domingo, 4 de octubre de 2015

Contrato con dios

Tienes un contrato pendiente, tienes un contrato con Dios, y ese pacto es el que te mantiene aquí, no es algo escrito o quizá si, pero sabes que lo hiciste. Quizá aun no siendo plenamente consciente, pactaste, todo lo que ocurre aquí está pactado, sellado y firmado. Nuestra sociedad está sustentada en el pacto, acuerdos de compra, venta o arrendamiento, clausulas, vencimientos, anexos y normas, que apoyan y te recuerdan tu compromiso a la hora de efectuar esa acción que pactaste y firmaste. Pero el pacto con Dios va totalmente en contra del pensamiento de que es un plan diabólico para mantenerte preso, porque un preacuerdo te compromete a ir saldando todas esas deudas que en vida, y sin posibilidad de recordarlas, contraes. Lamentablemente, este tipo de contratos se extienden mas allá de lo que puedas imaginar, no solo te atan, como una administración esclavista, un sistema bancario avaro o un jefe explotador, sino que también hay entes por encima de estos, que se aseguran de atesorar tu compromiso sin importar cómo y qué hagan para llevarlo a cabo.

Por ejemplo, pactaste un compromiso con tus padres. Ellos pactaron contigo tu educación, tu manutención y tu desarrollo, antes incluso de que tuvieras capacidad de decidir si contraías ese compromiso. Después te relacionas con el resto, pactando una y otra vez, contratas fidelidad, amistad y diversión en la adolescencia, más tarde firmas otro contrato con tu pareja y posteriormente con tus propios hijos. Todos estos contratos te atan, te vinculan a ellos y ellos a ti, pero estos son solo los que tú, directa o indirectamente, acabas por elegir. Incluso la rotura de un compromiso supone la firma de un nuevo contrato, como acuerdos de separación, o divorcio, separación de bienes, pactar los horarios de visita de tus hijos y después a lo mejor, encuentras otra pareja y comienzas a formalizar nuevos contratos. Estos contratos comunes son los que atan tus emociones a personas con lazos de amor o sangre, lazos emocionales que son llamados apegos, y pueden imprimir un carácter de propiedad de los sentimientos del otro, lo que conlleva tener una propiedad que sobrevive a la muerte y perdura vida tras vida.

Esto, a groso modo, en vida, pues en la muerte y tras ella, sigues pactando y acordando con todo tipo de “seres” todo tipo de compromisos. Quizás harto de tu proceso aquí, decidiste contratar los servicios de un guía espiritual, y además, aún conservas vigente la primera copia del primer contrato con todos los compromisos que adquieres en un planeta intervenido como este. Luego, con el paso de las vidas y de las constantes reencarnaciones, creas afinidades, alianzas y enemigos, lo que añade más y más clausulas a ese interminable contrato que te somete a una estancia asegurada aquí.

Ese es un contrato con un dios, un dios con ínfulas, egoísta y mezquino, que al no tener poder real, necesita un papel firmado con el que someter tu voluntad a través del compromiso y el honor que tiene tu palabra. Ese dios y sus secuaces, te engañaron y te enseñaron un concepto con el que te mantienen atrapado, que se llama deuda. La verdad es que ellos prefieren llamarlo Karma, pero el karma, tal y como lo plantean ellos, no existe y jamás existió. El principio de acción/reacción no es algo acumulable como la tarjeta del súper o de la gasolinera, no se trata de ir acumulando “puntos” para al final canjearlos por una “vida extra”; esto es un timo y en el fondo lo sabes, el karma es la concatenación de reacciones tras la acción, es cuando esa reacción provoca la posterior consecuencia, pero el contrato con Dios, como en toda ley natural, si reconoces tu culpa y demuestras algún sentimiento compasivo y de arrepentimiento, esa energía contrarresta e incluso anula las consecuencias, porque somos amor y el amor no pide venganza. Tampoco el universo la reclama, ya que se valora más la voluntad de cambio, de progreso y comprensión, que cualquier acto de vendetta, cualquier gurú (de pacotilla) te diría que el deseo de resarcir tu dolor es obra de tu ego, o tu sombra, tú eliges…

Al finalizar tu periodo encarnado, ellos, como buenos acreedores, te recuerdan lo que debes. Esa deuda figura en la letra pequeña de tu contrato, lo llaman karma, pero lo qué no te dicen es que esa deuda jamás puede quedar saldada, ya que como buenas sanguijuelas necesitan algo a lo que estar constantemente chupando algo. Por eso el entorno donde se desarrollan los hechos, el cual figura en el contrato, es un entorno donde no se puede entrar ni salir, sin crear una causa y un efecto, por lo que estás generando constantemente una deuda que te impide saldarla (por las buenas) respetando el contrato. Quizás esto te suene, ya que la economía funciona exactamente igual, mismo dios, mismas reglas para todo.

Si esto fuera legal, se debería recordar el poder saldarlos y quedar limpio de polvo y paja. En algún momento, de hecho, si se respetase el libre albedrío, tú tendrías que tener derecho a poder sanar ese dolor que conscientemente o no, has causado. Pero como buenos avaros, mantienen que la deuda siempre tiene un interés (intención) que no figura en las escrituras o que tiene una letra muy, muy pequeña. Si conoces ese interés oculto que subyace en todos los contratos que firmas en vida o tras ella, es evidente que te percatas del engaño y por derecho divino (ley natural), rompes por voluntad propia esos contratos con todo el derecho y la ley de tu parte.

Ningún pacto, contrato o acuerdo es digno de ser respetado si una de las partes no cumple lo convenido. Esos vínculos que te apegan (karma) son artificiosos y mal intencionados, pues todos los seres con alma que te rodean fueron engañados igual que tú, y no te ata ningún compromiso, ni sanguíneo ni espiritual (karma) a ellos; nada de lo que creas afín aquí, o siquiera digno de apego, tiene más valor del que le puedas dar a cualquier otra cosa. Una vez rompas esos compromisos con conciencia y conocimiento, podrás reencontrarte de forma libre con esos seres por pura atracción, sin lazos, sin compromisos o chantajes emocionales. Lo que tienes aquí y ahora, es ficticio y obligatorio, por lo tanto, no es algo que eligieras en libertad. Las relaciones son egoístas, donde se crean lazos en los que espera recibir siempre algo a cambio (estatus, dinero, propiedad, compañía, sexo...). Nadie da nada, pero todos esperan recibir algo a cambio.

Este punto en el que nacen todas las relaciones, son inicios viciados, perversos y posesivos, donde colocamos la preposición “Mi” por delante de la etiqueta genérica que colocamos a esa persona a la que se supone, queremos. Una relación pactada que implica propiedad y en la que la ruptura por cualquiera de ambas partes de ese contrato, implica la firma de más contratos y más clausulas, un suma y sigue, que te ata y te vincula a los mismos seres con los que conciliaste en otras vidas, lazos que atan lazos, que te atan aquí eternamente.

Todo esto, por supuesto, es ilusorio y forzado, nada te vincula a nadie, y nada te compromete a nada. Ese supuesto karma es un cuento chino y estás libre de ello desde ya, si tú quieres. Esos contratos no tienen ningún peso y no comprometen a nada, eres víctima de una estafa y nadie te obligará a que cumplas si no quieres. Porque solo existe un contrato y es con Dios. Este contrato es un compromiso contigo mismo para crear y ayudar a otros iguales a ti. Un compromiso para romper este sistema carcelario. No hay más, e incluso este compromiso se puede romper sin acarrear consecuencias ni quebrantar leyes.

Rompe tus contratos

Llegados a este punto se hace necesario romper contratos, pero ¿cómo? Puedes usar distintas fórmulas que distintos autores han ido experimentado y publicado. Puedes recitar cientos de veces esas fórmulas, que seguramente no funcionaran si tu intención no es que funcionen, y en este punto, esas fórmulas no sirven si ni siquiera tienes una ligera idea de cómo enfocar tu intención, y hacer que tu voluntad haga que esos contratos queden fulminados.

El proceso es muy sencillo, pero si no crees en ti mismo al final llueve sobre mojado. Da igual como lo digas, pues tu intención debe quedar clara; debes estar convencido de que quieres romper todos estos lazos y no parar hasta lograrlo, asumiendo, eso sí, que la otra parte no se va a quedar con los brazos cruzados. No es momento de tener miedo, ellos defienden su negocio, pero claro, debes ser consciente de que tú eres parte de su producto, su cosecha.

Existen los contratos prenatales, pero a lo largo de nuestra vida vamos acordando más y más cosas. Con los implantes esotéricos pasa un poco lo mismo, se genera la creencia de que son implantados antes de nacer, pero esos implantes te los van colocando según se acentúen “tus” necesidades y según sean las capacidades que posees o que necesites, en un estado concreto, ya sea emocional o de ignorancia. La mayoría de las intervenciones ocurren durante los periodos de sueño, en ellos se crea un escenario en el que drenar tu energía, y cuando estés con la guardia baja, colarte un contrato. Durante los sueños también se te implanta y se te actualizan tus implantes.

Según el grado de lucidez que adquieras durante el sueño, podrás tener más o menos conocimiento de lo que tratan de hacerte. Por lo general, en este tipo de sueños lúcidos, es fácil de identificar, y aunque implica alguna emoción de por medio, ellos tienen a su favor, que casi nadie tiene en cuenta sus sueños y pasan por alto estas manipulaciones.

Lógicamente, tras un sueño con cierta lucidez os despertaréis cansados, el sueño no habrá sido reparador y puede que incluso os despertéis con algún dolor remanente. También os sucederá que a las pocas horas tengáis la necesidad de dormir y descansar, ya que vuestro periodo de sueño no fue precisamente un descanso y estáis en la necesidad de recuperar energías.

Lo que aceptáis en esos contratos, es básicamente que aceptáis ser drenados, tratados como parásitos, controlados mentalmente, aceptáis que os implanten o que os cambien los implantes, aceptáis que os adjudiquen un guía o que vuestro cuerpo sea un foco de pruebas, muestras genéticas, híbridos que os borren la memoria, etc... El abanico es amplísimo, conscientemente jamás aceptarías nada de esto, pero en el astral es más fácil inducirte al engaño. Después te borran la memoria consciente, y sufres las consecuencias sin encontrar explicación a ciertos sucesos que ocurrirán en tu vida a partir de ese instante.

Recupera tu energía.

No solo debéis romper vuestros contratos, no solo se hace imperioso romper todo lo acordado para recuperar libertad y soberanía, también se trata de recuperar toda la energía que te robaron, transmutarla e integrarla de nuevo en ti.

Primero rompe con tus guías, es probable que pienses que no tienes, ya que estos jamás se pusieron en contacto contigo, y tu vida no parece guiada por un ser de luz, sino más bien por un... ¡pues eso! Bueno, no te lleves a engaños, esos guías no quieren tu bien; si para vivir aquí, fuera necesario un guía, ya habrían reclamado mejoras sindicales. Desengáñate de una vez con esto, los guías te son asignados lo quieras o no, y estos no tienen obligación de contactar contigo, esos guías solo se limitan a supervisarte, no a guiarte, y reportarán cualquier novedad que tenga valor y requiera ser notificada a su superior jerárquico. Para que te hagas a una idea, ese guía es un simple operario que monitorea todos tus movimientos, ¿qué clase de pastor no conoce a su ganado?, pues eso...

Una vez que hayas roto con tus guías, tienes que empezar a romper todo tipo de acuerdos sean pasados, presentes o futuros, en esta u otras dimensiones, aunque sean en sueños. Es importante que sepas que el orden de factores no altera el producto, así que puedes romper contratos en el orden que quieras, lo importante es que los rompas.

Una vez hayas roto con todo, recupera tu energía; según rompas contrato acto seguido reclama tu energía, simplemente a través de tu intención y tu voluntad. Una de las formas de tener una mínima certeza de que estás haciendo esto bien, es que te relajes mientras haces ese llamado a tu energía para que vuelva a ti.

No pienses que esto es coser y cantar, es probable que romper esos contratos te lleve semanas o quizás meses. No va a ser fácil  pero una vez empieces, si esto tiene efecto y has logrado algo, por mínimo que sea, comenzarán a atacarte, se creará un ambiente hostil, y las personas a las que quieres se enfrentarán a ti, sin motivo aparente, se creará un ambiente muy tóxico, y tus sueños no serán nada placenteros. Llegado el caso, es momento de insistir, ya que será señal de que lo estás haciendo bien. Llegará un momento que el gasto de energía no les compense y acaben soltando a la presa. Eso sí, en cuanto bajes la guardia tratarán que bajes tus frecuencias y volver a tomarte prisionero.
Con el tiempo recuperarás tu equilibrio emocional, ya no tendrás esos bajones inexplicables, esos períodos depresivos o de cierta melancolía, y según recuperes energía notarás como ya no te afectan tanto los ataques tóxicos (estos no remiten nunca), y te darás cuenta que no solo es fácil salir airoso en según qué ambientes, sino que tu burbuja energética se fortalece.

No caigas en falsas creencias, estas cosas no son la sombra de tu ego, ni el lado oscuro de tu creación, es que te están interviniendo, te están exprimiendo como a un limón, y esto te enferma y te mata poco a poco. Puedes seguir creyendo lo que te dé la gana, pero has de saber que tú formas parte de un menú muy exclusivo. Todo gira en torno a la energía; es curioso como de algún modo, en este sistema, acabas pagando por todo, sea con dinero, trabajo o energía.

Y por supuesto no te plantees salir de esa Matrix sin romper los lazos que te atan a ella, y olvídate de esos charlatanes que te "soplan" X euros por su método. Es la toma de conciencia y la intención, lo que hacen que la voluntad tenga el poder que necesitas. Si no das estos pequeños pasos para luchar por tu libertad, es porque quizás necesitas más al sistema que el sistema a ti.

Con Dios no se contrata así.



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