lunes, 27 de noviembre de 2017

Un Regalo Especial

Desde la muerte de su padre tres años antes, Roberto y su familia habían luchado por subsistir. A pesar de los esfuerzos de su mamá, nunca había suficiente para todos. La pobre mujer trabajaba en el turno de noche en el hospital, pero lo poco que ganaba no le alcanzaba para más de lo estrictamente necesario.
Pero lo que le faltaba en lo material a la familia de Roberto, lo compensaba el amor y unidad familiar. Tanto sus dos hermanas mayores como su hermana menor ya le habían hecho a su mamá un lindo regalo de Navidad.
«No era justo», pensaba Roberto, que tenía apenas seis años de edad. Ya era Nochebuena, y él no tenía absolutamente nada que darle a su mamá.
Procurando contener las lágrimas, se encaminó hacia la calle donde él había visto tiendas. Pasó por una tienda tras otra y contempló las vidrieras decoradas. Cada una mostraba regalos que él jamás podría comprar.
Al caer la noche, Roberto se dio la vuelta, cabizbajo, para volver a casa, y notó de improviso el reflejo del sol poniente en una moneda que brillaba en la acera.
¡Nunca nadie se sintió tan rico como Roberto al recoger esa moneda!
Con su nuevo tesoro en la mano, entró alegre en la primera tienda que vio. Pero su ánimo decayó tan pronto como el vendedor le explicó que allí no podía comprar nada con una sola moneda.

La buena Tierra

Dijo también Dios: «Reúnanse las aguas que están debajo de los cielos en un solo lugar, para que se descubra lo seco.» Y fue así. A la parte seca llamó Dios «tierra», y al conjunto de las aguas lo llamó «mares». Y vio Dios que era bueno. Génesis 1;9-10
Mientras giraba alrededor de la luna en 1968, un astronauta del Apolo 8 describió el paisaje lunar como «un horizonte inquietante de…, un lugar sombrío y desagradable». Después, la tripulación se turnó para leerle Génesis 1:1-10 mientras veían el mundo allí abajo. Cuando el comandante Borman terminó el versículo 10, «Y vio Dios que era bueno», concluyó: «Que Dios los bendiga a todos en la buena Tierra».
El primer capítulo de la Biblia insiste en dos cosas:
La creación es obra de Dios. La frase «y dijo Dios…» le da un ritmo especial a todo el capítulo. Todo lo que sigue en la Biblia refuerza el mensaje de Génesis 1: detrás de la historia, está Dios.
La creación es buena. Otra frase que se repite a lo largo del capítulo: «Y Dios vio que era bueno». Mucho ha cambiado desde aquel primer momento de la creación. Génesis 1 describe el mundo como Dios lo quería, antes de cualquier deterioro. Toda la belleza que percibimos hoy en la naturaleza es apenas un eco del estado original que Dios creó.
Los astronautas del Apollo 8 vieron la Tierra como una bola de brillantes colores que colgaba sola en el espacio. Parecía maravillosamente hermosa y frágil a la vez. Se parecía a verla desde Génesis 1.
Señor, gracias porque toda la creación muestra la obra de tus manos.
En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Génesis 1:1

Solo Jesús

«Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos). Juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús». Efesios 2: 4-6

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Las palabras de San Pablo revelan que Jesús es el Señor y el Autor de nuestra salvación. Es mediante Cristo como recibimos la vida. Solo por Él un día nos sentaremos en tronos celestiales. Todo el proceso y las bendiciones de la salvación tienen, como eje principal, el amor, la obra y el sacrificio infinitos de Jesús. Los seres humanos tenemos la tendencia de teorizar las cosas, pero el cristianismo no se relaciona con una teoría o con un cuerpo de creencias fundamentales, a pesar de que todo eso forme parte de la experiencia cristiana. La columna vertebral del cristianismo es Jesús.
En realidad, Jesús es todo. La vida no es un período de tiempo durante el cual el corazón late; la vida es Jesús. Él dijo «yo soy la vida». La verdad no es un cuerpo de doctrinas; es Jesús: Él afirmó «yo soy la verdad». La justicia no es algo que recibimos de Jesús, es el propio Señor Jesús. Jeremías dijo: «en sus días Judá será salvo e Israel estará seguro y éste es el nombre por el que será llamado: “Señor, justicia nuestra”». La salvación no es solo un don que recibimos, es el mismo Jesús.
Un día Él entró en la casa de Zaqueo y dijo: «Hoy ha entrado la salvación a esta casa». 
Jesús es el inicio y el fin de la experiencia cristiana. Y ser cristiano es vivir una vida de comunión diaria con Jesús. Sin embargo, el peligro que muchos cristianos corren es el de teorizar la experiencia cristiana; creer que el compañerismo con Cristo es, simplemente, cantar y mencionar a Jesús en todo momento. Sin duda esto es bueno; pero no es suficiente. Porque la verdadera comunión con Cristo tiene dos aspectos. El primero es el tiempo que se pasa con Cristo, orando y estudiando la Biblia.
Y el segundo es tener presente a Jesús a lo largo del día, en todas las actividades que uno realiza. Para que esta segunda experiencia sea posible, es necesario realizar la primera. Cuando al empezar el día apartas tiempo para meditar y orar, es como si estuvieras abasteciendo el vehículo de combustible: si el tanque está lleno, el vehículo va a andar; si no, te quedarás parado en cualquier lugar de la carretera. Haz de este día un día de victoria en Cristo, porque «Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)».