en la construcción de tu biografía personal. Si te das cuenta, TODO está en la palabra que te identifique.
En la escena final de la película, después de un año de viaje de la protagonista, Liz descubre que su palabra es “attraversiamo” que en español quiere decir “crucemos”, haciendo alusión a ser capaces de atreverse a dar el siguiente paso. Esta palabra orientará su vida, las decisiones que tome y todo lo que formará parte de su futuro. Si te das cuenta, el poder de esta palabra abre un mundo de posibilidades para este personaje.

Sal de la cueva

Si la crisis económica, familiar, ministerial o matrimonial se ha levantado contra ti, no es para que te metas en una cueva.

Si algo no se puede evitar son las crisis. Pero las crisis más fuertes no son las externas sino las internas, ya que son las que nos llevan a aferrarnos a Dios o a escondernos de la realidad en las cuevas, y no hacerles frente para solucionarlas.
Muchas personas llevan años metidos en la cueva totalmente estancados, lo que les ha imposibilitado crecer, madurar y vivir la vida que Dios les dio. Lo difícil de las crisis es cómo las afrontamos.
Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? ... Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová…. 1 Reyes 19: 9,11 
Elías al verse ante una crisis, tomó la decisión de meterse en una cueva, aun siendo profeta y conociendo que Dios es poderoso para transformar la adversidad en un instrumento en sus manos, para el cumplimiento de su propósito.
Si estás metido en la cueva de la depresión o de la división familiar, divorcio, contienda, escasez económica, pobreza, ten el convencimiento de que en este momento viene una palabra de parte de Dios para tu vida que te dice “Sal fuera de esa cueva”. Es tiempo de que te sacudas el polvo, es tiempo de que levantes tu mirada y dejes de andar cabizbajo como si todo se hubiera terminado, como si hubieras nacido para ser un fracasado. Dios te recuerda que sus planes contigo no han acabado, que si te metiste en una cueva y pasaste tiempo encerrado en ella, hoy es el día de salir de la misma y emprender aquello que dejaste a medias.

Los locos

Suelen repetir ciertas palabras o frases como pensamiento, como oración sin un destino fijo, como conjuro contra la cordura, la guerra del Peloponeso, ajonjolí, mandrágoras, mira tú qué loco es, etcétera, etc., etc. En realidad, son vulgares parlanchines caseros de alma lastimada que no irritan la piel ajena y que, a la hora de la verdad, se encuentran solos.
Se quedan congelados frente a los argumentos y los sofismas de la razón, y también frente a las preguntas a quemarropa. Nunca aprendieron a defenderse de las evidencias reales y los pragmatismos del sistema, vistos en tiempo presente.
Les cautiva la hojita que de allí para aquí, se mueve al capricho del viento de la tarde. La reverberación del sol entre los álamos a las siete de la tarde en el verano, les atraviesa la garganta y les humedece los ojos. Nunca están satisfechos ni con la humedad ni con lo seco. No saben.
Los locos no presumen de banderas, de convicciones indestructibles, de teoremas para justificar la dictadura de las doctrinas y de los señores, no presumen de verdades inalterables, de consecuencias a ultranza ni de frases con fundamento, por la sencilla razón de que están locos.

Todo comienza con Dios

Porque todo, absolutamente todo en el cielo y la tierra, visible e invisible... todo comenzó en Él y para los propósitos de Él. Colosenses 1:16 (PAR)
A menos que se dé por hecho la existencia de Dios, la búsqueda del Propósito de vivir no tiene sentido. Bertrand Russell, ateo.
No se trata de ti.
El propósito de tu vida excede, en mucho, a tus propios logros, a tu tranquilidad o incluso a tu felicidad. Es mucho más grande que tu familia, tu carrera o tus sueños y anhelos más vehementes. Si deseas saber por qué te pusieron en este planeta, debes empezar con Dios. Naciste por su voluntad y para su propósito.
La búsqueda del propósito de vivir ha intrigado a la gente durante miles de años. Esto ocurre porque solemos empezar por el punto de partida equivocado: nosotros mismos. Nos hacemos preguntas egoístas como: ¿qué quiero ser?, ¿qué debo hacer con mi vida?, ¿cuáles son mis metas, mis anhelos, mis sueños para el futuro? Pero enfocarnos en nosotros mismos nunca podrá revelarnos el propósito de nuestra vida. La Biblia, dice: “En su mano está la vida de todo ser viviente”.


Contrariamente a lo que te dictan muchos libros conocidos, películas y seminarios, no encontrarás el sentido de tu vida buscando en tu interior. Es muy probable que ya lo hayas intentado. No te creaste a ti mismo, por lo tanto, no hay manera de que puedas responderte para qué fuiste creado. Si recibieras un invento que nunca has visto, no sabrías para qué sirve ni tampoco el ingenio te lo podría decir. Solo el inventor, o el manual de instrucciones podría revelarte el propósito de dicho invento.

En una ocasión me perdí en las montañas. Me detuve a preguntar cómo llegar al campamento y la respuesta fue: ”No puedes pensar en llegar hasta allí desde este lugar: ¡Tienes que empezar por el otro lado de la montaña, por el principio!”. De igual manera, no puedes llegar a la conclusión de tu existir centrándote en ti mismo. Dios es tu punto de partida, tu Creador. Existes solo porque Él desea que existas. Fuiste creado por Dios y para Dios, y hasta que no lo entiendas tu vida no tendrá ningún sentido. Solo en Él encontramos nuestro origen, nuestra identidad, nuestro sentido, nuestro propósito, nuestro significado... y nuestro destino. Cualquier otra ruta termina en un callejón sin salida.

Por otra parte, muchos tratan de usar a Dios para su propio beneficio, pero eso es antinatural y está condenado al fracaso. Fuiste creado para Dios, no al contrario; la vida consiste en permitir que Él te use para sus propósitos y no que tú lo uses a Él para los tuyos. La Biblia dice: “Obsesión consigo mismo en estos asuntos es un callejón sin salida; la atención a Dios nos guía a una vida libre y espaciosa”.


Hay muchas obras que ofrecen diferentes maneras de descubrir el propósito individual en cada vida. La mayoría se pueden clasificar como libros de “autoayuda” porque abordan el tema desde una perspectiva egoísta. Los libros de autoayuda, incluidos los cristianos, ofrecen por lo general, los mismos pasos a seguir para que logres encontrar el propósito de la vida: "piensa en tus sueños; define tus valores; trázate metas; averigua cuál es tu fuerte; apunta a la cima, ¡alcánzala!; sé disciplinado; cree en ti mismo para lograr tus metas; involucra a otros; nunca te des por vencido".
Muchas veces estas recomendaciones llevan al éxito. Por lo general, puedes lograr alcanzar una meta si pones todo tu empeño. ¡Pero tener éxito en la vida, y cumplir el propósito de tu vida son temas muy distintos! Podrías alcanzar todas tus metas y ser un triunfador de acuerdo con los estándares del mundo, y aun así, no saber la razón para la cual Dios te creó. Por eso necesitas más que un asesoramiento de autoayuda. La Biblia dice: “La autoayuda no es eficaz en todo. El sacrificio es el camino, mi camino, para encontrarte a ti mismo, a tu verdadero yo”.
Este, la Biblia, no es un libro de autoayuda. Tampoco es una guía para buscar la carrera adecuada, ni para hacer tus sueños realidad o planificar tu vida. No trata tampoco de cómo meter a la fuerza más actividades en una agenda ya sobrecargada. En realidad, te enseñará cómo puedes hacer menos en la vida, pero concentrándote en lo más importante. Trata sobre el tema de llegar a ser aquello para lo que Dios te creó.