martes, 26 de junio de 2018

¿Qué voz escuchas?

Todos los días escuchamos multitud de voces a nuestro alrededor; gritos de una sociedad que nos pretende influenciar a toda costa, personas que tratan de limitar nuestra libertad para que nos sujetemos a costumbres y creencias contrarias a Dios, voces que sin pedir permiso entran en nuestro interior y quieren engañarnos, voces que nos atrapan y de las cuales es difícil escapar... Todo sucede muy rápido y no nos damos cuenta.
Resultado de imagen de ¿Qué voz escuchas?Vamos al cine y aparecen escenas en donde se acepta el sexo antes del matrimonio, soberbia y violencia, entre otras cosas. Luego llegamos a casa, vemos la televisión y escuchamos noticias sobre secuestros, muertes, etc. Y en seguida vienen a nuestra mente los recuerdos de aquellas palabras que en algún momento dañaron nuestro corazón, como un padre que solo decía palabras destructivas, o un maestro que nos dijo que no éramos lo suficientemente competentes como para finalizar nuestros estudios, o un líder que nos menospreció y nos dijo que no podía confiar en nosotros, un esposo(a) que nos ofende, etc, todas esas voces se hacen presentes y nuestra mente se embota. Sin embargo, en medio de toda esa confusión, la voz de Dios continuamente nos está llamando, sin que algunas veces la oigamos.
¿De qué manera debemos estar alerta?
  • Sometiendo los pensamientos a la verdad de Cristo (2da. Corintios 10:5) y portando el yelmo o casco de la salvación como parte de nuestra armadura (Efesios 6:17).
  • No dejándonos influenciar por todo lo que escuchamos y renovando nuestra mente a través de la palabra de Dios (Romanos 12:2).
  • Estando en continua comunicación con Dios para evitar caer en la tentación (Mateo 26:41)
¿Y cómo podremos reconocer la voz de Dios con tanto ruido?
  • Debemos escuchar atentamente la voz de Dios (Deuteronomio 28:1) a través de la revelación de su palabra y/o en la oración.
  • Debemos pasar tiempo con Él diariamente (Juan 10:27).
A medida que busquemos a Dios, Él nos hará ser sensibles a su voz y propósito. De la  misma manera en que reconocemos la voz de nuestros padres cuando nos hablan por el móvil, en que sin decir sus nombres sabemos quiénes son, así podremos reconocer la voz de Dios a través de nuestra comunión con Él. Esto representa un esfuerzo de búsqueda, pero nuestra relación con Él se fortalecerá y su voz nos guiará.
A lo largo de la vida escucharemos muchas voces, mensajes que nos harán crecer y otros que querrán dañar nuestro corazón. Sin embargo en medio todo ese ruido, la voz de Dios siempre estará presente. Él quiere que reconozcamos su voz y le obedezcamos. Siempre estará dispuesto a hablarnos. ¿Pero le prestaremos atención? Decidamos buscarle con todo nuestro corazón para ser sensibles a su voz, y a pesar de todo lo que escuchemos, tengamos claro lo que Él quiere para nosotros, de forma que su perfecta voluntad se haga presente en lo que vemos, escuchamos, pensamos y vivimos.

Corazón Valeroso

Se cuenta la historia de un querido miembro de una iglesia, que falleció después de una larga vida de amor y servicio.
En el funeral, sus hijos se levantaron uno por uno a contar historias referentes a su padre, y pronto pudo observarse una característica en común: que su más singular y extraordinaria cualidad fue su voluntad para servir a otros, sin importar cuál fuera la necesidad.
Resultado de imagen de Corazón ValerosoEra uno de esos hombres siempre dispuestos a tender una mano, hacer un favor, algún trabajo peculiar, o simplemente ofrecer un transporte a alguien. Una de sus hijas mencionó que adondequiera que se dirigía, llevaba consigo una caja de herramientas y un par de vestimentas de mecánico en el maletero del coche, “por si acaso alguien necesitaba una reparación”.
Muchas veces, cuando escuchamos la palabra “coraje”, pensamos en actos heroicos en períodos de crisis. No obstante, en nuestra vida cotidiana, no debemos pasar por alto la valentía de simplemente estar ahí. Las vidas cambian cuando con fidelidad proveemos para nuestras familias, cuidamos de los ancianos, o prestamos atención a un amigo en dificultad. Persistir en hacer de este mundo un mejor lugar para vivir, es definitivamente una expresión de coraje.
Albert Schweitzer, el gran misionero cristiano, doctor y teólogo, fue una vez interrogado en una entrevista. Le pidieron que mencionara el nombre de una gran persona viva en la actualidad. De inmediato respondió: “La persona más genial en el universo es aquel individuo desconocido que, en este mismo instante, ha acudido en amor a socorrer a otro”.
Mientras se desarrolla tu día, recuerda que podrías ser el héroe de alguien.
3 Juan 1:5
Amado, fielmente te conduces cuando prestas algún servicio a los hermanos, especialmente a los desconocidos.

¿La Gracia de Dios sana o salva?

En el mundo evangélico de nuestros días se escucha mucho hablar de la sanidad del cuerpo. Muchos predicadores hacen uso de la frase “en el nombre de Jesús” para impresionar a otros con sus aparentes prodigios y milagros.
Es cuestionable si han estudiado algo sobre la Divina Soberanía de Dios, pues parecen querer mover el poder de Dios según sus propios caprichos y antojos.
¿Sana Dios a todos? ¿Siempre será la voluntad de Dios sanar nuestros cuerpos de muerte? ¿Es otorgada la sanidad a todos los cristianos?
No hay la menor duda de que Dios tiene todo el poder para sanar y puede hacerlo a quien quiere y cuando Él quiere hacerlo; sin embargo, debemos aprender a vivir con enfermedades y dolores, y aún en medio de todo dar la gloria a Dios porque nos permite respirar y existir todavía.

La mujer con flujo de sangre
Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva. (Mateo 9:20-21).
No sabemos la causa de la enfermedad de esta mujer, lo que sí sabemos es que sufría su dolor en secreto. No se nos dice nada más, sino que se trataba de un "flujo de sangre" o sea de hemorragias, y que ya hacía doce años que padecía de éstas. El evangelio de Marcos nos dice: y había sufrido mucho, había recurrido a los médicos y había gastado todo lo que tenía y nada había aprovechado, antes le iba peor. (Marcos 5:26).
Después de muchos años de sufrimiento, hemos de suponer que su salud había decaído, y que se encontraba pálida y decaída. En cambio su fe era firme y enérgica, de manera que se había atrevido a mezclarse con la multitud para acercarse a Jesús en público, para tocar el borde del vestido del Señor.
Sabemos que como resultado de su acto de fe, la gracia de Dios fue derramada de una manera inmediata sobre ella, y Jesús le dijo:
el borde del vestido de JesúsTen ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora. (Mateo 9:22).
La gracia de Dios, en este caso, no solo sanó sino que también salvó. Jesús hace un milagro inmediato, le concede la sanidad de su cuerpo y le asegura la eterna salvación de su alma. ¿Qué valdrá más: ser sanado en este mundo temporal o ser salvado de la perdición eterna?

Vivimos sumergidos en un mundo secular, materialista y humanista. Los hombres de hoy queremos vivir más, rejuvenecer, tener más y disfrutar de esta vida. No estamos pensando para nada en una eternidad con Cristo, ni en la salvación eterna de nuestras miserables almas. Hoy en día la preocupación está enfocada en el cuerpo y no en el espíritu.