viernes, 10 de abril de 2015

Gracias, ¿pero,... no?

Seguramente tienes una personalidad normal, no eres una persona mala, no le haces daño a nadie, eres feliz y disfrutas con tus amistades momentos felices, momentos de triunfo y victorias. Sin embargo, piensas que esas cosas buenas o muy buenas que pasan a tu alrededor no te pueden pasar a ti, no porque no seas una buena persona ni porque no cumplas con tus obligaciones en el hogar, en la escuela o en el trabajo, es porque simplemente, piensas que no te mereces las cosas buenas, no mereces que Dios te complazca y te consienta, porque te ves como un simple ser humano que no hace nada espectacular ni por Él, ni por los demás.
Pero una vez que Dios decide actuar rotundamente en tu vida, inesperadamente, te agarra por sorpresa y te dirige de cabeza a las bendiciones y a la alegría, características que te invaden cuando Él te apoya y te acompaña en un momento especial. ¡Ojo!, no es que los demás días no estuviera contigo, es que finalmente, un día en particular, por... no se sabe por qué, le prestaste atención. Entonces lo sentiste y te diste cuesta que estaba ahí contigo celebrando tu felicidad.
Y te preguntas, y te dices a ti mismo y a tus confidentes, ¿por qué? ¿Por qué me pasó esto así? No puedo creer que fuera mejor de lo que soñé, pensé o imaginé. Pasan las horas y los días y sigues dudando, y por dentro estás esperando que llegue el golpe, ese ¡PUM! que vuelve todo a la realidad o a tu normalidad pesimista y poco creyente, pero no llega, ni llegará…
Ese conjunto de cosas, eventos y personas que ocurren coordinadas a tu favor, sin tener que pedir o pagar nada por ellas, es parte de lo que incluye la gracia de Dios, un concepto o mensaje muy difícil de entender y aceptar. Es por medio de situaciones en las que recibes más de lo que esperabas de personas insólitas, en las que se muestra la gracia de Dios en su máxima expresión. Aunque día tras día, esa misma gracia ya nos protege, nos cuida, nos acompaña y nos guía, no nos damos cuenta de su significado, ni de su existencia.

Inmerecedor

Una persona se hace merecedora de una posesión, condición o posición, cuando invierte tiempo y esfuerzo para obtenerla. Por ejemplo, si tú estudias mucho y te esfuerzas mereces pasar de curso, o si te preparas debidamente para una competencia, mereces ganarla.
En la biblia encontramos a dos personas: la mujer adúltera (Juan 8:3-11) y al hijo pródigo (Lucas 15:11-32), que pecaron y merecían pagar por sus actos, pero Dios en su infinita misericordia, los perdonó porque ambos se humillaron y se arrepintieron de lo que habían hecho.
¿Y qué te parece el comportamiento que la mayoría de los hijos tienen con sus padres? A pesar de ser malcriados, desobedientes, rebeldes, indiferentes e ingratos, los padres no dejan de amarlos ni de preocuparse por lo que les pasa. ¿Por qué?, muy simple, porque los aman. Esa clase de amor incondicional es el ejemplo que les fue dado por Dios, porque: “Amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Juan 3:16 (Nueva Traducción Viviente)
Jesús dio su vida por cada uno de nosotros, no merecía hacer ese sacrificio porque no pecó en ningún momento, pero decidió llevar sobre Él, el peso de todas nuestras iniquidades y rebeliones porque nos ama. Fue por su gracia como obtuvimos la salvación, como un regalo inmerecido.
Pero él fue herido por nuestras rebeliones, fue golpeado por nuestras maldades; él sufrió en nuestro lugar, y gracias a sus heridas recibimos la paz y fuimos sanados. Todos andábamos perdidos, como suelen andar las ovejas. Cada uno hacía lo que bien le parecía; pero Dios hizo recaer en su fiel servidor el castigo que nosotros merecíamos. Isaías 53:5-6 (TLA)

Amar a su prójimo

Inline image 1Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Lucas 10:27
¿Quién… fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?… El que usó de misericordia con él. Lucas 10:36-37
Un hombre que conocía bien la ley de Moisés, preguntó a Jesús: “¿Quién es mi prójimo? (Lucas 10:29). Sabía que debía amar a su prójimo como a sí mismo, pero parece que quería ignorar quién es ese prójimo. Entonces Jesús le explicó, mediante la parábola del buen samaritano, que aquel que merece y espera ese amor es Él mismo, es decir, el Hijo de Dios, quien bajó a la tierra para salvar a los hombres en peligro de muerte.

Evidencias de la resurrección de Cristo

A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
Así que, exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. Hechos 2; 33

La resurrección de Jesús tiene más evidencias y pruebas a Su favor que cualquier otro acontecimiento de la historia. Veámoslas.
1.     EL CADÁVER DESAPARECIÓ: ¿Qué pasó con el cadáver de Cristo? ¿Quién se lo llevó? ¿Se lo llevaron las autoridades judías o romanas? ¿Los ladrones de tumbas de la época? ¿Los discípulos? O ¿hay alguna explicación bíblica? 
-        Las autoridades estaban en contra del cristianismo y por ende, de Cristo mismo (Hechos 4: 2, 3, 18), lo que nos dice que si hubiesen tenido el cadáver y lo hubieran presentado públicamente, todos hubieran visto que Cristo no resucitó, que el cristianismo era falso y habrían dejado de creer en Cristo.
De hecho, esto era precisamente lo que las autoridades querían que sucediera (aplastar al cristianismo). Sin embargo, ellos nunca pudieron mostrar el cadáver de Cristo por la sencilla razón de que no lo tenían; no lo mostraron ni en público ni en secreto.
-        Los ladrones de tumbas sólo estaban interesados en los lienzos, las especies aromáticas que tenían mucho valor (que sí estaban), y no un cadáver sin valor (que no estaba), porque Cristo había resucitado. Tomando esto como base, observamos que ellos no hubieran dejado en la tumba lo que sí les interesaba (lienzos, especies aromáticas), como tampoco se hubieran llevado lo que no les interesaba (el cadáver). Lo que nos dice entonces, que no pudo haber sido acción de los ladrones, porque ellos hubieran preferido robar lo que si tenía precio (lienzos, especies aromáticas), dejando el cuerpo.
-        Los discípulos tampoco se llevaron el cadáver de Cristo, porque ellos mismos estaban totalmente convencidos y seguros de la resurrección de Cristo, y además, se arriesgaban a la persecución y la muerte si predicaban a un Cristo resucitado (Hechos 4: 2, 3; 5: 30-33, 40; 7: 56-60). Si los discípulos estaban arriesgando sus vidas por predicar la resurrección; significa que lo creían sinceramente o en caso contrario, se habían callado para evitar la persecución.

El libro que contiene la verdad. ¿Es La Biblia la guía de tu vida?

"Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres" Juan: 8:32
biblia carta de amor cristiana reina baleraNo había otra cosa que me resultara más aburrida durante mi segundo año de bachillerato, que algunas clases de biología, sobre todo las que tocaban el tema del origen de las especies y su evolución, que me parecían cuentos infantiles. Esto se debía en parte, a que me costaba mucho creer eso de que en un mundo primitivo y casi irrespirable, colmado de todo tipo de radiaciones, se encontraron así como así, como por azar, los componentes necesarios para formar una célula y que de repente, mágicamente, se formó la primera chispa de vida en ella y... ¡todo comenzó! Yo tenía grandes dudas y hacía muchas preguntas al respecto, pero las explicaciones que me daban los profesores nunca me terminaban de convencer.
Lo que sí me conquistaba un poco era la biología celular, me gustaba saber sobre el funcionamiento de las células y sus componentes. A propósito... ¿sabías que nuestro organismo está compuesto por la unión de más de 50 billones de células? Si, y cada una de ellas tiene vida propia e independencia, tienen su propia inteligencia por ser seres vivos, y se alimentan, respiran, trabajan, codifican su propio ADN, fabrican proteínas, se reproducen, se reparan... Son unas maravillosas obras de la ingeniería genética que cumplen mas de 6000 funciones diferentes y de forma simultánea ¡Asombroso! Pero casi tan asombroso es descubrir que la ciencia moderna con toda su tecnología y capacitación científica, aún sabiendo todos los elementos que las componen, jamás pudo crear ni siquiera una y hacerla funcionar. Y pensar que un simple grano de arroz contiene miles de ellas...

¿Evolución o Creación?

En aquella etapa de mi adolescencia, estas dos palabras daban muchas vueltas por mi cabeza y siempre estaban rodeadas de grandes signos de interrogación. Pero un buen amigo mío me prestó un colorido e ilustrativo libro que me ayudó bastante a resolver mi dilema. El libro me hizo ver de forma muy simple, la falta de lógica que tienen las afirmaciones científicas en las que se basa la teoría de la evolución. Leerlo fue una pasada, y después de hacerlo estuve totalmente convencido de dos cosas; la primera, que la humanidad y el resto de los seres vivos no eran el producto final de un sin fin de casualidades ocurridas durante millones de años, y la segunda, la mano de un ser muy inteligente estaba detrás de todo esto. Mi razonamiento me decía que la evolución orgánica era un trago, una bebida para tontos que yo no debía tomar. Hoy como cristiano, tengo claro que la razón, la lógica o el sentido común no son las vías indicadas para llegar a Dios, pero al final estas conclusiones que yo iba sacando, Él las acabaría usando para acelerar nuestro encuentro.

Ni Buenos ni Sensibles

Ya estaba seguro de que una forma de vida superior había introducido al hombre en el planeta, pero cierto día me surgió una nueva duda: ¿estos seres serían buenos o malos?. En ese momento me encontraba sentado en la cama con mi vieja guitarra bajo el brazo; mis dedos intentaban tocar una conocida melodía, pero mi cabeza estaba en otro sitio; pasaban por mi mente los millones de hombres que dieron la vida por sus ideales, los que luchaban a diario reclamando justicia social, la hambruna en África, las pestes, las guerras, la humanidad entera buscando encontrar esa verdad que les solucionara sus problemas, o que les indicara el camino para salir de ellos,... pensaba en el gran descontrol que existe en los corazones humanos, por desconocer la receta o la fórmula ideal para alcanzar paz y armonía interior. Teniendo en cuenta todo esto..., minutos más tarde concluí que estos seres eran una especie de extraterrestres no muy amigables que, por alguna malvada razón, habían puesto al hombre en la tierra sin una hoja de ruta, sin un mapa, sin una simple carta que explicara sus orígenes. El por qué y para qué fuimos creados, los códigos morales, sociales y éticos que debíamos seguir para ser felices y evitar sufrimientos innecesarios, era todo una incógnita. Como mínimo los creía muy indiferentes, -¡no tienen corazón, nos arrojaron aquí mientras pasaban con sus naves y dijeron..."arréglense como puedan, chao"!. - Definitivamente, no me cabía duda alguna, no eran buenos ni sensibles. Pero...