El nuevo sacerdote, recién asignado a su primer ministerio para reabrir una iglesia en los suburbios de Brooklyn, New York, llegó a comienzos de octubre entusiasmado con su primera oportunidad.
Cuando vio la iglesia, se encontró con que estaba en pésimas condiciones y requería mucho trabajo de reparación, pero se fijó la meta de tener todo listo a tiempo para oficiar su primer servicio en la Nochebuena.
Trabajó arduamente reparando los bancos, empapelando las paredes, pintando, etc., y para el 18 de diciembre ya estaban casi concluidos los trabajos, adelantándose a la fecha prevista.
Trabajó arduamente reparando los bancos, empapelando las paredes, pintando, etc., y para el 18 de diciembre ya estaban casi concluidos los trabajos, adelantándose a la fecha prevista.
Pero el 19 de diciembre cayó una terrible tempestad que azotó el área dos días enteros...
El sacerdote limpió el desastre del suelo, y no sabiendo qué más hacer sino posponer el servicio de Nochebuena, salió para su casa. En el camino notó que una tienda local estaba llevando a cabo una venta del tipo “mercadillo” con fines caritativos, y decidió entrar.
Uno de los artículos era un hermoso mantel hecho a mano, color hueso, con un trabajo exquisito de bordados aplicados, bellos colores y una cruz bordada en el centro.
Era justamente el tamaño adecuado para cubrir el hueco en la pared frontal. Lo compró y regresó camino a la iglesia. Para ese entonces, había comenzado a nevar.