¿Cómo
se pueden comprender algunas cosas que se desarrollan o suceden en el mundo
espiritual? Esto se logrará si se aprende a mirar con el "tercer
ojo": la exploración del mundo espiritual.
En
este momento, la ciencia tiene su auge con la civilización moderna. Es una época en la que se mide hasta dónde puede llegar la
razón del hombre.
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No obstante, la fe no es una
ciencia basada en la razón, no se descubre ni se desarrolla en base a la misma.
Aun así, muchos cometen el error de considerar a la fe como un mecanismo del
alma, de la razón y de la ciencia.
Algunos modernos teólogos,
intentan explicar la fe desde el punto de vista de la
ciencia. Erróneamente, llegan a la conclusión de que La Biblia es
sólo un mito antiguo. Esto es un grave error. La Biblia, que relata episodios
de encuentros entre el Dios eterno y el hombre temporal, no puede ser
considerada como un mero objeto de análisis académico.
Obviamente, la razón adquiere un
mayor conocimiento a través de los sentidos, es decir, comprendemos,
perseguimos y sistematizamos los objetos a través de los sentidos: la vista,
oído, olfato, gusto y tacto. Pero Dios habita en el mundo espiritual, un mundo que está
por encima del mundo sensorial. De manera que resulta imposible conocer y
percibir a Dios por medio del alma. Sólo es posible conocer a Dios a través del
tercer ojo, es decir, el ojo espiritual.
¿Y cómo podemos conocer a Dios a través del tercer ojo?
Pues por medio de nuestro espíritu. La vida cristiana se lleva a cabo en el
espíritu, no en el alma. Nuestro espíritu no vive de la razón, sino de la
inspiración divina, es decir, de la visión. Por eso la vida cristiana no está
en un plano racional ni carnal, sino espiritual. El mundo espiritual abraza al
mundo racional, y éste ocupa apenas una porción muy pequeña en el mundo
espiritual. La vida cristiana consiste en comprender y creer en la Palabra de
Dios mediante la revelación espiritual, para luego recibir la salvación,
quebrantar la carne y administrar la vida mortal mediante el alma.
Podemos ver el mundo espiritual,
cuando nacemos de nuevo en agua y en el Espíritu Santo. No es que nuestro
espíritu, por sí mismo, pueda conocer el mundo espiritual. El hombre posee
espíritu, sí, pero para llegar al conocimiento del mundo espiritual, tenemos que
nacer de nuevo en agua y en el Espíritu Santo, tal como advirtió Jesús a
Nicodemo.
El Espíritu Santo mora en
nosotros, una vez que recibimos a Jesús y recibimos el perdón de nuestros
pecados. Es entonces, cuando comenzamos a creer que La Biblia es La Palabra de
Dios. No es que "comprendamos" La Biblia, sino que la "creemos".
Y no queda, entonces, margen a la duda en cuanto a la Creación, la división del
mar Rojo, el nacimiento virginal de Jesús, el milagro de los cinco panes y los
dos pescados, y la resurrección de Jesús pasados los tres días de su muerte en
la cruz. Toda aquella palabra que uno no podía comprender por medio de la razón
y los sentidos, es revelada de tal forma, que uno comienza a creer como si la viera o escuchara directamente.
De esto trata el mundo
espiritual, del mundo de la fe. La fe pertenece al mundo espiritual. Por
añadidura, no la vemos con nuestros ojos físicos pero la tenemos, y ejerce
una gran influencia en el plano espiritual.
En cierta oportunidad, una
persona que había sido disciplinada en un grupo sectario, dijo que creía que su
líder era el supuesto salvador, pues le veía revelarse en sueños y visiones. En
uno de esos sueños, después de comer, repentinamente apareció el líder, y al
tocar su cabeza le dijo:
–Difícilmente serás
un dragón, pero sí una gallina. Sé fiel tal como eres.
Esto le llevó a
pensar que él era "dios". Estamos hablando de los grupos sectarios, que dicen: "Vengan y crean, y así
recibirán revelación". Además, dan testimonio de lo que han visto.
Esta clase de manifestaciones
sucede muy frecuentemente, no solamente en los grupos sectarios, sino también
en otras religiones. ¿Por qué? Porque hay un espíritu mortal que ejerce su
poder. Les hace creer que esa es la verdad, pero terminan en la perdición.
Sin embargo, la lucha
por la fe es una lucha espiritual, de modo que resulta innecesario
argumentar en contra de las teorías que presentan los grupos sectarios. No es
cuestión de discutir cuestiones teológicas para que ellos se percaten. En caso
de que la fe fuera una cuestión del alma o de la carne, sería factible producir
un cambio en ellos. Sin embargo, la fe es espiritual y, por consiguiente, no es
posible persuadirles con teorías teológicas.
Pero entonces, ¿cómo podemos echar
fuera al espíritu equívoco que ha atado a una persona? Esto es posible por medio del
ayuno y de la oración. Podemos echar fuera al espíritu maligno con estos
medios.
En algunas versiones de Mateo 17:21 se dice que Jesús le contestó
a los discípulos: "Esta
clase de demonios sólo puede ser expulsada a fuerza de ayuno y oración".
El apóstol Pablo dijo: "Porque nuestra lucha no es
contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra
potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales
malignas en las regiones celestiales"(Efesios 6:12).
Debemos recordar, que las
palabras que salen de la boca de las personas que siguen a ciertas sectas, no
son palabras naturales, sino que están influenciadas por espíritus malignos. Es
recomendable por lo tanto, evitar hablar de ciertas cuestiones con ellos.
Tito 3:10-11 dice: "Al que
cause divisiones, amonéstalo dos veces, y después evítalo. Puedes estar seguro
de que tal individuo se condena a sí mismo por ser un perverso pecador". Y en 2 Juan 10-11 nos advierte:
"Si alguien los visita y no lleva esta enseñanza, no lo reciban en casa ni
le den la bienvenida, pues quien le da la bienvenida se hace cómplice de sus
malas obras". Hay quienes dicen: "¿Qué tiene de malo hablar con
ellos?" Pero la fe es espiritual, de manera que siempre es mejor evitar la
influencia de esta clase de espíritus.
Desde luego, anunciar el mensaje del
Evangelio no es promover una teoría, sino transmitir el poder del Espíritu
Santo. En otras palabras, es conectar al Espíritu Santo con aquellos que aún no
lo conocen.
Asimismo, los que están bajo la
influencia de espíritus del mal, transmiten su esencia a través de sus
mensajes.
Por lo tanto, el hecho de discutir cuestiones teológicas con personas que se encuentran cautivas bajo ciertas creencias, es una lucha espiritual y no tiene sentido discutirlas. Eso sí, como cristianos, debemos procurar que el poder del Espíritu Santo sea transmitido por medio de nuestras palabras, llenas de su presencia, pero no discutirlas y menos, con quien no conduce a nada.
Por lo tanto, el hecho de discutir cuestiones teológicas con personas que se encuentran cautivas bajo ciertas creencias, es una lucha espiritual y no tiene sentido discutirlas. Eso sí, como cristianos, debemos procurar que el poder del Espíritu Santo sea transmitido por medio de nuestras palabras, llenas de su presencia, pero no discutirlas y menos, con quien no conduce a nada.
En Hechos, vemos que el rey
Agripa, después de oír el mensaje de salvación por parte de Pablo, reacciona y
dice: "Un poco más
y me convences a hacerme cristiano"(26:28). Esto se debe a que, mediante el
mensaje de Pablo, el Espíritu Santo había capturado el corazón del rey. No es
posible concebir la fe sin la obra del Espíritu Santo, de manera que es absurdo
juzgar, comprender y creer en Jesús por medio de la razón.
El motivo por el que podemos
creer en Jesús, sin entender todas las cosas completamente mediante la razón,
se debe a que el Espíritu Santo hace evidente a Jesús en nosotros. En
consecuencia, es imposible anunciar el Evangelio sin la obra del Espíritu
Santo.
Efesios 4:30 dice: "No
agravien al Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron sellados para el día de
la redención". El sello implica posesión y
garantía. El Espíritu Santo nos sella y nos dice: "Mío eres" hasta
el día en que entremos al Reino de los cielos. Además, nos garantiza que somos
el pueblo de Dios y nos brinda protección.
En consecuencia, reconozca, dele
la bienvenida y acepte al Espíritu Santo para que pueda producir mucho fruto en
la evangelización.
Por
más que hayamos estudiado mucho y descubierto la verdad, si no contamos con
la obra del Espíritu, nuestro mensaje se tornará emocional y no producirá
vida en aquellos que lo escuchan. El mundo espiritual se transmite mediante
nuestro espíritu. En caso de que tenga que salir a evangelizar, o tenga
alguna disputa con algún grupo de otra creencia, es fundamental que esté protegido
espiritualmente. Alcanzaremos la victoria, si tan sólo nos dejamos llenar por
el Espíritu Santo mediante el ayuno y la oración, antes de realizar una labor
espiritual.
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