viernes, 6 de octubre de 2017

¿Obras o una buena Relación?

Muchas personas intentan obligar a Dios mediante sus obras. Pero no es esto lo que mueve a Dios, porque lo que Dios mira es el corazón.
obras, frases cristianas, charles spurgeonOí una historia acerca del suegro de mi tío, en Jaffa. Era un hombre muy religioso que pensaba que sus obras obligarían a Dios a contestar a sus oraciones por más hijos.
Pensó que la única manera de lograr lo que quería era probarle a Dios que era realmente religioso, y deci­dió demostrar su devoción a Dios yendo de su casa al templo de rodillas. Cuando al fin llegó a la iglesia des­pués de su doloroso recorrido, sus rodillas estaban sangrando y lastimadas. Seguro de que el cielo se había conmovido por su demostración de devoción y reli­gión, le hizo a Dios su petición.
Esperó y esperó, pero no hubo respuesta. Con el tiempo se convirtió en un recalcitrante ateo, cuyo co­razón estuvo lleno de odio hasta el día en que murió. Murió sin darse cuenta de que Dios no estaba buscando una demostración externa de la carne, sino un compromiso interno del corazón.
Cuando los tres jóvenes hebreos estaban a punto de ser arrojados al horno de fuego después de rehusar adorar a la estatua de oro, su amor por Dios y su fe en Él fueron firmes y sin vacilación. Dijeron:
He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará» (Daniel 3.17).
Su amor por Dios hizo fácil el sacrificio porque se mantuvieron firmes en su fe. No se postraron, no se inclinaron, ¡y no se quemaron!

Actitudes que nos llevan a la condenación

Debemos tener claro que hay UNA SOLA ACCIÓN que condena a las personas al infierno eterno: rechazar a Cristo como su salvador.
Veamos cuáles son las actitudes que llevan a las personas a la condenación eterna, actitudes del corazón que llevan a las personas a rechazar a Cristo como su salvador.
Imagen relacionadaI. BUSCAR EL CONSUELO DE NUESTRA VIDA EN LAS COSAS Y NO EN DIOS (Lucas 6; 24)
El versículo nos habla de los ricos, pero no de todos los ricos en general, sino de los ricos que han puesto su corazón en las riquezas, que su consuelo está en las cosas materiales y no en Dios.
Pero tenemos que reconocer que no solamente los ricos tienen su consuelo en las cosas, en el dinero, en las personas, sino que también hay millones de personas que quieren llenar el vacío de su corazón con las cosas y rechazan el amor de Dios para sus vidas.
Son personas que no comprenden que el dolor o el sufrimiento que les ha tocado vivir es parte del plan de salvación de Dios para sus vidas, para que lo busquen, para que encuentren en Dios su consuelo y que Él sane sus heridas del corazón.
Rechazan el amor de Dios y buscan llenar ese vacío con dinero, con bienes materiales, con parejas sentimentales, con títulos académicos, con vehículos, con posiciones laborales, etc., pero desgraciadamente nunca pueden llenarlo, pues no es un vacío material sino espiritual; lo carnal, lo humano, lo material en nada aprovecha para el vacío espiritual del corazón (Juan 6:63).

Siempre se ha tratado de ÉL

Entristece mucho conversar con jóvenes o adolescentes que están “cargados” y se sienten presionados por el hecho de seguir los caminos de Dios. Preocupa lo que hacemos como “adultos” y cuánto nos importa dar un modelo de Iglesia más que de Cristo. Cuando se conoce a Cristo y éste se revela a nuestra vida no tenemos nada más que felicidad y libertad en nuestro corazón, pero cuando después de este importante paso nos llenamos de cargas y obligaciones como creyentes, difícilmente nos vamos a sentir felices o realizados.
Apena ver a jóvenes sobre-exigidos y demandados en la iglesia, cuando están agotados después de una larga y pesada jornada universitaria o escolar, y se les obliga a inscribirse en un horario de oración y ayuno, o bien, a algún curso que se hace cerca de las nueve de la noche, después de haber estado TODO el día lejos de su casa, con hambre y sueño. Enoja que no se entiendan los procesos ni se respeten los llamados, pues todos somos distintos, (¡gracias a Dios!), y nos mueven distintas tareas y cosas dentro de la iglesia, entendida como templo o espacio físico. Sin embargo esta exigencia durante años en círculos cristianos, vemos cómo cada vez aumenta el desencanto por comprometerse con un trabajo eclesiástico que demanda priorizar otras actividades. Frecuentemente vemos que hay muchos jóvenes universitarios, por ejemplo, que son brillantes en sus instituciones académicas, que los promocionan y hablan bien de ellos y, en contraste, muchas veces en las iglesias ni siquiera sus nombres son conocidos. Tal vez los jóvenes y adolescentes experimentan esta realidad con más fuerza, pero parece preocupante que el mismo lugar físico que permitió que alguien conozca a Cristo sea ahora el que lo muestre a un mundo de exigencias y tareas obligadas.