martes, 8 de enero de 2013

¡De Gracia Recibiste, Da de Gracia! - Crecimiento Personal - vídeo

“Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas.”1 Pedro 4.10
Es increíble como un poco de esfuerzo de nuestra parte puede distorsionar nuestra opinión sobre lo que es regalado y lo que es ganado. Incluso la idea de San Nicolás enfatizó en el hecho de que recibes lo que mereces. Los niños malos no reciben nada o un pedazo de carbón, y los niños buenos reciben regalos. Entonces mantente alerta porque Él sabe si has sido bueno o malo.
Aunque asumo que tú no crees en San Nicolás, también asumo que fuiste conmovido con la idea de que “recibes lo que mereces.”
Entonces es cuando nos esforzamos para ver que algo suceda, para cumplir una meta; intrínsecamente creemos que el resultado, si es bueno, será algo que hemos ganado, por lo tanto no es un regalo. Si aprendemos a tocar bien la guitarra, creemos que esa habilidad es ganada. Si trabajamos duro y nos dan un ascenso, creemos que esa nueva posición es ganada. Pero aquí está el problema, que actuamos con esa perspectiva: creemos que si lo hemos ganado entonces lo poseemos.
Si lo poseemos, y es nuestro, entonces se supone que es para nuestro placer. Si en algún momento nos sentimos benévolos, entonces tal vez lo compartamos. Ese es un gran SI condicional. La mayoría de la gente siente que, “Esta es mi casa y no tengo que compartirla si no quiero. Este es mi coche. Esta es mi hamburguesa. Este es mi reloj. Este es mi dinero. Este es mi talento. Esta es mi habilidad.”
Este versículo tiene un ángulo diferente sobre esto. Comencemos por el final del mismo, con la frase, “la gracia de Dios en sus diversas formas.” La gracia de Dios para nosotros, o lo que es lo mismo, Su tendencia es darnos cosas que no merecemos. Sus regalos para nosotros tienen muchas formas. No son sólo las cosas que caen en nuestro regazo. No es solamente el cheque que llegó milagrosamente en el correo. Todo lo que tenemos, incluyendo nuestro respirar, es un regalo de Dios. Cada día que tenemos, simplemente, es el resultado de Su gracia para con nosotros.
No hay nada en esta tierra que no tenga en sí la huella digital de la gracia de Dios. De esta manera, todo, hasta cierto grado, es un regalo.
Puede que no parezca un regalo convencional, pero lo es. Y es con estos regalos, o sea, todo, que hemos sido llamados a ser generosos y a compartir.
¿Qué tienes que no has considerado como un regalo de Dios?
¿Con qué tienes la tendencia de guardártelo para ti mismo? ¿Qué regalos has estado ocultando a los demás? ¿Es un talento? ¿Es tu dinero, tu casa y hospitalidad?
Hoy, da de una manera en la que nunca antes has dado. Sírvele a otros con lo que hasta este momento has considerado sólo tuyo.
El dar a los demás, sin compromisos, siempre es algo bueno.

Comprenderé que Dios Me Quiere Acompañar

Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas”. Juan 10:11.
Al principio fueron hechos hombre y mujer. Dios vio que no era bueno que el hombre estuviera solo. Esa era la condición en la que Él mismo había estado antes de que creara al hombre. Sabiendo cuán lleno había estado Su propio corazón con el anhelo de compartir Su amor, Él creó una compañera para Adán, y Eva llegó a ser el complemento perfecto.
De la misma manera en que Dios quiso que el hombre y la mujer estuvieran juntos, para tener comunión y conversación entre sí, así quiere que nosotros estemos juntos con Él. Al principio, antes de que las decisiones equivocadas del hombre arruinaran la profunda unión entre Dios y nosotros, Él caminaba y conversaba con Adán y Eva en medio del jardín. (Génesis 2 y 3.)
Así es como Él quiere acompañarte durante toda tu vida. Día a día, año tras año, experimentarás una revelación continua de quién y cómo es Él. De la  misma manera que Dios quiso que el hombre y la mujer estuvieran juntos, para tener comunión y conversación entre sí, así quiere que nosotros estemos juntos con Él.
Muchas veces, en las Escrituras el Señor le revela a alguien un nuevo aspecto de Su carácter al revelarse con un nuevo nombre. Cuando Moisés se encontró con Dios en una zarza ardiente, Dios le dijo a Moisés que Su nombre era “YO SOY EL QUE SOY.” ( Éxodo 3:14.) Este nombre de Dios reveló que Él es trascendente, eterno y auto-suficiente. Dios revela otros aspectos de Su naturaleza con otros nombres como:
“El Señor proveerá” “Y llamó Abraham aquel lugar con el nombre de El Señor Proveerá, como se dice hasta hoy: En el monte del SEÑOR se proveerá”. (Génesis 22:14 LBLA); Dios le mostró a Abraham que sin duda Él proveería el sacrificio necesario para pagar nuestros pecados.
El Señor es mi estandarte: “Moisés edificó un altar y lo llamó "El SEÑOR es mi estandarte”. (Éxodo 17:15) — Dios le dijo a Moisés que Él va delante de nosotros y pelea contra lo que se nos oponga.
Dios de mi salvación: “Dios mío, Dios de mi salvación, líbrame de derramar sangre, y mi lengua alabará tu justicia”. (Salmos 51:14) El salmista aprendió que Dios nos preserva de la muerte y de la destrucción eterna. 
Dios es mi refugio: “Tú eres mi refugio; tú me protegerás del peligro …”. (Salmos 32:7) David llegó a entender que podía encontrar seguridad y consuelo en la misericordia del Señor.
Consejero admirable: “Porque nos ha nacido un niño…, y se le darán estos nombres: Consejero admirable…” (Isaías 9:6.) El profeta se dio cuenta de que Dios escucha nuestros problemas, comprende nuestras heridas y tiene gran sabiduría para resolver nuestros conflictos.
Mi Salvador poderoso: “SEÑOR Soberano, mi salvador poderoso que me protege en el día de la batalla” (Salmos 140:7) El salmista comprendió que no importa qué dificultad nos atrape; aún cuando sea el resultado de nuestro pecado, Dios en Su misericordia nos librará. Jesucristo reveló el corazón tierno y amoroso de Dios cuando comparó Su amor con el de un pastor que defiende a su rebaño del peligro.
Por eso es que hoy quiero comprender que en este día Dios me quiere acompañar.
Señor, gracias por estar a mi lado, siempre lo has estado pero hoy quiero comprenderlo en mi alma y ser tu buen compañero. En el nombre de Jesús. Amén.

La historia de Fernando… Sueños rotos - vídeo

Fernando nunca pensó que Dios le fuera a dar un talento excepcional para tocar la guitarra. Escuchar a Fernando adorar a Dios con su guitarra era como escuchar a los ángeles del cielo tocar un arpa.
Cada vez que Fernando tocaba en algún servicio de la iglesia, recibía un sinfín de felicitaciones y de comentarios que le recordaban lo que Dios estaba haciendo en su vida. Fernando humildemente respondía a cada comentario con un convincente:“¡Gloria a Dios!”, como queriendo evitar cualquier atribución a su humanidad y dejando la gloria a quien realmente se la merecía.
Fernando soñaba con tocar en algún Grupo o Ministerio internacional, soñaba con viajar por muchos países usando su talento para bendecir y ministrar a otros, cada día practicaba de tres a cuatro horas con su guitarra, y oraba fervientemente para que Dios le concediera algún día el privilegio de ir por otras naciones para ministrar con su talento.
Un día, alguien que pertenecía a un Ministerio internacional escuchó como Fernando tocaba su guitarra y, al final de ese servicio, le extendió una invitación para que formara parte de ese Ministerio, convencido de que era la pieza que necesitaban para seguir ministrando por el mundo.
Fernando no lo podía creer, ¡Dios había contestado uno de sus más grandes anhelos! Ese día, al llegar a su casa, lloró de gozo, se arrodilló a un lado de su cama y le agradeció a Dios por esta gran oportunidad, la oportunidad de su vida, lo que siempre había soñado y por lo que tanto había orado.
Al día siguiente, Fernando, aún con la emoción y el impacto de aquella invitación, fue a la oficina de su Pastor, puesto que Fernando era un joven muy sujeto a sus autoridades y le gustaba hacer todo correctamente. Fernando le comentó al Pastor lo que le había pasado y cómo le habían extendido una invitación para ser parte de ese Ministerio Internacional; el Pastor, con una cara un poco seria y al mismo tiempo sorprendida, escuchaba como aquel joven con tanta emoción le contaba lo ocurrido.
Después de que el joven Fernando le comentó todo lo sucedido y le pidió su permiso al Pastor para ausentarse cuando el Ministerio lo requiriera, el Pastor muy seriamente le dijo: “No me gusta la idea, tú eres parte de nuestra Iglesia y deberías servir aquí, yo me opongo rotundamente a que andes en otros grupos, así que elige si quieres servir en ese Ministerio o en nuestra Iglesia”. Fernando no lo podía creer. Triste, al escuchar eso de su Pastor, Fernando se fue a su casa, se encerró en su cuarto y, mientras estaba sentado en su cama tocando su fiel amiga guitarra, pensaba una y otra vez en la respuesta de su Pastor, mientras lagrimas recorrían sus mejillas.
Fernando estaba agradecido por cómo la iglesia le había dado la oportunidad de desarrollar su talento, por esa razón se sentía comprometido con ellos, así que con el dolor de su corazón obvió aquella invitación que significaba todo lo que en su momento había soñado y esperado. Fernando declinó la invitación y siguió tocando su instrumento en su iglesia durante varios años.
Ahora Fernando es un adulto, los años pasaron, tiene cinco hijos, trabaja en un banco por lo que ya no le queda suficiente tiempo para ensayar, tocar su guitarra y mucho menos para asistir a la iglesia como lo solía hacer.
Al ver la cara de Fernando, podemos notar rápidamente que no es feliz con lo que es y con lo que hace, rara vez se le ve por la iglesia y cuando llega se queda mirando fijamente a los jóvenes que ahora tocan aquella guitarra que en su día era suya.
Cada noche, antes de dormir, se mira en el espejo y no se reconoce, no sabe a donde se fueron sus sueños, sus anhelos; incluso a veces se siente un poco rebelde por pensar que no tuvo que haber hecho caso a su Pastor, pero al mismo tiempo trata de sentirse bien por “haberse sujetado” a su autoridad. Su sueño fue sólo eso, un sueño, aquel anhelo murió aquel día en que el Pastor no realzó su intención de formar parte de aquel Ministerio soñado. Ahora Fernando no es ni la sombra de lo que un día fue y, a pesar que a veces desearía volver a ser el mismo de antes de aquella conversación, simplemente no puede, sus sueños fueron asesinados.
La historia de Fernando es la historia de muchos que soñaron en grande, pero la visión limitada de una autoridad hizo que aquellos sueños nunca se cumplieran.
Sin darse cuenta, aquel Pastor mató el anhelo que aquel joven Fernando tenía; quizá, si el Pastor hubiese apoyado su sueño, hoy en día Fernando sería más feliz, estaría ministrando en varios países en el mundo, tendría una escuela de música en donde muchos aprenderían a adorar a Dios en espíritu y en verdad, y en donde Fernando hubiera podido ayudar, de una mejor forma, a aquella iglesia que en su día le dio la oportunidad de tocar aquel instrumento que en su momento fue su buen amigo.
¿Por qué en lugar de matar los sueños o anhelos no los apoyamos? ¿Cuál es el miedo que tenemos de que la gente salga de las cuatro paredes? Jesús dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” Marcos 16:15 (Reina-Valera 1960).
Personalmente, hubiera sido un Fernando cualquiera, si cuando comencé con mi sueño me hubiera dejado manipular por una autoridad que se opuso a lo que el Señor me había dicho; sin embargo creí a Dios su promesa y, sin ser rebelde sino obediente a Dios, seguí en busca de mi sueño y Dios cumplió lo que a mí me había prometido.
¿Quieres ser un Fernando o quieres creerle a Dios? No se necesita ser rebelde para ser obediente a Dios, pues si Dios fue el que te dio ese sueño, tienes que perseguirlo y Dios lo cumplirá en tu vida; lo que Él mismo te prometió.

¡Que nada te desanime! ¡Créele a Dios y sigue adelante!


¡Agárrate! - Reflexiones

Una niña pequeña estaba muy nerviosa ante la perspectiva de montar a caballo por primera vez, a pesar de que iba a montar detrás de su abuelo que era un excelente jinete. Cuando sus padres le estaban ayudando a montarse en el caballo, ella gritó: ¿Qué hago ahora? ¡Yo no sé montar a caballo! ¡Nunca lo he hecho antes! ¿Qué hago?.
Su abuelo le respondió con un tono reconfortante: No te preocupes del caballo, ni de cómo montarlo. Sólo agárrate a mí, mi amor, solo agárrate a mí.
¡Qué gran consejo para nosotros hoy! Pensamos que nuestro día va a ser lento, pesado y aburrido, pero resulta un día bien movido y agitado. En esos días es cuando necesitamos aferrarnos a nuestra fe en el Señor y permanecer en la montura.
Una de las formas más importantes de aferramos al Señor es mediante la constante comunicación con Él en un flujo continuo de oración y alabanza. Podemos orar en cualquier lugar y momento. Incluso un pensamiento de oración nos lleva a centrar nuestra voluntad y atención en el Señor y a depositar toda nuestra confianza en Él. Sólo cuando perdemos el contacto con el Señor caemos en el peligro del pánico, la frustración, el frenesí y el fracaso que conllevan.
El Señor conoce el final del camino desde el comienzo de cada día y sabe cuánto va a durar la presente agitación en tu vida. Sobre todo, Él sabe cómo guiarte con seguridad a través de cada desenfrenada cabalgata, conservándote en su divina paz durante todo el camino.
Cuando te encuentres metido en situaciones difíciles y todo parezca estar en tu contra, como que sientes que ya no vas a poder aguantar ni un minuto más, no te rindas entonces, pues ese es sólo el lugar y el momento en que cambiará la marea.
Recuerda siempre que nunca montas solo en las bestias de la vida. El Señor está contigo y sostiene las riendas con firmeza en su mano. ¡Solo agárrate!
Todo lo que Dios nos llama a hacer, también hace posible que lo logremos. 
Salmo 16:1
Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado.

Dime La Verdad… - Reflexiones con vídeo

¿Cuánto hace que no le buscas?
Dime cuánto hace que le añoras, te resulta fácil refugiarte en tu amargura, inventarte otros culpables.
No sabes que Él no responde a gritos ni exigencias, porque Él es Dios y tú eres hombre…
¿Cuándo le has buscado en serio?
No me estás hablando de Él si dices que no te ha escuchado
que te tiene abandonado, sin cuidar de ti,
no le conoces todavía…
Dices que te ignora, que no escucha cuando lloras
y que llegas a dudar si alguna vez estuvo aquí,
¿De quién te crees que estás hablando? Ponte a hacer balance y luego…
Dime la verdad, ¿Cuánto hace que no le buscas?
Dime sin mentir que su compañía lo fue todo para ti,
que Él es tu dueño;
déjame saber cuánto hace que no le añoras
dime que fue ayer cuando le citaste a solas por última vez,
tú no me estás hablando de Él.
Te resulta fácil refugiarte en tu amargura,
inventarte otros culpables y esperar que acuda el Rey,
no le conoces todavía…
No sabes que Él no responde a gritos ni exigencias,
que Él es Dios y tú eres hombre y no te puedes esconder
no le impresionan tus historias, ponte a hacer memoria y luego…
Dime la verdad, ¿Cuándo le has buscado en serio?
Dime sin temor, que tu alma suspira día y noche por su amor,
que Él es tu dueño;
//deja ya de huir como en una pesadilla,
vuelve a la razón, dobla un poco la rodilla y abre el corazón,
te queda mucho aún por ver//