sábado, 29 de octubre de 2016

La Maldición De Los Malos Hábitos

Hace unos años un zoológico de Denver, Colorado, recibió un oso polar. Desafortunadamente, el zoológico no tenía un hábitat particular para este oso. Pero, ¡albricias!, estaban en medio de una campaña para recaudar fondos, de manera que alteraron los planes para que incluyera el hábitat preciso para este oso polar.
No obstante, el oso esperó tres años en una jaula que solamente le permitía dar tres pasos de un lado a otro. Y ese fue su estilo de vida en tres años. Finalmente, el oso fue introducido a su nuevo y hermosísimo hábitat; con unas cascadas preciosas, una cueva grande, un tremendo césped y un lago enorme para que pudiera nadar y jugar.
Resultado de imagen de oso polar en zoológico
Pero durante las siguientes semanas, el oso continuaba dando tres pasos de un lado a otro, estaba atascado. No solamente estaba encarcelado por el zoológico, también estaba atascado mentalmente en un hoyo. El oso había llegado a sentirse cómodo en su entumecimiento. Se había convertido en una criatura de hábitos.
Qué triste, el oso eligió vivir a un nivel inferior del que el zoológico le estaba ofreciendo. Muchas personas son iguales que ese oso, entumecidos por sus malos hábitos. Viviendo a un nivel inferior del que Dios les ha ofrecido.
Muchas personas son más esclavas que libres. Así como el oso polar, han llegado a sentirse cómodos en su entumecimiento, conformes, atascados, criaturas de hábitos.  Encarcelados por los atascos subliminales de los malos hábitos, tan profundamente arraigados en su vidas que ni siquiera saben que están ahí.

La oración y la santidad

En la medida que desarrollamos una vida de oración, también crecemos en la santidad con Dios.
La palabra del Señor dice en 1 Pedro 1:15-16 “…Sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: sed santos, porque yo soy santo…”
Resultado de imagen de La oración y la santidadEl significado de la palabra Santidad no es ausencia de pecado, más bien es reflejar el carácter de Dios en nuestro propio carácter. Es en este sentido que Dios dice: Sed santos, es decir, estad apartados; pero, ¿apartados de qué? Apartados del MUNDO.
1 Juan 2.15-17 dice: “…No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre…”
Esto nos habla de tres cosas a las cuales debemos renunciar como cristianos:
I. El Mundo.
No se refiere al globo terráqueo, no se refiere a la gente del mundo, se refiere al sistema mundano de pensamiento, a la forma en que el mundo piensa acerca de los deseos, porque estos deseos privilegian la carne antes que los deseos de Dios. En lugar de dar rienda suelta a los deseos de la carne, debemos darle prioridad a la voluntad de Dios; ésta es una nueva forma de pensar.

Como una madre

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. 1 Juan 4:10
Una joven, que había perdido a su madre cuando era niña, le decía a una amiga: «¡Si pudiera robarle a alguien, yo le robaría una madre!»
Si hiciésemos una clasificación de los afectos, el de una madre por sus hijos aparecería sin duda ocupando el primer lugar en la lista. Pues bien, a ese amor el profeta Isaías compara el amor de Dios por su pueblo: Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros” (Isaías 66:13). Sin embargo, el amor materno es una débil imagen del “amor de Cristo, que excede a todo conocimiento” (Efesios 3:19). Dios nos mostró este amor al entregar a su Hijo amado para que muriese por nuestros pecados en la cruz. Lo envió “en propiciación por nuestros pecados”. Así, toda persona que acude a Él encuentra un Dios favorable, dispuesto a perdonarle si acepta la salvación que nos ofrece por medio de Jesucristo.

Frutos del Espíritu

Una persona nacida de nuevo tiene algo especial, tiene frutos del espíritu, ¿cuáles son esos frutos?
El que encabeza es el Amor. Este primer fruto es Jesucristo viviendo en esa persona, y precede al siguiente fruto que es el... 
Resultado de imagen de Frutos del EspírituGozo; este fruto denota un espíritu nuevo de gozo en medio de alegrías o tristezas. Este gozo es producto de saber que ya no se pertenece a sí mismo, se pertenece al Rey de reyes. No depende de si se tiene o no tiene dinero, al contrario, se goza cualquiera que sea su estado (abundancia o escasez).
Paz; este tercer fruto es algo especial que hay en el corazón agradecido del nuevo nacido, no hay enemistad entre la otra parte y Él, o sea, entre Dios y Él.
Paciencia, este fruto se va desarrollando a medida que se va avanzando en la vida cristiana; no es sencillo, pero los frutos anteriores hacen que ésta sea puesta en juego. 
Benignidad, que significa bien concebido, o sea, otra nueva naturaleza, hecha para el bien y no para lo malo. Ésa es el corazón de un Cristiano que vive agradando a Dios.
Bondad, producto de su nueva naturaleza, de la de su Padre, bueno, generoso.
Templanza, es un equilibrio, es la moderación del carácter, un actuar con sabiduría apegado a la palabra De Dios.
Mansedumbre, es un fruto que da suavidad en el trato con los demás, es una nueva cualidad que da El Espíritu Santo dentro de la persona, aunque ésta fuera iracunda en el pasado.
Fe; este fruto es también algo especial, pues nos hace seguir confiando hasta ver al autor y consumador de la Fe un día. La fe nos hace ser aceptos a Dios.