La biblia nos advierte que en la carrera cristiana tenemos tres enemigos que amenazan nuestra integridad espiritual, y que unidos buscarán la forma de destruirnos e impedir que terminemos la carrera que nos es propuesta.
I. El diablo. Querubín desechado por Dios por rebelarse contra Él.
El diablo es considerado el enemigo de Dios y enemigo nuestro. Busca nuestro mal y tratará de destruirnos, y añadirnos a la 3ª parte de ángeles caídos organizados y especializados como “principados, potestades, gobernadores de tinieblas, malicias espirituales”.
- Identifiquemos en cada batalla que quien esta detrás es Satanás y sus demonios (Efesios 6:12)
- La biblia nos advierte a resistirlo, a no dar lugar al diablo abriéndole puertas de nuestra vida cristiana. (Efesios 4:27 «…ni deis lugar al diablo….»)
- También nos instruye en cómo hacerle frente y salir triunfantes. (Santiago 4:7 «…Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros…).
Mas nunca podremos vencer al diablo solo con nuestras propias fuerzas. Aunque está derrotado por Jesús, sus estrategias y maquinaciones terminan destruyendo a los hijos de Dios, pues es padre de la mentira y actúa desde el principio, es decir que por milenios ha maquinado y perfeccionado sus estrategias de destrucción. Es muy hábil para engañar, seducir y retorcer el sentido de las mismas escrituras, por lo que el creyente que vive desapercibido y distraído será blanco fácil de su ataque y destrucción.
Sed sobrios y velad, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar. 1 Pedro 5:8
Debemos vestirnos de toda la armadura de Dios. Es nuestra responsabilidad tomarla y revestirnos de ella, para salir triunfantes de todas las asechanzas del diablo. (Efesios 6:10-11 «…Por lo demás, hermanos míos, confortaos en el Señor, y en la potencia de su fortaleza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo…»)
Son armas las de la luz (Romanos 13:12), también son poderosas en Dios (2 Corintios 10:4). Tenemos también la cobertura de nuestro Dios que es mayor que el diablo (1 Juan 4:4 ). Por cada ángel caído tenemos dos ángeles de Dios a favor nuestro (2 Reyes 6:16).
II. El mundo.
Sistema, mundanal, que atrae a los creyentes a amarlo más que a Dios; fama, poder, riquezas, bienes, modas, costumbres, tradiciones...
Desde la caída de Adán y Eva el mundo ha estado bajo el control de Satanás ofreciendo toda clase de pasatiempos, modas, costumbres; controlando las riquezas, el poder y la fama, ofreciéndolas a quien él quiere, especialmente a los hijos de Dios para atraerlos y esclavizarlos. Es como vender el alma al diablo con sus ofrecimientos. Se los ofreció a Jesús cuando fue tentado en el desierto (Mateo 4:1-11).
Mas la palabra de Dios nos advierte que amar al mundo anteponiéndolo a Dios, es convertirnos en Sus enemigos.
- Santiago 4:4 «…¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios…»
- 1 Juan 2:15-17 «…No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre…»
Jesús dijo que aunque estamos en el mundo, no pertenecemos a este mundo; aquí somos peregrinos y extranjeros, nuestra patria está en los cielos, aquí en esta tierra somos embajadores del alto Dios. (Juan 17:16 «…No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo..»)
Podemos lograr fama pero ser humildes, lograr fortuna pero no ser codiciosos, ni avaros ni mezquinos sino generosos, tener poder pero ser sencillos. En definitiva, debemos ser diferentes a los del mundo, salir del mundo, morir para el mundo, no amistarnos con él.
Juan 16:33 «…Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo…»