domingo, 19 de enero de 2020

El fruto del Espíritu en el creyente

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Gálatas 5:22-23 
Resultado de imagen de El fruto del Espíritu en el creyenteEn el mundo espiritual existen dos clases de árboles que dan fruto, el árbol del fruto bueno y el del fruto malo. La Palabra de Dios nos enseña que el hombre bueno saca de su corazón lo bueno y el hombre malo saca de su corazón lo malo. Porque de lo que está lleno el corazón de eso hablamos (Lucas 6:43-45).
Asimismo, la Biblia nos dice que el carácter del cristiano es producido por el Espíritu Santo, no por su propio esfuerzo. Por lo que si vivimos por el Espíritu, debemos andar por el Espíritu.
¿Cuáles son los frutos del Espíritu que caracterizan el carácter cristiano?

Amor: Busca siempre el bien de los demás.

Amar es una decisión madura que no se basa en emociones. Es un compromiso; compromiso de proteger y querer (amar) a nuestro prójimo como a uno mismo, sin importar las circunstancias. (Juan 3:16Juan 15:9Juan 15:12-141 Juan 4:7-12)

Gozo: Un gozo o alegría perpetuo sin importar las circunstancias.

El gozo va más allá de lo económico, el éxito o los bienes materiales; proviene de nuestro interior, lo produce el Espíritu Santo. El creyente experimenta el gozo en su vida, al recibir a Cristo en su corazón, porque sin haber visto a Jesús, por su fe recibe la salvación en Cristo. (Lucas 10:21Juan 17:13Juan 16:22-241 Pedro 1:8-9)

Paz: Vive confiado entre las personas.

El creyente experimenta la paz cuando reconoce a Dios como Soberano y Todopoderoso, le entrega su vida y el control de las circunstancias. Vive libre de temores, miedos y pensamientos de angustia, porque como dice la Biblia, solo Jehová nos hace vivir confiados (Salmos 4:8Isaías 9:6-7Romanos 14:19Filipenses 4:6-7).

Paciencia: Tardo para la ira y grande en misericordia.

Hacer caso omiso a los agravios y mantener la calma. Tener dominio propio le permite al creyente dominar sus impulsos y reacciones ante una injusticia, enfrentamiento o ataque espiritual. El entendido guarda silencio, pero el necio crea contienda (Éxodo 34:6Proverbios 14:29Proverbios 15:181 Tesalonicenses 5:14Santiago 5:8-9).

Las dos caras del dolor

Producto de los acontecimientos que ocurren en nuestra vida, sentimos distintos tipos de dolores. Padecemos dolores físicos cuando nos duele una muela o el estómago. Dolores emocionales cuando discutimos con un amigo o cuando un novio/a nos deja. Así mismo, sentimos dolores espirituales cuando le fallamos a Dios y estamos arrepentidos. Nuestra vida es garante de que tendremos dolores y padecimientos, pero Dios siempre estará en medio de ellos, porque lo ha prometido.
Resultado de imagen de Las dos caras del dolorSin embargo, la pérdida de un familiar, el desempleo, el divorcio, reiteradas desilusiones amorosas, etc., van dejando una cuenta con saldo negativo en las personas. Veamos, por ejemplo, cómo dos personas “mayores” (viejecitos, tatas, abuelos, o como quieran llamarlos) se encuentran y comienzan a contarse toooooooooda la serie de achaques que tienen: artritis, taquicardia, presión alta, viudez, abandono de los hijos y un largo etcétera. Tal pareciera una competencia por ver quién es el “number one de las desgracias”, y pareciera ser que ninguno de los dos escucha; su propia experiencia parece no ser oída por el otro interlocutor.
Mucho se habla de un concepto mal empleado en nuestra sociedad: la empatía. Se dice que es “identificarse” con la experiencia emocional de otros; que no es lo mismo que “contagio emocional”, esto es: tú lloras, y yo lloro y me amargo contigo. Empatía es llegar a conectarse con la situación que vive otro, imaginando cómo se siente e intentando ser comprensivo lo máximo posible. Es “descentrarse” de nuestro propio foco y dejar de pensar que siempre los “MI” o los “Yo” son más importantes que los “Tú”. Ahora bien, ser empático es un proceso, no se logra de un día para otro y es solo para valientes capaces de pensar en los demás y ponerse en segundo lugar… ¿Te suena a alguien conocido? ¡Correcto! Jesús es un ejemplo de empatía y de “vestirse” de pecador para poder comprender lo difícil que es el vivir en la carne. Por eso se entregó hasta la muerte, para ser capaz de ser un buen intercesor ante el Padre, sabiendo, en carne propia, lo que es ser un simple ser humano, de carne y hueso.
Jesús sabía que iba a morir y nunca se lo restregó a nadie en la cara. Su muerte física nunca llegaría a ser tan importante como la consecuencia que iba a producir, su significado. Pudo haberse quejado, haber reclamado y haberle dicho a los discípulos que dejaran de quejarse. A fin de cuentas, Jesús sería el que lo iba a pasar peor. Todos podemos llegar a estar de acuerdo con eso. Sin embargo, Jesús nos enseña millones de cosas a través de su vida, cosas que aún no terminamos de aprender.

¿Por qué Dios permite que la gente inocente sufra?

Esta es una de las preguntas más difíciles de responder para un Cristiano.
El "problema del dolor", como una vez dijo el conocido erudito cristiano C.S. Lewis, es el arma más potente esgrimida por el ateísmo contra la fe cristiana.

Toda la ciencia y la historia, bien entendidas, se sustentan en la tesis de la existencia de Dios. Esta evidencia es tan fuerte, que, como dice la biblia, "dice el necio en su corazón: No hay Dios" (Salmo 14:1). 
Muchos ateos, sin ninguna evidencia objetiva en la cual basar su creencia en que "no hay Dios", deben recurrir finalmente a objeciones filosóficas. Y este problema del sufrimiento es la más grande de ellas.
Wheelchair with man laying next to it. Photo copyrighted.Así pues, dicen ellos, ¿cómo puede un Dios de amor permitir en su mundo cosas como guerras, enfermedades, dolor y muerte, especialmente cuando sus efectos, a menudo son sentidos más intensamente por quienes son aparentemente inocentes? Entonces Él no es un Dios de amor y es indiferente al sufrimiento humano, o Él no es un Dios de poder, y, por lo tanto, es incapaz de hacer algo al respecto. En cualquier caso, el Dios Bíblico, quien es supuestamente dueño del poder absoluto y del perfecto amor, viene a ser de un anacronismo imposible… ¡O eso es lo que ellos dicen!

La pregunta es de una gran dificultad, pero el ateísmo realmente no es la respuesta, ni tampoco el agnosticismo. Aunque hay mucho mal en el mundo, aún hay mucho más bien. La prueba es el simple hecho de que la gente normalmente trata de aferrarse a la vida lo más que puede. Además, todos, instintivamente, reconocen que “bueno” es de un orden superior a “malo”.
También debemos reconocer que nuestras mentes fueron creadas por Dios. Solo podemos usar nuestras mentes hasta donde Él lo permite y, además, sería totalmente presuntuoso para nosotros, usar la mente para cuestionarlo a Él y sus motivos.
"El juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?" (Génesis 18:25)
"¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?" (Romanos 9:20).
No hemos establecido por nosotros mismos los estándares de qué es correcto o no. En realidad, solo el Creador de todo puede hacerlo. Debemos creer esto, en nuestra mente y corazón, lo entendamos o no, que cualquier cosa que Dios haga es, por definición, correcta.
Habiendo aceptado esto por fe, somos libres de buscar formas con las cuales podamos obtener beneficios espirituales del sufrimiento en nuestra vida, de la misma forma que de las bendiciones. Del mismo modo que consideramos estas cosas, es de gran ayuda mantener continuamente las siguientes verdades en nuestra mente.

Realmente, no existe ningún “inocente” sufriendo el merecido castigo de Dios. Aunque,
puesto que "Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23). No hay nadie que tenga el derecho de librarse de la ira de Dios basado en su inocencia.
Tan pronto como los bebés, u otros que puedan ser mentalmente incompetentes, puedan distinguir lo correcto de lo incorrecto, está claro, según las Escrituras y la experiencia universal, que ellos ya siendo pecadores por naturaleza, inevitablemente serán pecadores por elección propia tan pronto como sean capaces de serlo.

El mundo está hoy bajo la maldición de Dios —Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer y comiste del árbol de que te mandé diciendo: “No comerás de él”, maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida (Génesis 3:17), a causa de la rebelión del hombre en contra de la Palabra de Dios.
Esta "esclavitud de la corrupción" de "toda la creación gimiendo a una, y a una con dolores de parto hasta ahora" (Romanos 8:21-22), es universal; esto es, afecta a todos los hombres, mujeres y niños en todo lugar. Mas Dios no creó el mundo de esta forma, y un día pondrá todas las cosas en orden nuevamente. En ese día "Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor" (Apocalipsis 21:4)