martes, 1 de agosto de 2017

El Lado Positivo del Fracaso

Una persona que siempre viajaba liviana de equipaje personal era la hermana Frances Cabrini.
En marzo de 1889, cuando la monja de treinta y ocho años de edad, abandonó el barco en la isla Ellis, estaba pensando en la tarea que la esperaba: ayudar a establecer un orfanato, una escuela y un convento en la ciudad de Nueva York. No estaba preocupada con ninguno de los problemas de su pasado, aunque había tenido muchos.
Francesca Lodi-Cabrini nació a los siete meses de gestación en la ciudad lombarda de San Ángelo, Italia, donde pasó su enfermiza niñez. A los seis años, tomó la decisión de ser misionera en China. Pero la gente se rió de su sueño.
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«Una orden misionera jamás aceptará a una niña que se está enferma la mayor parte del tiempo», le dijo, mofándose, su hermana Rosa.
A los doce años, hizo votos de castidad y cuando alcanzó la edad mínima de dieciocho, presentó una solicitud de incorporación al convento de las Hermanas del Sagrado Corazón. Pero fue rechazada debido a su mala salud.
Pero el rechazo no haría que la Cabrini se diera por derrotada en su sueño de ministrar en Asia. Empezó a hacer cuanto podía en su propia villa para desarrollar fuerzas y probar que valía.
Enseñó a los niños del barrio. Se preocupó de cuidar a los ancianos. Y cuando se presentó una epidemia de viruela, atendió a las familias y amigos hasta que cayó enferma. Después de recuperarse, volvió a presentar la solicitud al convento. De nuevo la rechazaron.

Efectos de la gratitud y la alabanza

El temor de Jehová es manantial de vida que aparta de los lazos de la muerte. Proverbios 14;27
Resultado de imagen de Efectos de la gratitud y la alabanzaNada tiende más a fomentar la salud del cuerpo y del alma que un espíritu de agradecimiento y alabanza. Resistir a la melancolía, a los pensamientos y sentimientos de descontento, es un deber tan importante como el de orar; pues si estamos destinados para el cielo, ¿cómo es posible portarnos como un séquito de plañideras, gimiendo y lamentándonos a lo largo de todo el camino que conduce a la casa de nuestro Padre?
Los profesos cristianos que están siempre lamentándose y parecen creer que la alegría y el gozo fueran pecados, desconocen la religión verdadera. Los que solo se complacen en lo melancólico de la naturaleza, que prefieren mirar hojas muertas a hermosas flores vivas, que no ven belleza alguna en los altos montes ni en los valles cubiertos de verde césped, que cierran sus sentidos para no oír la alegre voz que les habla en la naturaleza, música siempre suave para todo oído atento, los tales no están en Cristo. Se están preparando tristezas y tinieblas, cuando bien podrían gozar de dicha, y la luz del Sol de justicia podría despuntar en sus corazones llevándoles salud en sus rayos. Puede suceder a menudo que nuestro espíritu se nuble de dolor. No tratemos entonces de pensar. Sabemos que Jesús nos ama y comprende nuestra debilidad. Entonces debemos hacer su voluntad descansando sencillamente en sus brazos.

Acceso privilegiado

Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos. Os habéis acercado a Dios, Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos. Hebreos 12.22-23
Aunque era solo una réplica, el tabernáculo en el sur de Israel inspiraba reverencia. Construido a tamaño real y lo más cerca posible de las especificaciones de Éxodo 25–27, se erguía en el desierto del Neguev.
Cuando nos llevaron con el grupo turístico por el «lugar santo» hasta el «lugar santísimo» para ver el «arca», algunos titubeamos. ¿Acaso no era este el lugar más santo, donde solo el sumo sacerdote podía entrar? ¿Cómo podíamos entrar de manera tan simple?

Es de imaginar el temor de los israelitas cada vez que se acercaban a la tienda de reunión con sus sacrificios, sabiendo que estaban entrando en la presencia del Todopoderoso. Y cuán admirados estarían cada vez que Dios tenía un mensaje para ellos, entregado a través de Moisés.
Hoy podemos acercarnos directamente a Dios con confianza, sabiendo que el sacrificio de Jesús derribó la barrera entre nosotros y Dios (Hebreos 12:22-23). Cada uno de nosotros puede hablar con Dios cuando quiere, y escucharlo directamente al leer su Palabra. Disfrutamos de un acceso directo que los israelitas ni soñaban. Que nunca lo desestimemos, y que podamos valorar este asombroso privilegio de acercarnos al Padre como sus hijos amados cada día.
Gracias, Padre, por poder acercarnos a ti, sabiendo que la sangre de Cristo nos perdonó y nos limpió.
A través de la oración, tenemos acceso directo a nuestro Padre.