jueves, 28 de mayo de 2015

Indispensable

Si comparáramos a dos personas que hacen la misma actividad, pero con la diferencia de que uno de ellos pone el corazón y el otro la fuerza,¿quién crees que haría un mejor trabajo?
Lo cierto es que la fuerza ayuda cuando la aplicamos en lo que realizamos pues se la necesita; en cambio, cuando se pone el corazón la fuerza va incluida en el mismo desempeño y trae consigo satisfacción no solo personal sino de Dios, cosa que no pasa cuando lo hacemos solamente por obligación o apariencia.
1 Corintios 13:1-3 (NTV) dice: “Si pudiera hablar todos los idiomas del mundo y de los ángeles pero no amara a los demás, yo solo sería un metal ruidoso o un címbalo que resuena. Si tuviera el don de profecía y entendiera todos los planes secretos de Dios y contara con todo el conocimiento, y si tuviera una fe que me hiciera capaz de mover montañas, pero no amara a otros, yo no sería nada. Si diera todo lo que tengo a los pobres y hasta sacrificara mi cuerpo, podría jactarme de eso; pero si no amara a los demás, no habría logrado nada.”
En todo lo que hagamos es prioritario poner amor dentro de nuestras acciones, dado que como cristianos estamos llamados a manifestar a otros lo que hemos recibido de Dios. ¿De qué nos serviría ser y hacer grandes maravillas, pero sin amor? Seríamos como el metal frío, sin vida, y no seríamos nada. Así también, si “siguiéramos” a Dios sin amarlo seríamos solo religiosos.
Lo indispensable para la vida es tener amor, y como el amor proviene de Dios debemos tener una estrecha relación con Él.
Si reconoces que te falta lo indispensable, no es tarde para pedir y recibir del Señor humildemente, ese gran motor que te ayudará a hacer todo con amor.
Ten por seguro que te ama y quiere que tú ames de igual forma.

¿Hasta Cuándo?

“Solo triunfa en la vida quien se levanta y busca a las circunstancias, y las crea si no las encuentra.” George Bernard Shaw
Unas preguntas que muchos de nosotros nos hemos hecho en la vida son “¿Hasta cuándo esta situación? ¿Hasta cuándo esta tristeza? ¿Hasta cuándo este dolor? ¿Hasta cuándo voy a seguir así? ¿Por qué a mí? ¿Cuándo estaré tranquilo?, ¿feliz?”
Muchas personas viven en una situación de problemas tras problemas, problemas en el hogar, problemas en el trabajo, problemas con las finanzas...; total, que los problemas nunca acaban. La pregunta no es ¿cómo resuelvo el problema?, sino ¿cómo afronto el problema? Al fin y al cabo los problemas son parte de la vida misma y como decía Albert Einstein “Los problemas que creamos lo hicimos con un nivel de pensamiento, y para resolverlos necesitamos tener un nuevo nivel de pensamiento.”
Si tienes problemas, ante todo alégrate de estar vivo, porque el que no tiene problemas está muerto. Hasta las personas que consideras que tienen éxito o que les está yendo bien en la vida enfrentan problemas. La clave es cómo manejo el problema, cómo lo enfrento. Deja ya de quejarte y preocuparte por los problemas, y aprende primeramente a confiar en Dios.
Jesús dice: “Ustedes viven siempre angustiados; siempre preocupados. Vengan a mí, y yo los haré descansar.” Mateo 11:28 (BLS)
“Así que pongan sus preocupaciones en las manos de Dios, pues él tiene cuidado de ustedes.” 1 Pedro 5:7 (BLS)

En el Camino

Dios… me respondió en el día de mi angustia, y ha estado conmigo en el camino que he andado. Génesis 35:3.
Bernabé…contó como Saulo había visto en el camino al Señor, el cual le había hablado. Hechos 9:27.
Reflexión - En el CaminoLos evangelios nos presentan varios caminos por los que el Señor Jesús anduvo. Simbolizan situaciones particulares de nuestra vida, en las que el Señor quiere ver cómo reaccionamos. Por ejemplo: En el camino que va de Jerusalén a Jericó, un hombre cayó en manos de ladrones (Lucas 10:30). Fue robado, cubierto de heridas y quedó “medio muerto”.
¡Camino de amargura y decepción! Puede que hoy alguien esté en esta situación: vacío de afectividad y degradado moralmente. En tal camino, el Señor Jesús (el buen Samaritano de la parábola) no vacila en acercarse, “movido a misericordia”, para vendar nuestras heridas. Pero es necesario dejarle obrar para experimentar su ayuda.
Otro ejemplo: El Señor Jesús envió a uno de sus discípulos “por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto (Hechos 8:26), al encuentro de un hombre, funcionario de la reina de Etiopía. Este relato nos enseña que, rico o pobre, uno puede estar muy solo, como ese hombre en un camino desierto. Dios oye las preguntas secretas e incluso en el camino de la soledad escogerá el medio de manifestarse: puede ser mediante una experiencia, un encuentro o una palabra. Como lo hace a través de toda la Escritura, Dios le anunciará “a Jesús” (v. 35), porque fue en Jesús como Él se reveló.

Cumpliendo Nuestra Labor

Desde que somos concebidos en el vientre de nuestra madre, entramos en un proceso de desarrollo y crecimiento constante, y cada etapa es de vital importancia para nuestra vida y bienestar. En ningún momento esas etapas pueden alterarse, pues además de inviable, traería riesgos y consecuencias graves para nosotros. Por algo duramos nueve meses  de gestación, y después, al llegar al mundo, vamos creciendo lentamente, gateamos, luego caminamos... hasta que llegamos a correr y tener estabilidad.
por la gracia de Dios
En el área espiritual pasa exactamente lo mismo, alguien siembra una semilla en nuestro corazón, la cual va creciendo y desarrollándose pasando por diferentes etapas, pero la intención principal es crecer y mantenerse, y además, hay muchos factores que pueden afectar ese crecimiento. Consecuentemente a éstos, veamos por ejemplo, ¿qué pasa si un feto deja de crecer?, lo más probable es que llegue a la muerte. Similar es nuestra vida espiritual: cualquier factor que la detenga, directamente la llevará a la muerte.
Claro está que muchas personas sobreviven porque Dios así lo ha querido, y coloca personas a su alrededor para mantener a ese alguien con vida, médicos, enfermeros, padres etc...., pues el bebé solito no se va a cuidar, ni alimentar, ni aprender. Es por esto que a las personas, cuando empiezan a caminar con Dios, se les llama bebés espirituales, porque necesitan del prójimo para que les ayuden, guiándolos, dándoles alimento espiritual, aconsejándolos, orando por ellos...; para que no se mueran espiritualmente.

Dar antes que recibir

Y éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos.” (Juan 15:12,13)
La historia trata de dos hombres muy enfermos que compartían la misma habitación en un hospital. A Lucas lo habían ubicado en la cama que daba a la única ventana del cuarto, mientras el lecho de Pablo estaba en el otro extremo, sin ninguna posibilidad de ver hacia afuera. Y así pasaban ambos enfermos, conversando desde sus respectivos sitios sobre familia, trabajo, amigos…
Ahora bien, cuando por sugerencia médica sentaban a Lucas en su cama, éste se dedicaba a describir a su compañero lo que veía en el exterior. Le relataba acerca de un hermoso bosque con toda clase de animales; un lago con cisnes; un césped y un jardín con exóticas flores; niños jugando a su alrededor haciendo volar cometas; jóvenes enamorados paseando… etc. De manera, que mientras Lucas describía las imágenes que desfilaban ante sus ojos, Pablo cerraba los suyos, imaginaba y se sentía parte de las pintorescas escenas narradas.
Lamentablemente, una mañana la enfermera y luego Pablo, constataron la muerte de Lucas .
Tiempo después, y tan pronto como le pareció oportuno, el entristecido Pablo pidió a la enfermera que lo trasladase hacia la cama cercana a la ventana, donde había estado ubicado su amigo. Deseaba ver por sus propios ojos, aquellas coloridas imágenes que durante tantos días Lucas le había relatado.
Y así lo hicieron;  pero cuando Pablo estuvo en condiciones de poder mirar a través de la ventana, constató con sorpresa, que afuera no había ningún paisaje, ningún bosque, ni lago, ni jardines, ni niños… Por el contrario, lo único existente era un enorme muro blanco.
Contrariado, Pablo preguntó a la enfermera qué razón habría llevado a su compañero de cuarto a describir algo inexistente. Y la enfermera le respondió: “Imposible que lo viera; Lucas era ciego…”