viernes, 15 de mayo de 2020

Hoy… Doy Gracias a mi Cristo

Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo. Efesios 5:20.
Hoy cuando me levanté, escuché en el patio de mi casa los pájaros cantar alegremente mientras el sol bañaba con su manto toda la creación. Aún en mi cama, escuché el trinar de las aves, y salió de mi corazón como un murmullo lleno de admiración, la expresión- GRACIAS SEÑOR POR TODO LO QUE HOY ME DAS. Y entonces recordé las palabras de aquella poesía que dice:
Gracias Doy a Mi Cristo - YouTube«Gracias a mi Cristo que me ha dado tanto. Me dio dos luceros que cuando los abro, perfecto distingo lo negro del blanco. Y en el alto cielo su fondo estrellado y en las multitudes los seres que yo amo».
«Gracias a mi Cristo que me ha dado tanto. Me ha dado el sonido y el abecedario. Con él las palabras que pienso y declaro. Madre, amigo, hermano, y luz alumbrando, la ruta del alma del que estoy amando».
«Gracias a mi Cristo que me ha dado tanto. Me ha dado la marcha de mis pies cansados. Con ellos anduve ciudades y charcos. Playas y desiertos, montañas y llanos. Y la casa tuya, tu calle y tu patio».
«Gracias a mi Cristo que me ha dado tanto. Me dio el corazón que agita su marco, cuando miro el fruto del cerebro humano, cuando miro al bueno tan lejos del malo, cuando miro el fondo de tus ojos claros.»
«Gracias a mi Cristo que me ha dado tanto. Me ha dado la risa y me dado el llanto. Así yo distingo dicha de quebranto, los dos materiales que forman mi canto, y el canto de ustedes que es mi mismo canto. Y el canto de todos que es mi propio canto». 
"Gracias a mi Cristo. Gracias a mi Cristo. Gracias a mi Cristo. Gracias a mi Cristo."
Hoy, no quiero perder el agradecimiento, porque si pierdo el agradecimiento mi corazón se llenará de queja, quebranto, protesta y llanto. Quiero levantar mi frente y observar todas las pequeñas cosas que Dios me muestra y me regala. Si, hoy encontraré sin duda muchas angustias y problemas pero antes de poner mis ojos en ellos, quiero poner mis ojos en los regalos que Dios me ha dado y poder expresar como el poeta. "Gracias a mi Cristo".
Mucho camino por recorrer tendré hoy, pero en la orilla veré las pequeñas flores que parecen saludarme y decirme que "Dios nos ha puesto aquí para alegrar tu camino". Ya habrá tiempo suficiente para ver las piedras y charcos del camino, pero antes de eso, quiero ver los pequeños detalles que me harán cantar la nota de agradecimiento al creador.
Gracias Señor. Tu amor es tan especial que cada día lo puedo sentir en las pequeñas y en las grandes demostraciones de tu bondad. ¿Cómo olvidarme hoy de tu bondad y tu amor? Déjame elevar ante ti esta nota de agradecimiento. Gracias Señor, recibo con gozo todas estas muestras de tu bondad, y quiero no solo disfrutarlas sino también compartirlas con otros. No quiero hoy contaminar las vidas de otros con lamentos y quejas, quiero llevarles la nota de agradecimiento que tanto han anhelado escuchar. Amén.

Pedro no se ahogó

La mayoría conocemos la historia de Jesús caminando sobre las aguas y Pedro hundiéndose por haber dudado, pero vamos a detener la historia en un momento importante de ese acontecimiento.
Recordemos un poco; los discípulos vieron a Jesús andando sobre las aguas y creyeron que era un fantasma. Pedro, en medio de su duda, le dijo a Jesús que ordenara que pudiera caminar hacia Él y Jesús lo hizo. Luego, la parte que más conocemos; Pedro dudó y comenzó a hundirse gritando, pidiendo ayuda para que Jesús lo salvara porque se hundía. Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él y le dijo: !Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron a la barca, se calmó el viento. Mateo 14:31,32
pedro no se ahogoEse momento exacto en el que después de tanta duda y poca fe Pedro se hundía, lo podemos ver como una escena en la que por su mente pasaba lo peor. Pero Jesús estaba ahí, extendió su mano y lo sacó del agua, lo llevó a la barca y calmó el viento. En solo un instante cambió el panorama, los momentos de angustia de Pedro los transformó en calma y seguridad.
A veces nosotros nos encontramos como Pedro; sabemos de Dios y las cosas que puede hacer, pero nuestras situaciones, problemas o necesidades nos hacen dudar y sentir que nos hundimos; en ocasiones las cosas que pasamos son tan fuertes que sentimos que nos estamos hundiendo, que no podemos controlar la situación, que el mar de problemas va a ahogarnos, pero olvidamos que Dios está ahí a nuestro lado, listo para socorrernos.
¿Hasta dónde has sentido que los problemas parece que te ahogan, que te hundes o que necesitas urgentemente la ayuda de Dios? Dios espera que recapacitemos y no olvidemos nunca que Él está siempre ahí, que reaccionemos con fe a todas las dificultades por fuertes que sean.
Tal vez de la historia de Pedro solo recordamos o pensamos en cómo se hundía por dudar, pero es importante y muy bueno recordar lo que también sucedió aquel día; Dios le mostró que no lo había dejado solo y lo sacó del peligro de ahogarse, le extendió su mano y lo aseguró en la barca. Quizá otra persona hubiera dejado hundirse a Pedro por dudar o por ofenderlo al tener tan bajo nivel de fe, pero el corazón de Dios está lleno de misericordia y amor.
Pedro sintió temor, angustia, desesperación al verse en medio del mar y sintiendo como se hundía por su falta de fe, algo muy parecido a cuando nos encontramos en problemas; pero Jesús estaba ahí, con todo bajo control y esperando solo que creyera, tal como lo hace siempre con nosotros. Solo recuerda que Pedro por más que sintió hundirse, y aun a pesar de sus dudas, no se ahogó.

Dios no pone pruebas que no podamos soportar, solo hace que con cada una crezca nuestra fe, nuestra relación con Él. Si tú sientes que te hundes en el mar de tus problemas, solamente recuerda que tienes que creer, que Dios está a tu lado y no va a dejar que te hundas. Aunque tu fe esté siendo desafiada y los tiempos a veces sean duros, Él está ahí, observándote y listo para socorrerte y llevarte a la barca mientras calma el viento que te azota. Solamente ten fe.

Diré Gracias por todo Papá

Lavaré en inocencia mis manos, y así, Jehová, andaré alrededor de tu altar, para exclamar con voz de acción de gracias y para contar todas tus maravillas. Salmo 26:6-7
Resultado de imagen de Diré Gracias Por Todo Papá
En medio de fuerzas y acontecimientos demasiado grandes para que nosotros solos forcejeemos con ellos, se nos presenta un mensaje intimidatorio de aislamiento. Empequeñecidos frente al tamaño del universo, frente a la incertidumbre del futuro y las necesidades de comida y amistad, somos como ese estudiante de primer año de bachillerato que acaba de cambiarse de ciudad, y está de pie frente a su nueva escuela el primer día de clases, sin conocer a nadie.
Nos espera cualquier cosa. Y ahí es cuando queremos saber con certeza que no estamos solos. Adorar es una forma de agradecer al Señor por estar con nosotros más cerca de lo que cualquier otro amigo podría estarlo alguna vez.
En el corazón mismo de la adoración y la alabanza está la acción de gracias, gratitud al Señor por todo lo que ha hecho y por todo lo que es. Con la adoración reconocemos la mano del Señor en nuestra vida y le decimos cuán contentos estamos por ello. Es sencilla y espontánea, como las gracias expresadas a un padre por un niño que acaba de pescar su primer pez:
“Gracias por traerme a pescar, papá.”
Hay tanto dentro de estas palabras atesoradas durante años por el padre, que se convierten en el punto culminante del viaje.
La adoración no es el reconocimiento de un desconocido; es el agradecimiento de un niño para quien el padre ha dispuesto y hecho muchas otras cosas. Aunque el niño en realidad nada sabe sobre las preparaciones para el viaje, mucho menos para la vida diaria en el hogar una vez que hayan regresado; el padre considera ya las simples gracias como la suficiente recompensa por todo. Casi ninguna otra cosa puede hacer que un padre se sienta tan exitoso en su vida.
Así es como Dios recibe nuestra adoración. Es como decir: “Gracias, Papá. Te amo”. Aunque posiblemente nuestra adoración no abarque todo lo que el Señor es o todo lo que ha hecho por nosotros, Él la recibe como Su honra más preciada.
Los ángeles claman en adoración majestuosa todo el tiempo, pero al Señor le encanta el sonido de nuestra simple adoración más que todos los himnos angelicales que pudieran cantarse alguna vez.
Hoy te diré gracias Papá por todo lo que has hecho por mí.
Señor, Tú eres mi padre y puedo decirte en este día: “Gracias Papá por amarme y darme oxígeno cada día, por tu amor incomparable y las flores de cada primavera. En el nombre de Jesús. Amén.