Pasaron los años, y llegó el año 2010, más concretamente, el mes de mayo durante el Campamento de Jóvenes Mayores “Enfócate” de la iglesia a la que asistimos, cuando a través de una pastora, Dios me dice: “¿Ves la historia de Isaac y Rebeca? Así mismo te pasará a ti; Yo elijo tu esposa”. Luego, en un culto del 1 de Enero de 2011 llamado “Pasión Por Su Presencia”, a través de una amiga que hoy es pastora, Dios habló mucho a mi vida a nivel ministerial, y me volvió a decir: “Yo he elegido a tu esposa. La estoy preparando”. Meses más tarde, ese mismo año a través de un amigo, y después de un culto dominical en la iglesia, Dios me dice: “Yo soy quien te elijo esposa, no eres tú quien lo hace”. Ya en el verano de 2011, nos encontrábamos ella y yo en el viaje misionero “Invasión de Amor Montecristi”. En muchas de las comidas o almuerzos, nos sentábamos juntos. Sin saberlo, Dios ya estaba trabajando en nosotros. Cuando volvimos de Montecristi, nos sentamos juntos en el autobús.... Todo comenzó el domingo 14 de agosto del año 2011. Estaban dando la conferencia “Un Siervo para su gloria”, y después de salir de allí le pedí que fuera mi novia. Dios nos eligió el uno para el otro. En agosto de 2012 nos casamos para toda la vida. Ella es mi ayuda idónea, mi complemento. Dios me ha bendecido en todo el sentido de la palabra estando con ella. Ya en este 2016, tenemos dos hermosos niños, Benjamín, de 2 años y 7 meses y Matthias, de 5 meses. En pocas palabras, Dios me guardó para ella y guardó a ella para mí.

I. EL ESPÍRITU SANTO NOS PROPORCIONA UNA NUEVA NATURALEZA
A. El Espíritu Santo produce en nosotros una nueva creación
- El pecado produjo una separación (Isaías 59:2; Romanos 3:23).
- En este estado no podemos tener comunión con Dios (1ª Corintios 2:14)
- Somos conducidos por el Espíritu Santo hacia Dios (Juan 3:8)
- Nos coloca en el cuerpo de Cristo (1ª Corintios 12:13, 1ª Pedro 2:9, 1ª Juan 5:11-12)
B. Somos adoptados como Hijos de Dios, por adopción Divina
- Somos templo de Dios (Juan 14:23, 1ª Corintios 3:16)
- Venimos a ser miembros de la familia Divina (Mateo 28:19)
- Somos iluminados por el Espíritu Santo (Efesios 1:18; 1ª Corintios 2:16)