domingo, 5 de enero de 2014

¿Cómo fue salvada la gente antes de que Jesús muriera por nuestros pecados? - Preguntas y respuestas bíblicas

Desde la caída del hombre la base de la salvación siempre ha sido a través de la muerte de Cristo. Ninguno, ni antes de la cruz o después de la cruz, pudo haberse salvado sin ese evento central de la historia del mundo. La muerte de Cristo pagó la pena por los pecados pasados de los santos del Antiguo Testamento y los futuros pecados de los santos del Nuevo Testamento.

El requerimiento para la salvación siempre ha sido la fe, y
 el objeto de esta fe salvadora siempre ha sido Dios. El salmista escribió, “Bienaventurados todos los que en Él confían” (Salmo 2:12). Génesis 15:6 nos dice que Abraham creyó a Dios y eso fue suficiente para que Dios se lo contara por justicia (ver también Romanos 4:3-8). El sistema de sacrificios del Antiguo Testamento no quitaba el pecado, como claramente lo enseña Hebreos 9:1-10:4. Lo que sí hacía, era apuntar hacia el día en que el Hijo de Dios derramaría Su sangre por el pecado de la raza humana.

Lo que ha cambiado a través de los tiempos, es el contenido de la fe en el creyente. Los requerimientos de Dios en cuanto a lo que debemos creer, se basan en la cantidad de revelación que Él ha dado a la raza humana en el tiempo, a través de Él
. A esto se le llama revelación progresiva. Adán creyó en la promesa que Dios le dio en Génesis 3:15, de que la simiente de la mujer conquistaría a Satanás. Adán lo creyó, y lo demostró por el nombre que le dio a Eva (v.20), y el Señor indicó Su inmediata aceptación al cubrirles con pieles de animal (v.21). Hasta ese punto, fue todo lo que Adán supo, pero él lo creyó.


Abraham le creyó a Dios, de acuerdo a las promesas y nuevas revelaciones que Dios le dio en Génesis 12 y 15. Antes de Moisés no existía ninguna Escritura, pero la raza humana era responsable por lo que Dios ya le había revelado. A través del Antiguo Testamento, los creyentes tenían la salvación porque ellos creyeron que Dios algún día se encargaría del problema de su pecado. Hoy, nosotros miramos para atrás creyendo que Él ya se encargó de nuestros pecados en el Calvario (Juan 3:16; Hebreos 9:28).

Cada día

“¡Siempre cantaré acerca del amor inagotable del Señor! Jóvenes y ancianos oirán de tu fidelidad. Tu amor inagotable durará para siempre, tu fidelidad es tan perdurable como los cielos.” Salmos 89:1-2 NTV
diascvcEl año pasado, como todos, ha pasado a pasos agigantados. Parece que fue ayer cuando se celebraba la llegada de un nuevo año. Puede ser que en el 2013 hayamos asumido nuevos retos, hayamos pasado por nuevas experiencias viajeras o tal vez hayamos permanecido en el mismo lugar. Lo que no podemos negar, es que los días y las horas siguen su curso, sin detenerse, sin preguntar a nadie si deben o no deben continuar, siempre están avanzando, no paran jamás.
Lo mismo pasa con el amor y la fidelidad de Dios, que nunca dejan de ser, nunca se detienen. El Salmo 89:6-8 dice: Pues, ¿quién se compara con el Señor en todo el cielo? ¿Qué ángel poderosísimo se asemeja en algo al Señor? Los poderes angélicos más altos quedan en reverencia ante Dios con temor; él es mucho más imponente que todos los que rodean su trono. ¡Oh Señor Dios de los Ejércitos Celestiales! ¿Dónde hay alguien tan poderoso como tú, Señor? Eres completamente fiel.

“¿Qué dice la Biblia acerca de la ira?” - Pregunta cristiana

El manejo de la ira es un tópico importante. Un experimentado consejero en psicoanálisis establece, que el 50% de la gente que acude para consejería tiene problemas con el manejo de su ira. La ira puede hacer añicos la comunicación, romper las relaciones, y arruinar el gozo como la salud de muchos. Y con mucha frecuencia la gente tiende a justificar su enojo en vez de aceptar la responsabilidad por él. Pero hay un tipo de ira que la Biblia llama “justa indignación,” que no debe ser confundida con la ira.

Tengamos en cuenta que la ira no siempre es pecado. Dios a veces está airado (Salmos 7:11; Marcos 3:5), y a los creyentes se les permite estar airados (Efesios 4:26). En el Nuevo Testamento son usadas dos palabras griegas para la palabra “ira.” Una (orge) significa “pasión, energía;” la otra (thumos) significa “agitado, ebullición.” 

El diccionario Webster define la ira como “emoción excesiva, pasión incitada por un sentido de daño o injusticia;” este daño puede ser hacia nosotros o hacia alguien más.

Bíblicamente, la ira es una energía dada por Dios con la intención de ayudarnos a resolver problemas. Ejemplos de ira bíblica incluyen la confrontación de Pablo con Pedro por su mal ejemplo en Gálatas 2:11-14. También David, disgustado al escuchar al profeta Natán compartirle una injusticia (2 Samuel 12), y Jesús, así mismo airado por la manera en que algunos judíos habían corrompido la adoración en el templo de Dios en Jerusalén (Juan 2:13-18). Es de resaltar que ninguno de estos ejemplos de ira involucran la auto-defensa, sino la defensa de otros intereses, otras personas, o de un principio.

Pero la ira se vuelve pecado cuando es motivada por el egoísmo (Santiago 1:20), cuando el objetivo de Dios es distorsionado (1 Corintios 10:31), o cuando se deja que la ira persista (Efesios 4:26-27). En vez de utilizar la energía generada por la ira para atacar de raíz el problema, es la persona quien es atacada en su lugar. Efesios 4:15,29 dice que debemos hablar la verdad en amor y usar nuestras propias palabras para edificar a otros, y no permitir que salgan de nuestra boca palabras corrompidas o destructivas. Desafortunadamente, esta venenosa manera de hablar es una característica común del hombre caído (Romanos 3:13-14). La ira se vuelve pecado cuando se le permite desbordarse sin restricción, dando como resultado un escenario en el que todos a su alrededor resultan lastimados (Proverbios 29:11), dejando devastación en su camino, usualmente con consecuencias irreparables. La ira también se vuelve pecado cuando el airado rehúsa ser tranquilizado, cuando guarda rencor, o lo guarda todo en su interior (Efesios 4:26-27). Esto puede causar depresión e irritabilidad ante cualquier cosita, con frecuencia cosas sin relación alguna con el problema subyacente.

Saco de plumas - Ánimo en mensaje

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Cuenta la leyenda que en cierta ocasión un hombre calumnió gravemente a un amigo suyo, llevado por la envidia que le despertó comprobar el éxito que había alcanzado. Sin embargo, con el paso del tiempo el calumniador se arrepintió del mal causado, de tal manera que, en busca de consejo, visitó a un hombre muy sabio a quien le confesó:
-”Maestro: Quiero arreglar todo el mal que a través de mis calumnias, le propicié  a  un amigo. ¿Cómo puedo hacerlo?”
El sabio le contestó:
-”Toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas y suéltalas de una en una por donde vayas”.
El hombre muy contento por aquella tarea, a simple vista fácil, tomó el saco con plumas y empezó a desparramarlas  por el sector. Al cabo de un corto tiempo terminó la tarea. Entonces regresó donde el sabio para decirle:
-“Maestro, tal como me lo ordenaste, solté ya todas las plumas”. 
El sabio, contestó:
-“Bien, esa era la primera parte. Ahora anda a la calle otra vez y llena nuevamente el saco, con las mismas plumas que desperdigaste”.
El hombre, algo desconcertado, fue nuevamente a cumplir la orden, pero muy pronto regresó entristecido, argumentando que fueron muy pocas las plumas que pudo juntar. El sabio, le dijo entonces:
-”Ahora ya lo entiendes: así como las plumas vuelan con el viento, el mal que hacemos vuela de boca en boca permitiendo que el daño se esparza tanto, que es difícil recogerlo. Lo único que te queda entonces es pedirle perdón a tu amigo. No hay otra forma de revertir una calumnia”.

No dejes que te Roben tus Sueños - Reflexiones

Ante un grupo de niños un hombre narró la siguiente historia:
Había una vez un muchacho que era hijo de un entrenador de caballos. El padre del muchacho era pobre y contaba con apenas unos pocos recursos para mantener a su familia y mandar al muchacho a la escuela. Una mañana en la escuela, estando el muchacho en la clase, el profesor le pidió a los alumnos que escribieran la meta que quisieran alcanzar cuando fueran adultos.
El joven escribió una composición de siete páginas esa noche en la que describía su meta. Escribió su sueño con mucho detalle, incluso dibujó un plano de todo el proyecto: el rancho, las pesebreras, la ganadería, el terreno y la casa en la que quería vivir; en fin, puso todo su corazón en el proyecto y al día siguiente se lo entregó al profesor.
Dos días más tarde, recibió de vuelta su trabajo, no aprobado, y con una nota que decía: "venga a verme después de clases”. El chico del sueño fue a ver a su profesor y le preguntó ¿por qué me reprobó? El profesor le dijo: es un sueño, es poco realista para un chico como tú, no tienes recursos, vienes de una familia pobre. Para tener lo que quieres hacen falta muchas cosas y además mucho dinero. Tienes que comprar el terreno, pagar por las crías originales y después tendrás muchos gastos de mantenimiento. No podrías hacerlo de ninguna manera. A continuación el profesor agregó: "pero si vuelves a hacer el trabajo con objetivos más realistas, reconsideraré tu nota”.
El chico volvió a su casa y pensó mucho. También le preguntó a su padre qué debía hacer. Éste le respondió: "mira hijo, tienes que decidir por ti mismo; creo que es una decisión importante para ti, ¿cierto?”