domingo, 7 de febrero de 2016

Dos Monedas

Cuenta una historia que un estudiante universitario salió a dar un paseo con su profesor, quien por su bondad era considerado como un buen amigo por sus alumnos.
Mientras caminaban, vieron un par de zapatos viejos, y pensaron que seguramente pertenecían a un humilde trabajador del campo de al lado, que estaría a punto de terminar su jornada.
El alumno dijo al profesor: “Hagámosle una broma; escondamos los zapatos y ocultémonos detrás de esos arbustos para ver su cara cuando no los encuentre”.
cvc zapatosMi querido amigo, le dijo el profesor, nunca tenemos que divertirnos a costa de los pobres. Tú eres rico y en lugar de burlarte, podrías darle una alegría a este hombre. Coloca una moneda en cada zapato, y luego nos ocultaremos para ver cómo reacciona cuando las encuentre. Así lo hizo, y luego ambos se ocultaron entre los arbustos cercanos.
El hombre pobre, terminó sus tareas y cruzó el terreno en busca de sus zapatos y abrigo. Cuando se puso su zapato, notó que había algo dentro, se agachó para ver qué era y asombrado, comprobó que se trataba de una moneda. Pasmado, se preguntó cómo pudo ser. Miró la moneda, la dio la vuelta y la volvió a mirar. Luego observó a su alrededor, para todos lados, pero como no veía a nadie, la guardó en su bolsillo. Luego se puso el otro zapato y su sorpresa fue doble al encontrar la otra moneda. Sus sentimientos lo sobrecogieron; cayó de rodillas y levantó la vista al cielo pronunciando un ferviente agradecimiento en voz alta. Su situación era desesperante, no contaba con ayuda, su esposa estaba enferma y sus hijos no tenían para comer. Con un gran sentimiento de gratitud, reconoció que gracias a una mano desconocida no morirían de hambre.

Orar siempre y no desmayar

… les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar… Lucas 18;1.
¿Estás atravesando uno de esos momentos en que cada vez que intentas resolver un problema, encuentras una nueva dificultad? Por la noche, agradeces a Dios por su intervención; pero al despertar, descubres que otra cosa salió mal. Total, que el problema sigue en pie.
Inline image 1Durante una experiencia similar, estaba leyendo el Evangelio de Lucas y me sorprendieron las primeras palabras del capítulo 18: "También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar". Había leído la historia de la viuda persistente muchísimas veces, pero nunca entendí por qué Jesús la relató (versos 2-8). En ese momento, conecté las palabras iniciales con mi historia. La lección para sus seguidores fue clara: Oren siempre y no desmayen jamás.
La oración no es una manera definitiva de lograr que Dios haga lo que queremos. Más bien, es un proceso para reconocer su poder y su plan para nosotros. Al orar, rendimos nuestra vida y circunstancias al Señor, y confiamos en que actúe en su tiempo y a su manera.
Mientras confiamos en la gracia de Dios, no solo para sus respuestas sino también para los procesos, podemos seguir acudiendo a Él en oración confiando en su sabiduría y cuidado.
El Señor nos anima diciendo: ¡Oren siempre y no desmayen jamás!
Señor, quiero acudir siempre a ti en oración y no desmayar.

Ojos brillantes

No hace mucho tiempo, tuve la oportunidad de ver un vídeo que en medio de un día común y corriente, transformó algo dentro de mí. El vídeo lo he vuelto a ver una y otra vez, y sigue teniendo el mismo efecto, es increíble.
benjamin zanderBenjamin Zander es director de orquesta de la filarmónica de Boston, y con una sencillez y entusiasmo sin igual, logra transmitir tantas ideas de una manera tan locuaz, que es imposible quedar igual después de verlo. Dentro de sus míticas frases, él señala que cada uno de nosotros puede saber si está haciendo bien su trabajo de relacionarse bien con las personas, si a éstas les brillan los ojos después de conversar o pasar tiempo con ellas. Pero esto también sucede al revés para nosotros. ¿Hace cuánto tiempo no se nos iluminan los ojos al hablar sobre algo o alguien? Personalmente, cada vez que hablo de mi marido o con él, mis ojos podrían iluminar una ciudad entera con el brillo que me genera estar con él.
Y parece ser que la vida se trata un poco de esto: de ojos brillantes. De encontrar una pasión, un sueño, una meta que queramos alcanzar. Que cuando encontremos “eso” que buscamos, podamos pasar horas y horas hablando de ello como si no existiese el tiempo, como si las palabras no se acabaran, como si fuera lo mejor que nos ha pasado. Esto es fabuloso, en el sentido de que seguramente, a la primera persona que le brillaron los ojos con tal magnitud fue a Jesús, y con esa luz brillante que se proyectaba en su mirada, fue capaz de envolvernos e iluminarnos.

Salvado De Las Galletas

Los que lo oyeron, dijeron: Entonces, ¿quién podrá ser salvo?
Lucas 18.26
Recientemente vi una foto del “Monstruo Come galletas” que tenía una frase en la parte inferior, “Hoy viviré el momento, a menos que sea desagradable, en cuyo caso me comeré una galleta.” Me pareció gracioso. Me imaginé al “monstruo come galletas” durante el día, contento, haciendo sus quehaceres, y luego, en un momento de estrés o ansiedad, necesitando una galleta para consolarse, y devorándola en segundos. Para el “monstruo come galletas”, vivir la vida sin galletas es inimaginable. Esa vida no existe, ni siquiera es posible.
Nosotros no somos muy diferentes a nuestro amigo azul peludo. Muchos de nosotros emprendemos nuestro día haciendo diligencias, vamos a trabajar, nos reunimos con amigos y familia; aparentando ser muy libres y sin trabas. No obstante, en nuestra mente tenemos un plan de seguridad, algo a lo que sabemos que podemos acudir cuando nos sentimos estresados, ansiosos, inseguros o con miedo. Tenemos una persona, lugar o cosa esperándonos cuando necesitamos sentirnos seguros o en paz.
En el versículo mencionado, Jesús está hablando con un líder religioso que era rico. El hombre quería saber lo que necesitaba hacer para heredar la vida eterna. Jesús le dijo al hombre que fuera y vendiera todos sus bienes y le diera el dinero a los pobres. Esto entristeció mucho al hombre porque obviamente, estaba apegado a su dinero y pertenencias. Jesús siguió explicando que es sumamente difícil para alguien que adora al dinero, lograr poner a Dios como Rey en su Corazón. Esto tenía sentido para la multitud. Ellos se sintieron tan identificados con esto, que dijeron ¿Entonces quien podrá ser salvo? No se podían imaginar a alguien así; a una persona que amara a Dios más que a la comodidad de sus cosas y el dinero. Vivir una vida sin la comodidad de las cosas materiales era imposible. La seguridad y el placer que venían con el dinero eran demasiados seductores como para dejarlos ir.