jueves, 11 de septiembre de 2014

Dejar atrás el pasado

Después de la muerte de Moisés, la Ley les permitió a los israelitas llorarlo durante treinta días. Cuando estos días se acabaron, Dios le dijo a Josué que era tiempo de que asumiera su nuevo puesto (Josué 1:2). Era tiempo de emprender cosas nuevas. Josué extrañaba a Moisés, pero sabía que tenía que obedecer a Dios y seguir adelante. Hay un tiempo para llorar las cosas que hemos perdido o que han llegado a un fin. Pero, en definitiva, debemos tomar decisiones para recomenzar a vivir y seguir progresando. Todos tenemos un pasado, pero gracias a Dios, tenemos también un futuro, uno muy bueno de acuerdo con su Palabra (Jeremías 29:11).
Dado que Moisés había hecho muchas cosas por Josué y los israelitas antes de morir, ellos necesitaban aprender a dominar nuevas responsabilidades ahora que él había muerto. Quizá ellos no se sentían preparados para emprender nuevas situaciones, pero Dios sí sabía que estaban listos. En realidad, es bueno que no nos sintamos “listos” porque así estaremos mejor predispuestos a apoyarnos en Dios. Si nos sentimos autosuficientes, Dios no puede usarnos.

Ríe, salta, alégrate, porque tienes lo que muchos desearían tener

Ríe, salta, alégrate, porque tienes lo que muchos desearían tener. ¡Cómo me alegro en el Señor! Me lleno de gozo en mi Dios, porque me ha brindado su salvación, ¡me ha cubierto de victoria! Isaías 61:10
Dios ha hecho tanto por nosotros... Nos ha dado la salvación, el regalo más grande que podamos recibir. Nos ha librado de la muerte eterna, tan solo por Su gracia nos dio la salvación. Esto debe ser un motivo para estar alegres, pero da pena ver como muchos que dicen ser salvos, andan con el rostro abrumado, desesperanzados porque un problema no ha podido resolverse. Esto demuestra la falta de valor que damos a nuestra salvación.
Cualquier situación nos quita el gozo, y no puede ser así. Por eso el salmista David decía: “Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios”. Porque no podemos olvidar lo que Dios ha hecho. Muchas veces, esto pasa porque estamos acostumbrados a dar más valor a lo material que a lo espiritual, o porque pensamos solo en lo material. Por eso siempre estamos disconformes deseando lo del otro, sin apreciar lo que Dios nos ha dado.
Tenemos que ser agradecidos y alegrarnos de todo, porque no solo nos ha dado salvación sino que también nos ha cubierto de victoria. Por eso ríe, salta, alégrate; pues tienes lo que muchos desearían tener que, por negarse a aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador, han perdido la vida eterna y el ser llenos de victoria.

La Mejor Lección de Vida - Reflexiones

Soy director de ventas en una compañía de distribución alimenticia y, diariamente, comparto un pensamiento o cita con mi personal. Hoy les compartí la historia de Frank, el joven de Taco Bell, para recordarles la importancia de emitir solo lo positivo a nuestros clientes y compañeros de trabajo, con el fin de asegurarnos que lo positivo “vuelva a nosotros”.
Hoy iba tarde para almorzar y, como suele pasar, me detuve a comprar comida basura, pero no en cualquier lugar. ¡Necesito una dosis de Frank!… posiblemente el mejor empleado de ventanilla de comida rápida con que jamás me he tropezado. Frank siempre saluda a los clientes con una exhuberancia indescriptible. Es sumamente conocedor de los productos, y eficiente en mostrar sus opciones. Dispensa alegría junto a la comida rápida, con un carisma especial.
En un reciente seminario de atención al cliente, me pidieron que compartiese mi mejor experiencia de servicio al cliente, y compartí mi secreto con todos. Cuando necesito un empujón en mi día, voy a este particular restaurante de comida rápida por una dosis del entusiasmo de Frank. Me sorprendí al escuchar que muchos en el salón también habían conocido a Frank y que sentían lo mismo que yo. ¿Sabrá Frank a cuántas vidas ha tocado? Probablemente no. Nunca se lo he dicho personalmente, por miedo de hacer esperar al coche que espera, ansioso, detrás de mí en la línea.
En cada relación que uno tiene con alguien, uno tiene la oportunidad de saludarlo con entusiasmo y exhuberancia, lo que generalmente nos será devuelto. Nunca sabremos cuántas vidas hemos tocado porque la mayoría de las personas no compartirán esa información con nosotros, pero la próxima vez que vayamos a complacer a alguien, ya sea a través de un saludo entusiasta por teléfono o al mantener abierta la puerta para ese alguien, sepamos que son las cosas pequeñas las que hacen la mayor diferencia en la vida de la gente.
Si evitamos el contacto con otros, ellos harán lo mismo. Si buscamos contacto con otros, y agregamos a ese contacto, un gozo en la interacción, tendremos la oportunidad de alegrar su día… como Frank lo ha hecho en mi caso en tantas ocasiones.
Una vez compartí mi anécdota con Frank a la gerencia de Taco Bell, y me hicieron saber lo afortunados que se sentían de tener a Frank en su equipo.
Nos percatamos también, de que Frank había dado charlas a organizaciones locales sobre atención al cliente, por lo que le pedimos que visitara nuestra compañía para compartir su sabiduría. Y descubrimos que Frank es el Gerente General del Taco Bell local, y desde que le enviaron a esa sucursal unos años antes, las ventas se han duplicado (lo que no nos sorprendió). 
¡Qué gran ejemplo para sus empleados, que se remangue la camisa y trabaje junto a ellos! Su charla a nuestro grupo fue tan inspiradora, que todos salimos con una nueva perspectiva de la atención al cliente y con hambre por tacos.

Estoy Dispuesto a Aprender - Crecimiento personal-espiritual

El verdadero viaje del descubrimiento no consiste en buscar nuevos territorios sino en tener nuevos ojos.”
Todos sabemos que el cambio está ocurriendo; sin embargo, nos cuesta mantenernos en constante aprendizaje. No es frecuente que personas líderes se comprometan a aprender más y más por muchas razones, conocidas como “los enemigos del aprendizaje.”
Hay muchos líderes frustrados o desalentados con esto del aprendizaje, que sienten que no están creciendo, que no avanzan en su trabajo o negocio, y tampoco en sus vidas. Muchos confunden el aprendizaje con el saber o con tener conocimiento, cuando la realidad es que aprender es cambiar y todo aprendizaje lleva implícito un cambio.
Cuando aprendemos estamos dejando la zona de confort para ir a una zona de expansión. Esto no sucede con muchos que no aprendemos: “nos encanta estar en la zona cómoda”.¿Estás dispuesto a salir de tu zona cómoda para aprender? La clave para poder aprender se llama observación. ¿Qué estás observando en tu mundo? ¿Cuántas veces creíste que lo que veías era como tú lo veías? ¿Cuántas veces has pensado que eres poseedor de la “verdad”?
Hay una fábula de la zorra y las uvas que lo ilustra bastante bien:
“Había una vez una zorra que llevaba casi una semana sin comer, había tenido muy mala suerte, le robaban las presas, y el gallinero que encontró tenía un perro guardián muy atento y un amo rápido en acudir con la escopeta. Ciertamente estaba muertecita de hambre, cuando encontró unas parras silvestres de las que colgaban unos suculentos racimos de doradas uvas, y debajo de la parra había unas piedras, como protegiéndolas.
Al fin va a cambiar mi suerte, pensó relamiéndose, parecen muy dulces. Se puso a brincar intentando alcanzarlos, pero se sentía muy débil y sus saltos se quedaban cortos, los racimos estaban muy altos y no llegaba. Así que se dijo: Para qué perder el tiempo y esforzarme, no las quiero, no están maduras.
Pero resulta que, si la zorra hubiese trepado por las piedras aupándose en dos patas, hubiese alcanzado los racimos; le faltó algo de astucia a doña zorra, parece ser que el hambre no la dejó pensar.”
Probablemente le faltó astucia, pero más que astucia le faltó observación. Cuando nos tomamos tiempo para observar, podemos diseñar acciones que nos lleven a alcanzar el resultado, pero al no observar, probablemente perdamos tiempo y energía.

El Amor se Gana, No se Impone - Reflexiones

Frederick William I, rey de Prusia, no se dio a conocer precisamente, por una predisposición agradable. Su pasión era su ejército y pasó mucho tiempo de su vida tratando de establecerlo correctamente.
No le interesaba nada ni nadie más que su ejército, incluyendo a su familia. Con frecuencia fue cruel con su hijo, quien más tarde le sucedió en el trono como Frederick II, el Grande.
Ya anciano, con frecuencia, Frederick William caminaba solo por las calles de Berlín. Sus súbditos huían de él.
Se cuenta que, en uno de esos paseos, un ciudadano lo vio venir e intentó escapar del monarca a través de un portal.
-Tú, le gritó el rey, ¿a dónde crees que vas?
—A mi casa, Su Majestad, contestó nervioso el hombre.
-¿Es esa tu casa?, le preguntó Frederick.
—No, Su Majestad.
-Entonces, ¿por qué estás tratando de entrar ahí?
—Bueno, Su Majestad, admitió el hombre, preocupado de que lo tildaran de ladrón, es que no quería encontrarme con usted.
-¿Por qué?, preguntó el rey.
—Porque le tengo miedo, Su Majestad.
Frederick alzó el bastón que usaba para caminar y apuntando al hombre, le dijo: Se supone que no tienes que temerme, pedazo de infeliz. Se supone que tienes que amarme.