jueves, 11 de julio de 2013

El Líder y la Diligencia - Liderazgo - Vídeo

Con diligencia el campesino labra y siembra la tierra. Él sabe que la negligencia es el peor enemigo de la productividad. Su diligencia se demuestra en la hora temprana de la mañana, porque él desea aprovechar bien el tiempo.
Su diligencia se demuestra en el lugar donde guarda las herramientas y las semillas. Su diligencia se ve en su pronto y rápido caminar y jamás dará en su trayectoria un paso que eche a perder la futura cosecha. Mientras camina tiene cuidado de no deslizarse porque quiere llegar a su destino y convertir todas sus fuerzas y energías en lo que es primordial para él y su familia.
Caminando por las calles en tiempo de invierno, una tarde casi pierdo el equilibrio, ya que las aceras eran muy lisas y al humedecerse se convertían en un sendero de alto riesgo para los transeúntes. Desde ese momento, cada vez que camino en invierno lo hago con mucha atención y cuidado.
El libro de Hebreos capítulo 2, verso 1 dice: “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos”.
Por qué Pablo comienza con un¿ Por tanto? Porque :
1.- Dios ha hablado de muchas veces.
2.- Dios ha hablado de muchas maneras. (Profetas y finalmente su Hijo), por lo tanto "es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído”. La Palabra de Dios, necesita hoy ser más escuchada por los siervos y ministros, para que no haya un desliz y al escucharla nos podamos levantar y proceder a la diligencia.
RADIOGRAFÍA DE UN SIERVO NEGLIGENTE.
En el Libro II Reyes 5:20-27, encontramos la radiografía de un siervo que no puso diligencia y se deslizó tristemente. Giezi, siervo de Elíseo, había estado rodeado de un ambiente espiritual muy rico, pero ignoró cómo Dios había hablado de muchas y múltiples maneras... y al no poner diligencia se deslizó. La experiencia triste de Giezi nos exhorta a tener, como siervos de Dios, mucho cuidado de las siguientes cosas que nos pueden hacer deslizar y terminar siendo descalificados.
Todos conocemos el trasfondo de esta historia, cuando Nahamán fue sanado de la lepra y quiso recompensar a Elíseo por el milagro. Elíseo rehusó recibir regalo alguno. Mientras esto acontecía, internamente, en el corazón de Giezi sucedían cosas muy significativas.
1. CUIDADO CON EL MONÓLOGO INTERNO. II Reyes 5:20. “Giezi dijo entre sí” Cuál es nuestro monólogo interno? Lo que estamos hablando con nosotros mismos determina lo que llena nuestro corazón. Es nuestro monólogo interno la verdad de Dios o está saturado de nuestros propios deseos y anhelos. El monólogo interno de Giezi estaba lleno de codicia: “Correré yo tras él y tomaré alguna cosa”.
El ministerio que por gracia hemos recibido de Dios puede saturarse fácilmente de codicia, para lograr las cosas que fuera del ministerio nos costaría más dinero o esfuerzo. El monólogo interno nos indicará las motivaciones que tenemos para servir. Nos dirá por qué queremos predicar, ministrar o surgir. Atendamos a ese monólogo interno.
2. CUIDADO CON USAR EL NOMBRE DE DIOS. II Reyes 5:22a. “Mi señor me envía a decirte” . No tenemos permiso ni autoridad para hablar en nombre de Dios, si Él no nos ha enviado. Cuidemos de caer en las conocidas expresiones de : “El Señor me reveló”. “El Señor me mostró” “El Señor me ha movido”. “El Señor quiere que…”
Sé que Dios revela, habla y mueve, pero debemos cuidarnos de no usar estas expresiones cuando en realidad son nuestros propios deseos y ambiciones las que, al igual que Giezi, corren tras Nahamán. Es muy fácil usar el nombre de Dios para lograr nuestros propósitos, como Giezi, quien aprovechó su posición para hablar en nombre de su señor. Busquemos la diligencia cuidando de no hablar en nombre de Dios para lograr ambiciones personales.

Preguntas con Respuestas - Cristianismo

Tienes preguntas sin respuestas? 
Con Dios todas las preguntas con respuestas vienen en un solo paquete.
Screen Shot 2013-05-03 at 8.37.49 PMClama a mí y yo te responderé y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. Jeremías 33:3.
¿Quién soy? 
Somos Hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras.
Efesios 2:10.
¿Hacia donde voy? 
Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Filipenses 3:14.
¿Para quién hago lo qué estoy haciendo?  
Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres. Colosenses 3:23.
¿Cómo lograr mis metas? 
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:13.

Mejores que el Oro - Reflexiones - Vídeo

Estas palabras fueron escritas en las Décimo octavas Olimpiadas, disputadas en Tokio:  “Lo más importante de los Juegos Olímpicos no es ganar sino participar; así como lo más importante en la vida no es el triunfo sino la lucha. Lo esencial es… haber peleado bien”.
Los atletas que alcanzaron los Juegos Olímpicos, son ya los mejores entre los mejores de cada nación. Cada atleta ha sobresalido en pruebas que pocos de sus compañeros pudieran jamás alcanzar. Sin embargo, sólo uno llevará la medalla de oro, otro la de plata y un tercero la de bronce.
Aquellos que están tan acostumbrados a ganar, afrontan la devastadora posibilidad de perder, no sólo delante de sus compañeros de juego, sino también de sus compatriotas y en esta época de tanta televisión mundial, delante del mundo entero.
Qué trascendental es para estos atletas mantener su perspectiva de que ganar no es lo más importante en las olimpiadas, sino la oportunidad de competir, de luchar y de dar su mejor esfuerzo.
No importa la arena en la que compitas, en realidad ganar no es lo importante. Dar tu mejor esfuerzo por el resto es lo que moldea dentro de ti las características duraderas y el carácter,... cosas... “mejores que el oro”.
Una de las mayores normas de la vida es esta:
Mientras más das, más recibes.
Proverbios 13:4
El alma del perezoso desea, pero nada consigue, mas el alma de los diligentes queda satisfecha.

“Te Invito a Entrar a Mi Presencia” - Devocional

Por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, 
porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. 
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Imagínate a una persona de pie frente a la Casa Blanca. Mejor imagínate tú parado frente a la Casa Blanca. Estás en la vereda, mirando a través de las rejas, sobre el césped, hacia la residencia del presidente. Tú, bien presentado, bien peinado y los zapatos lustrados. Te diriges a la entrada. Caminas con paso firme y seguro. No podría ser de otro modo, has venido a reunirte con el presidente.
Tienes un par de asuntos que te gustaría discutir con él. Primero está tu preocupación por la paz del mundo. Tú estás en pro de ella. ¿Podría él lograrla? Y finalmente, el precio de la educación es demasiado alto. ¿Podría él llamar a la oficina de administración de la escuela donde estudia tu hija y pedirles que lo rebajen un poco? Sin duda que él debe tener alguna influencia allí.
te-invito-a-entrar-a-mi-presenciaTodos son asuntos importantes, ¿no es cierto? No le tomarán más de unos minutos. Así, con tu bolsa en la mano y una sonrisa en el rostro, te acercas al portón y le dices al guardia: Desearía ver al presidente, por favor.
Él te pregunta tu nombre, y tú se lo das. Te mira, fija su atención en su lista y dice: No tenemos registrada su cita.
¿Hay que tener una cita previa?
Sí.
¿Cómo puedo hacerla?
A través del personal de la oficina.
¿Me podría dar su número telefónico?
No, es privado.
¿Entonces cómo podría hacerlo?
Es mejor que espere a que le llamen.
¡Pero si no me conocen!
El guardia se encoge de hombros. Entonces lo más probable es que no le van a llamar.
Después de eso, das media vuelta e inicias el regreso a casa. Tus preguntas han quedado sin contestar y tus necesidades insatisfechas. ¡Y estuviste tan cerca! Si el presidente hubiera salido al jardín podrías haberle saludado y él te habría saludado a ti. Estuviste a sólo unos metros de la puerta de entrada a su oficina, pero fue como si hubieses estado a kilómetros de distancia. Tú y el presidente estaban separados por la cerca y el guardia.
Luego, está el problema del Servicio Secreto. Si hubieses logrado entrar, te habrían detenido de inmediato. El personal habría hecho lo mismo. Había demasiadas barreras. ¿Y las barreras invisibles? Barreras de tiempo. (El presidente demasiado ocupado.) Barreras de status. (No tienes la suficiente influencia.) Barreras de protocolo. (Tienes que ir a través de los canales correspondientes.) Te alejas de la Casa Blanca con nada más que una dura lección. No tienes acceso al presidente. Tendrás que ver por ti mismo cómo solucionas el problema de la paz mundial y la toma de agua que hay frente a tu casa.
Es decir, a menos que él tome la iniciativa. A menos que él, al verte en la vereda, se compadezca de tus problemas y le diga al jefe de su personal: ¿Ve a aquel hombre con la bolsa de galletas en su mano? Vaya y dígale que me gustaría charlar con él unos minutos.
Si él da esa orden, todas las barreras se vendrán abajo. ¿Sabe qué? No se lo puedo explicar, pero la puerta de la Oficina Oval está abierta de par en par para usted. Tú te detienes, te vuelves, sacas pecho y entras por la misma puerta donde, momentos antes, se te negó el acceso. El guardia es el mismo. La puerta es la misma. El personal de seguridad es el mismo. Pero la situación ya no es la misma. Ahora puedes entrar a donde antes no pudiste. Y, algo más. Tú ya no eres el mismo. Te sientes alguien especial, escogido. ¿Por qué? Porque el hombre de allí arriba te vio aquí abajo e hizo posible que entraras.
Sí, tienes razón. Es una historia fantástica. Tú y yo sabemos que tratándose del presidente, no será suficiente contener la respiración. No habrá invitaciones especiales. Pero tratándose de Dios, empieza a caminar, porque ya la invitación está hecha. Él te ha visto. Te ha oído y te ha invitado. Lo que una vez te separaba, ha sido quitado (Efesios 2.13). Nada queda entre tú y Dios, sino una puerta abierta.
¿Pero cómo pudo ocurrir esto? Si no pudimos entrar para ver al presidente, ¿cómo pudimos conseguir una audiencia con Dios? ¿Qué pasó? En una palabra, alguien descorrió la cortina. Alguien rompió el velo. Algo ocurrió con la muerte de Cristo que abrió la puerta para ti y para mí. Y ese algo lo describe el autor de Hebreos 10.19–20) Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo.
Por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne.

Te busco - Vídeo

TE BUSCO


Clama a mí y yo te responderé y te enseñaré
cosas grandes y ocultas que tú no conoces. Jeremías 33. 3 

Aunque no parezca importante,
Aunque parezca irrelevante,
Es el arma más poderosa
que tenemos en un instante.
Aunque creas que no te escucha
Porque no ves cambios en el momento
Él no olvida ninguno de tus sufrimientos, ni siquiera un lamento.
Él escucha atentamente cómo clamas,
cómo lloras,
cómo pides que Él intervenga.
Parece que no tuviera sentido,
y es que hemos sido engañados múltiples veces.
Y quizá hemos tropezado con la misma piedra
pero no te preocupes más,
tan sólo no te hagas el daño más grande de tu vida.
No te alejes de Dios, ora sin cesar.
Yo un buen día creí que mis oraciones no llegaban a sus oídos,
Y que por más que clamaba por alguna razón Él no me escuchaba,
Pero grande fue mi error de no esperar en silencio,
Y escuchar a mi Señor decirme la estrategia del juego.
No fui sabia esperando su respuesta,
Más bien fui bastante necia y llegué a molestarme con Él,
sin embargo, Dios ya tenía escrito cómo podría yo salir del problema.
¿Qué pasó?, me turbé, desconfié y muy triste me alejé porque según yo, Dios
No quería intervenir.
Si estás leyendo esto el día de hoy, no es casualidad,
Tiene un propósito y una clara recomendación en tu vida.
No desesperes por aquello que pidas a Dios, si parece que
todo, todo vaya en tu contra.
Dios está con un escudo y te protege.
Ora sin cesar, no te imaginas cuánto, cuanto te conectarás con Dios...
Y si me dices que tu fe ha menguado, no te preocupes, no eres el primero
ni el último, simplemente eres un valiente por aceptarlo y serás aun más valiente si eres capaz de solucionarlo.
Quien quiera que seas, donde quiera que te encuentres, ora, donde sea,
no importa si es en el baño, en tu dormitorio, en las escaleras,
no importa si lo haces mientras caminas al trabajo, o
mientras haces tu tarea.
No te niegues la oportunidad de conectarte con Dios.
Él tiene mucho que decirte, mucho que revelarte
Y mucho amor que darte.

NO TE NIEGUES A TENER UNA CONVERSACIÓN CON EL GRANDE