martes, 20 de noviembre de 2012

Eres uno de Nosotros - Reflexiones - vídeo

Está bien, a veces no sé por qué actúo así. Soy parte del grupo y, por favor, quiero y necesito vuestro apoyo..
Con sólo esta declaración, la tensión se esfumó de la habitación y otros adolescentes expresaron su respaldo a Sara.
El escenario era una reunión de adolescentes en una instalación de tratamiento de salud mental. Sara sufría de esquizofrenia crónica y a menudo no comprendía sus acciones ni tenía control sobre ellas. La tarde anterior, después de regresar de una visita a su casa, encendió un pequeño fuego en su baño y causó problemas mayores en la instalación, incluyendo la evacuación y cancelación de las actividades programadas.
A la mañana siguiente, el personal y los pacientes se reunieron para evaluar los inconvenientes causados por las acciones de Sara y el disgusto que éstas provocaron entre el resto de los adolescentes. Casi durante una hora, ella permaneció callada mientras todos intentaban que diera una explicación. Sara evadía las miradas de todos.
Sin embargo, cuando Sam, otro paciente, vino a la habitación, se arrodilló ante ella, miró su rostro y le expresó su respaldo, ella reaccionó. Explicó cómo su madre se había transformado en iracunda para con ella y en casa le gritaba: -“¿Por qué no dejas de ser esquizofrénica?”
-Yo quería morir, por eso inicié el fuego al volver, -dijo Sara con voz apenas audible.
Ella no pensó en el peligro. La disposición de Sam a perdonarla a pesar de su error, ofreció protección a Sara para abrir su corazón al grupo.
Son los “Sams” de este mundo, quienes nos hacen sentirnos de una comunidad a causa del perdón y la compasión que proyectan.
Efesios 4:32
Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros.

La barca - Devocional

Dice la Biblia en Lucas cap.5, que Jesús llegó al lago de Genesaret y le pidió la barca a Simón para poder hablarle a la gente. Una muchedumbre se agolpaba sobre el Señor y ya no tenía lugar donde pararse para poder enseñarles.
Cuando hubo terminado de predicar la Palabra, le dijo a Simón que dirigiera la embarcación aguas adentro y echara las redes para pescar. Una vez más, una de tantas, Simón, quien luego vendría a ser el Pedro que todos conocemos, dio una respuesta algo apresurada y desde la perspectiva de su propia realidad: “toda la noche estuvimos trabajando y no pudimos pescar nada”, contestó. Pero, sin embargo, hizo algo tan osado como su respuesta verbal, “por tu palabra echaré la red”, dijo, y tuvieron que pedir ayuda a la otra embarcación que había quedado en la orilla para poder sacar la red, de tantos peces que había capturado.
Simón y sus compañeros eran pescadores. La pesca era su medio de vida. Por lo tanto, haber estado toda una noche en el medio del lago, sin haber podido pescar nada, no era precisamente un detalle sin importancia. Era más bien, todo un problema.
Este emotivo relato de las Escrituras, nos muestra, al menos, cuatro denominadores comunes con la realidad que vivimos en nuestros días.
Cuando salimos a trabajar, a estudiar, a nuestra actividad deportiva o a cumplir con nuestros compromisos ministeriales y/o eclesiásticos, no importa si somos pescadores o no; si vivimos de esa actividad o no.
Primero, sea lo que sea lo que hagamos, salimos mar adentro a echar una red.
El segundo denominador común, es que es necesario apartar esa barca de la tierra para poder esperar resultados. Si la embarcación no se adentra en las aguas profundas separándose de la tierra, tal vez haya algún pequeño resultado, pero será poco o nulo.
Otro denominador común es que no importa a donde vayamos ni qué hagamos; es imprescindible ceder el control de nuestra embarcación a quien corresponde, al Señor, toda vez que esa barca es nada más ni nada menos que nuestra propia vida.
Todo lo que emprendemos abriga una cuota de esperanza. Todo lo que hacemos implica un deseo de bendición, de crecimiento, de prosperidad. Nos motiva y alienta obtener resultados, recoger los frutos de nuestro esfuerzo. Eso es echar la red.
Pero muchas veces estamos demasiado apegados a las cosas y eventos terrenales. Estamos pescando con cañas y redes en la falsa seguridad de las aguas poco profundas, en lugar de subirnos a la embarcación y salir mar adentro, apartarnos de la orilla, separarnos de tierra… TOMAR DISTANCIA DE LAS COSAS TERRENALES, y mirar las cosas desde otra perspectiva. “Toda la noche estuvimos trabajando”, dijo Simón “y no hemos podido pescar nada”. A veces estamos demasiado apegado a los eventos y circunstancias terrenales, como Simón Pedro, sin ser capaces de ir en pos de más, mejores y mayores conquistas, las que se encuentran mar adentro.
Y por último: tal vez temor, miedo, el recuerdo de alguna mala experiencia, un terrible fracaso, falta de fe… en fin, argumentos para impedir cederle el control total al Señor, cuando resulta absolutamente necesario cederle esa barca, que es nuestra vida, a Nuestro Amado Señor. Hacer que el motivo principal del uso de nuestra barca sea el Señor y Su Palabra, y que el resto venga por añadidura.
Sólo Él es quien nos puede hacer navegar en aguas profundas, lo suficientemente apartados de las cosas terrenales, sin temor a hundirnos; sólo Él puede hacer que echemos la red en el mar y obtengamos las bendiciones más grandes y abundantes, hasta el punto de que los que están alrededor nuestro también salgan en gran manera bendecidos, como los de la barca que se había quedado en la orilla.

Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia,  y todas estas cosas os serán añadidas.

(Mateo 6:33 RV60)

Y todo lo que hacéis,  sea de palabra o de hecho,  hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

(Colosenses 3:17 RV60)

Carta de Dios para ti - Vídeo Reflexivo


                                                       ¿Quieres saber lo que Dios te dice hoy a través de la Biblia?

                                                         disfruta con este vídeo para que Dios hable a tu vida.


¿Cómo empiezan las guerras? - Reflexiones

Una niña pequeña le preguntó a su padre cuál era el comienzo habitual de las guerras.
- Bien, dijo el padre, supongamos que América insistía en pelearse con Inglaterra, y…
- Pero, interrumpió la madre, América nunca tuvo que pelear con Inglaterra.
- Ya sé, dijo el padre, pero sólo estoy usando una situación hipotética.
- Pero estás confundiendo a la niña, replicó la madre.
-  No, replicó el padre con un tono un poco enojado.
-No te preocupes, papá,  se interpuso la pequeña, yo creo que ya sé como empezaron las guerras.
La mayoría de las grandes discusiones no empiezan grandes, se establecen como pequeños enfados, brechas u ofensas. Es como el poderoso roble parado en la cima de las Montañas Rocosas que ha sobrevivido las fuertes tormentas de nieve, las granizadas, los fríos inviernos y las feroces tormentas durante más de un siglo.  Finalmente se cae, no porque le cayera un fuerte rayo ni una avalancha, sino por un ataque de pequeños escarabajos.
Un pequeño descuido, insulto o herida puede ser el principio del fin de una relación. 
¡Por tanto, tenga cuidado de lo que dice y asegúrese de que su actitud sea la correcta!.
2 Timoteo 2:16
Más evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad.

Estás bajo las Alas del Altísimo - Reflexiones con Vídeo

Me librarás del cazador, de la peste,
del destructor, con tus plumas me cubriré
y debajo de tus alas moraré
Yo diré a Jehová, esperanza mía y mi castillo
mi Dios en quien confiaré
Yo habito al abrigo del Omnipotente,
yo moro bajo la sombra del Altísimo
Caerán, a mi lado mil
Y a mi diestra, caerán diez mil
Más a mí no llegará
Porque he puesto mi amor en Ti
/Yo diré a Jehová, esperanza mía y mi castillo
mi Dios en quien confiaré/
///Yo habito al abrigo del Omnipotente,
yo moro bajo la sombra del Altísimo///