miércoles, 26 de julio de 2017

¿Qué dice la Biblia acerca de los demonios?

Resultado de imagen de ¿Qué dice la Biblia acerca de los demonios?Los demonios son ángeles caídos, como indica Apocalipsis 12:9: "Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él." La caída de Satanás del cielo es descrita simbólicamente en Isaías 14:12-14 y Ezequiel 28:12–15. Cuando él cayó, Satanás tomó algunos de los ángeles con él — un tercio de ellos, según Apocalipsis 12:4. Judas 6 menciona también a los ángeles que pecaron. Entonces, bíblicamente, los demonios son ángeles caídos que, junto con Satanás, escogieron rebelarse contra Dios.
Algunos de los demonios ya están encerrados por su pecado "bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día" (Judas 1:6). Otros están libres para vagar y se denominan "los gobernadores de las tinieblas de este siglo…huestes espirituales de maldad en las regiones celestes", en Efesios 6:12 (Colosenses 2:15). Los demonios aún siguen a Satanás como su líder y batallan con los ángeles santos, en un intento para frustrar el plan de Dios e impedir al pueblo de Dios (Daniel 10:13).

Los demonios, como seres espirituales, tienen la capacidad de tomar posesión de un cuerpo físico. La posesión demoníaca se produce cuando el cuerpo de una persona es totalmente controlado por un demonio. Esto no le puede pasar a un hijo de Dios, puesto que el Espíritu Santo reside en el corazón del creyente en Jesucristo (1ª Juan 4:4).

Lo que traemos del viaje

Joven fui y he envejecido, y no he visto justo desamparado ni su descendencia que mendigue pan. Salmo 37; 25
John F. Burns pasó 40 años cubriendo acontecimientos mundiales para el New York Times. En un artículo que escribió después de jubilarse, recordó las palabras de un amigo periodista que estaba muriendo de cáncer: «Nunca olvides que no se trata de cuán lejos viajaste, sino de lo que trajiste a tu regreso».
El Salmo 37 podría considerarse una lista de David de lo que «trajo» de su viaje por la vida, de pastor a soldado, y luego a rey. El salmo es una serie de contrastes entre los malos y los justos, y reconoce a los que confían en el Señor.

«No te impacientes a causa de los malignos ni tengas envidia de los que hacen iniquidad, porque como hierba serán pronto cortados, y como la hierba verde se secarán» (versos 1-2).
«Por el Señor son ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino. Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque el Señor sostiene su mano» (versos 23-24).
«Joven fui y he envejecido, y no he visto justo desamparado ni su descendencia que mendigue pan» (verso 25).

De nuestra experiencia en la vida, ¿qué nos ha enseñado Dios? ¿Cómo hemos experimentado su fidelidad y amor? ¿De qué maneras el amor del Señor ha formado nuestras vidas?
Lo importante no es lo lejos que llegamos, sino lo que traemos de nuestro viaje. 
Señor, gracias por caminar conmigo por la vida.
A medida que los años se suman, la fidelidad de Dios se multiplica.

La Salud del Alma

Isaías 1:2-6  Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento. ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás. ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana,  sino herida,  hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas ni suavizadas con aceite.
Aquí hay una comparación tomada de un cuerpo doliente y enfermo. La enfermedad amenaza ser mortal. Desde la planta de los pies a la cabeza; desde el campesino más bajo al mayor de los nobles, no hay salud, ni buen principio, ni religión, porque esta es la salud del alma. Nada sino culpa y corrupción; los tristes efectos de la caída de Adán. Este pasaje declara la depravación total de la naturaleza humana. Mientras el pecado persista sin arrepentimiento, nada se hace para sanar tales heridas y evitar sus efectos fatales.
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Jerusalén estaba expuesta y desprotegida, como las chozas o refugios edificados para guardar fruta madura. Esto aun se ve en el Oriente, donde la fruta constituye gran parte de la comida estival de la gente.
Pero el Señor tenía un pequeño remanente de siervos piadosos en Jerusalén. Por la misericordia de Jehová nosotros no somos consumidos. La naturaleza mala está en cada uno de nosotros; solo Jesús y su Espíritu santificador pueden restaurarnos a la salud espiritual.
Qué tristeza. Jehová está diciendo por medio de su gran profeta Isaías (alrededor del 700 al 690 a.C.), que su pueblo ha pecado, dice: “Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento”; dice que mejor los animales entienden, y pone como ejemplo al buey y al asno. Qué tristeza para Dios, después de haber “criado hijos y engrandecerlos se rebelaron contra su Criador”
Este pasaje es muy importante de analizarlo, porque todos estamos en igual condición en nuestro tiempo. Todos nos hemos desviado, todos estamos enfermos, todos buscamos continuamente el mal, y no hay nada bueno en nosotros, “sino herida, hinchazón y podrida llaga”.