¿Te has sentido indigno de ser su hijo o de seguirle?, quizá tus acciones dicen lo contrario de lo que tu corazón realmente siente.
Seguro que en algún momento de tu vida cristiana te has sentido indigno de hacerte llamar hijo de Dios, por tus recurrentes errores o faltas, por algún área de tu vida que no has podido superar y que se ha convertido en un tormento, o porque crees que eres demasiado malo o mala como para hacerte llamar de esa forma.
No vamos a negar que todos quisiéramos hacer bien las cosas, no negaremos que la intención de agradar a Dios está en nosotros, pero por alguna razón nos cuesta un mundo llevar a cabo su voluntad o por lo menos dejar de fallarle.
Sabemos qué sentimiento nos embarga cuando hacemos algo que consideramos que no teníamos que hacer. Sabemos lo que se siente cuando prometemos a Dios no hacer eso otra vez y volverlo a hacer. Y sabemos lo que se siente cuando Dios, a pesar de nuestros continuos errores, sigue siendo Fiel a nosotros.
En más de una ocasión me he sentado en mi cama y he reflexionado sobre ¿por qué actuamos de esa forma?, ¿por qué hacemos cosas que no queremos hacer, pero terminamos haciéndolas?
En esos momentos, cuando nuestras emociones se alborotan por el hecho de no haber hecho lo que Dios quiere que hagamos y en las que nos sentimos derrotados, sin fuerzas y quizá lo peor de todo, indignos de Él, es entonces cuando el enemigo quiere sacar ventaja.
Seguro que en esos momentos en los que sientes que no eres digno de seguir a Dios, ni mucho menos de llamarte su hijo, vienen una cantidad de pensamientos a tu mente tales como: “¡Que hipócrita eres!”, “¡Eres un caso perdido!”, “¿Otra vez?, ¡Dios ya está cansado de ti!”, “¡Eres un fracasado!”, “¡No tienes ni vergüenza de venir delante de Dios!”, “¡No mereces nada de lo que Dios te da!”, y muchísimas frases parecidas a estas que conllevan el fin de aumentar tu sentimiento de indignidad.
Debes entender que el enemigo de nuestras almas buscará la mínima oportunidad para minar tu mente, con un sinfín de pensamientos negativos que lo único que querrán hacer es alejarte más y más de Dios.