sábado, 7 de mayo de 2016

La victoria de Jesús en la cruz

Ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia… sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe. Filipenses 3:9
(Dios) levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación. Romanos 4:24-25
Durante mucho tiempo luché para construir mi propia justicia según mi concepción personal, pero nunca era suficiente. ¿Cómo podría olvidar el gozo que me inundó, cuando por la fe miré al Salvador clavado en la cruz?
“Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5). 
Me di cuenta que Jesús fue crucificado por mí. Él, que no tenía pecado, sufrió por mí que soy pecador. Por la fe pude decir: "Señor Jesús, Tú no cometiste ninguna falta, pero cargaste con las mías".

Noemí: De la Amargura a la Alegría

“Así regresó Noemí, y con ella su nuera Rut la moabita, quien quería acompañarla de todo corazón. Regresaron, pues, de la tierra de Moab al inicio de la cosecha de cebada”.
(Rut 1:22)
Noemí tenía su corazón triste, se sentía afligida y amargada. Había perdido a su esposo y luego a sus dos hijos. En compañía de su nuera Ruth, regresó a Belén de Judá. La ciudad estaba regocijada en volverla a ver, sin embargo, Noemí les dijo: “No me llamen Noemí. Más bien llámenme Maritat-naswha (amargada del alma). Rut 1.20
Se había ido llena, y años más tarde, regresaba vacía, sentía que no tenía nada. Pensaba que Dios la había afligido y castigado. Sin embargo, a pesar de las cosas tristes y negativas que ocurrieron en la vida de Noemí, algo muy bueno estaba por ocurrirle. Dios obró de una manera hermosa en la vida de Rut y Noemí. Rut en verdad amaba a su nuera y le obedecía en todo lo que ella le dijera.
Dios permitió que Rut conociera a Booz y que hallara gracia delante de sus ojos. Este hombre, al principio se mostró solidario, compasivo y les brindó alimento. Luego, cuando Rut le pide a Booz que extienda el borde de su capa sobre ella, por cuanto él era pariente cercano, él estuvo de acuerdo. Booz la redimió, se casó con Ruth y amparó a Noemí. Pero para que ustedes vean la forma tan bella en la que Dios obró en la vida de Noemí y cómo le quitó la amargura, he aquí los últimos versos que relatan lo que sucedió…
“Booz, pues, tomó a Rut, y ella fue su mujer; y se llegó a ella, y Jehová le dio que concibiese y diese a luz un hijo. Y las mujeres decían a Noemí: Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel; el cual será restaurador de tu alma, y sustentará tu vejez; pues tu nuera, que te ama, lo ha dado a luz; y ella es de más valor para ti que siete hijos. Y tomando Noemí el hijo, lo puso en su regazo, y fue su aya. Y le dieron nombre las vecinas, diciendo: Le ha nacido un hijo a Noemí; y lo llamaron Obed. Este es padre de Isaí, padre de David. “Rut 4:13-17 (Reina-Valera 1960)
¡Qué bueno es nuestro Dios, que hace grandes maravillas! Permitió que Noemí pudiera sonreír en su vejez y que ya no estuviera amargada, y a Rut la premió por su fidelidad, de tal modo que de su linaje vino nuestro querido Salvador Jesús.
Puede que tú sientas un dolor tan profundo que te parezca que ya jamás volverás a sonreír, que no hay posibilidades de que algo bueno te suceda. Pero en Cristo tú tienes un sinfín de esperanzas, no una esperanza sin fin.

Confía y espera en Dios, pues Él se encargará de obrar para que puedas volver a sonreír y gozarte de las obras que Él hace.

 

Querido Dios: No me sueltes

“¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría. Ciertamente huiría lejos; moraría en el desierto. Me apresuraría a escapar del viento borrascoso, de la tempestad”.
Salmos 55:6-8
Este silencio ensordecedor aún me rodea y más que rodearme me duele. Me duele porque aunque sé que no es cierto, las circunstancias muchas veces me hacen pensar que tu mirada se ha desviado de mí. Quizá porque aún no logro ver la luz al final de este túnel oscuro que he estado transitando.
Pero aún así, sé que tu mano no me ha dejado de sujetar ni un minuto. Aunque me pregunto si estás escuchando mis oraciones y pareciera que no es así, sé que sí, que me estás escuchando atentamente. Sé que es cuando tus ojos están más fijos en mí y tus oídos más atentos al clamor de mis súplicas. Lo sé más allá de mis sentidos y de lo que percibo o veo, porque sé que eres fiel y que me amas profundamente.
Sé que a pesar de que muchas veces no logro ni siquiera poder definirme o hablar, porque es tanto el dolor que siento que solo me cubre el silencio y el agotamiento, Tú interpretas cada cosa que te dice mi corazón casi moribundo. Y entonces le infundes vida y vuelve a latir, a sobreponerse, a luchar y enfrentar los retos que se le presentan.

En la abundancia y en la escasez

Fundamental tener esa particular disposición de dar gracias siempre por lo que uno ha recibido.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:13
No cabe duda que este versículo presenta un concepto general de la vida espiritual, pero resulta mucho más interesante el significado que tiene dentro del contexto que estaba escribiendo el apóstol Pablo. 
El tema que viene tratando este segmento del capítulo 4 es, precisamente, la respuesta del cristiano frente a diferentes estados económicos. La iglesia de Filipo había enviado al apóstol una ofrenda, acción que le produjo gran alegría. Pero Pablo aclara inmediatamente, que su alegría no es tanto por la ofrenda en sí misma, sino porque significa la oportunidad de dar para aquellos que andan nuevos en vida. En lo que a él se refería, señala que su gozo frente a la ofrenda no es …porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.
Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad (4.11 y 12). Y luego agrega: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.