martes, 11 de junio de 2019

¿Pueden las mujeres servir como pastoras/predicadoras?

Posiblemente no haya un tema más discutido en la iglesia de hoy que el tema de las mujeres que sirven como pastoras/predicadoras. Por consiguiente, es muy importante no ver este tema como hombres contra mujeres. Hay mujeres que creen que las mujeres no deberían servir como pastoras y que la Biblia pone restricciones en el ministerio de las mujeres, y hay hombres que creen que las mujeres pueden servir como predicadoras y que no hay restricciones sobre las mujeres en el ministerio. Este no es un asunto de machismo o discriminación. Es un asunto de interpretación bíblica.

1ª Timoteo 2:11-12 proclama, "La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio". Aclaremos que la iglesia Dios asigna diferentes roles a los hombres y a las mujeres. Esto es consecuencia de la manera en que la humanidad fue creada (1ª Timoteo 2:13) y la manera en la que el pecado entró en el mundo (2ª Timoteo 2:14). Dios, a través de los escritos del apóstol Pablo, restringe a las mujeres el servir en roles de enseñanza y/o tener autoridad sobre los hombres. Esto impide a las mujeres servir como pastoras sobre los hombres, lo cual definitivamente incluye predicarles, enseñarles públicamente y ejercer autoridad espiritual sobre ellos.

Sin e
mbargo, hay muchas objeciones a este punto de vista sobre las mujeres en el ministerio pastoral. 
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Una objeción común es que Pablo restringe a las mujeres enseñar, porque en el siglo primero las mujeres por regla general eran incultas. Sin embargo, en ninguna parte de 1ª Timoteo 2:11-14 se menciona el nivel educativo. De hecho, si la educación hubiese sido un requisito para el ministerio, la mayoría de los discípulos de Jesús probablemente no hubieran calificado. 

Una segunda objeción común era que Pablo solamente restringió a las mujeres de Éfeso enseñar a los hombres (1ª Timoteo fue escrita a Timoteo, un pastor en la iglesia de Éfeso). La ciudad de Éfeso era conocida por su templo de Artemisa, y las mujeres eran la autoridad en esa rama del paganismo; por lo tanto, la teoría dice que Pablo solo actuaba contra las costumbres de los idólatras de Éfeso dirigidos por mujeres, y la Iglesia tenía que ser diferente. A pesar de ello, es verdad que en ningún lugar del libro de 1ª Timoteo se menciona a Artemisa, ni Pablo menciona la práctica estándar de los adoradores de Artemisa como una razón para las restricciones en 1ª Timoteo 2:11-12.

Una tercera objeción común es que Pablo parece que solamente se está refiriendo a los esposos y las esposas, no a los hombres y a las mujeres en general. Las palabras en griego para "mujer" y "hombre" en 1ª Timoteo 2:11-14 podrían referirse a esposos y esposas. Sin embargo, el significado básico de las palabras es más amplio que eso. Además, las mismas palabras en griego son utilizadas en los versículos 8-10. ¿Solo los esposos deben orar en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda (versículo 8)? ¿Solo las esposas deben vestirse con ropa decorosa, con pudor y modestia; tener buenas obras y adorar a Dios (versículos 9-10)? Por supuesto que no. Los versículos 8 al 10 claramente se refieren a los hombres y mujeres en general, no solamente a los esposos y a las esposas. No hay nada en el contexto que indique una limitación para esposas y esposos en los versículos 11 al 14.

Sin embargo, otra objeción a esta interpretación de mujeres en el ministerio pastoral es en relación con Miriam, Débora y Hulda, mujeres que mantuvieron posiciones de liderazgo en el Antiguo testamento. Es verdad que estas mujeres fueron escogidas por Dios para un servicio especial para Él y que son modelos de fe, coraje y liderazgo. Sin embargo, la autoridad de las mujeres en el Antiguo Testamento no es relevante para el tema de los pastores en la iglesia. En cambio, las epístolas del Nuevo Testamento sí presentan un nuevo paradigma para el pueblo de Dios, la Iglesia y el cuerpo de Cristo; y ese paradigma lleva implícita una estructura de autoridad para la iglesia, no solo para la nación de Israel o para cualquier otra entidad del Antiguo Testamento.

¿Crees que Dios no te responde?

Acostumbrados a querer las cosas al instante, a veces caemos en el error de pensar que Dios, por el hecho de ser todopoderoso, responde de inmediato a cualquier oración, pero una cosa que nos cuesta y que debemos entender es que las respuestas de Dios a veces toman su tiempo. Difícilmente adoptamos una actitud de confianza cuando el panorama pinta fatal, pero la desesperación ante la “falta de respuesta” de Dios es lo mismo que la falta de fe.
me preguntoLa vista humana es tan corta comparada con lo que Dios puede ver, que nos limita a desesperarnos y creer que Dios tarda en responder porque solo vemos lo difícil y urgente de la situación; sin embargo, esto no quiere decir que Dios no esté haciendo algo al respecto.
Entre las muchas maneras de responder de Dios está el silencio, que es tal vez la más difícil de comprender de todas las respuestas; pero no por ello deja de ser importante, lo que te permitirá entender que cuando hay silencio es porque necesitas escuchar o darte cuenta de algo.
En tu espera por una respuesta, tal vez pienses que Dios te está negando algo que tú realmente deseabas, pero cada una de las respuestas de Dios, incluido el silencio, influyen de una manera positiva en nuestra vida, pues los propósitos de Dios para nosotros son mejores que los que nosotros mismos planeamos.
Si de algo puedes estar seguro, es de que Dios responde a todas las oraciones y que Él sabe perfectamente lo que hace. Bien que la respuesta haya sido, Sí, NO, o ESPERA, el efecto de las respuestas de Dios siempre será positivo para ti. No todos los resultados son inmediatos, algunos llevan su proceso, pero todos tienen un final de bienestar para ti.
En los tres tipos de repuestas de Dios, un “SÍ” te permite avanzar, un “NO” te dice que hay algo mejor de lo que pensabas, pero un “ESPERA” quiere decir que hay algo más que hacer, que te detengas a pensar cómo suceden las cosas o qué hay que cambiar en ellas.

Si crees que Dios no responde, estarías poniendo en duda su amor por ti y la atención que siempre te ha dado. Espera con fe tu respuesta, sea cual sea; será la mejor para tu vida.

Soy un nuevo cristiano, ¿y ahora qué hago?

¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” Lucas 6:46
Podemos pensar que en el cristianismo no hay grados; que una vez que aceptamos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, concluimos el proceso de conversión. Sin embargo, resulta evidente que no es así. De hecho se compara al nuevo cristiano con un bebé recién nacido. Ambos necesitan cuidados y en un principio su alimento es blando, pero conforme van creciendo su alimentación cambia, y llega un momento en que llegan a estar listos para ayudar a otros en su crecimiento.
Resultado de imagen de Soy un nuevo cristiano, ¿y ahora qué hago?Recuerda cómo fuiste guiado por tus padres y hermanos y ahora ayudas a otros a dar los primeros pasos.
Tradicionalmente se nos ha enseñado que los tres pilares del crecimiento espiritual son:
  • A) La oración
  • B) La lectura de la biblia
  • C) La asistencia a una iglesia cristiana

¿Cuán grande es mi compromiso personal con Dios?

Conforme vamos escudriñando más y más las escrituras y escuchamos a nuestros pastores predicar, entendemos que existen ciertos compromisos que debemos cumplir para estar en perfecta relación con Dios.
La ayuda al prójimo, el diezmo y las ofrendas, refrenar nuestra lengua, renunciar a los placeres del mundo, compartir a otros la palabra de dios, asistir a la iglesia etc., son algunas de nuestras obligaciones. Pero ¿hasta donde estamos dispuestos a cumplirlas?
El ser humano tiene varias opciones y la libertad para elegir es una de ellas. Estas opciones las podemos clasificar de la siguiente manera:
  • A) Colocarnos fuera del plan de Dios (frío).
  • B) Aceptar a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, sin aceptar mayores compromisos (tibio).
  • C) Aceptar a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador y hacer la voluntad del Padre. (caliente).
Apocalipsis 3:15-16 dice: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.