sábado, 1 de febrero de 2014

Obedeciendo por amor

“Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos”. 1 juan 5:3
A veces escuchamos a los jóvenes decir que los mandamientos han pasado de moda. Pero, por el contrario, Dios nos entregó sus estatutos para que podamos vivir de manera fructífera, y con ellos alcanzar la verdadera realización en nuestra vida. Estos mandatos implican ciertos límites para el ser humano, definiendo lo que Le debe agradar y lo que no, y cumpliéndolos podremos vivir una vida de acuerdo a Su diseño.
Por ejemplo, a muchos jóvenes les cuesta cumplir con el mandamiento de no fornicar; muchos de ellos se dejan llevar por sus emociones argumentando que es muy difícil cumplirlo, ya que reciben una gran presión por parte de la sociedad que les insta a hacer lo que todo el mundo hace.

El Diagnóstico - Reflexiones

Una joven madre, a quien le habían diagnosticado una forma de cáncer tratable, regresó a casa del hospital sintiéndose incómoda por su apariencia física y la pérdida del cabello ocasionada por las radiaciones. Cuando se sentó en una de las sillas de la cocina, su hijo apareció silenciosamente en el umbral de la puerta, estudiándola con curiosidad.
Su madre comenzó el discurso que había preparado para ayudarle a comprender lo que viera, y el niño vino corriendo, se acomodó en su regazo, puso su cabeza contra su pecho y se aferró a ella. Su madre decía en ese momento: “Y dentro de un tiempo, ojalá pronto, luciré como antes y entonces estaré mejor”.
El niño se enderezó pensativo. Con la franqueza de sus seis años, respondió sencillamente: “Diferente cabello, el mismo corazón”.
Su madre ya no tuvo que esperar ningún tiempo para sentirse mejor. Ya estaba mejor.
 Proverbios 31:28
Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; Y su marido también la alaba.
1 Tesalonicenses 2:7
Antes bien, nos portamos con ternura entre vosotros, como cuida una madre con amor a sus propios hijos.

“El chisme y la murmuración, un deseo incontenible”

No importa el contexto en que nos hallemos, que es común encontrar atmósferas contaminadas por el chisme y la murmuración; una mala costumbre que puede afectar a cualquier persona.
Sin pretender estandarizar un perfil determinado de las personas a las que les gusta practicar este repugnante vicio, es importante mencionar que existen diversas investigaciones, en las que se concluye que la emocionalidad y sensibilidad a la que está expuesta la mujer, la hace más vulnerable a caer en este horrible hábito; sin embargo, esto no significa que el género masculino quede totalmente excluido de su práctica. No cabe duda de que, en ocasiones, podemos encontrar entre los hombres una mayor debilidad por el chisme y la murmuración en comparación a algunas mujeres. Así mismo, sería inoportuno tomar bases determinadas, como el nivel de formación, la ocupación, la edad o el estatus social de una persona para estigmatizarla de esta forma. Es una realidad que este mal se ha introducido por y en medio de la humanidad, en todos los ámbitos que componen la sociedad (familiar, educativo, espiritual, político y cultural).
El caso es que el chisme y la murmuración van más allá de una simple práctica; más bien, constituyen una vileza, manifestada en la iniquidad enraizada en el corazón de las personas, una mala actitud que demuestra claramente su deplorable condición pecaminosa.
El diccionario de la real academia española define el chisme como una noticia o comentario, verdadero o falso, con que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras; y la murmuración es definida como una conversación en perjuicio de un ausente.

Descansa en Mí, dice el Señor - Promesas

Descansa en el Señor

Es muy fácil distraernos en nuestro mundo, es muy fácil estar ocupados en una, en cualquier enfermedad moderna que podamos sufrir muchos de nosotros. Descansar es su opuesto, y una de las cosas que el Señor vino a ofrecer. En Mateo 11:28-30 se dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.” 
Jesucristo es el único que puede dar descanso a nuestras almas. Si tu alma está en confusión, si está cansada, exhausta y muy cargada, estás leyendo el pasaje correcto. ¡JESÚS vino a darte descanso! No vas a descansar cuando tus hijos crezcan, o cuando te cases, o cuando tu cuenta bancaria dé números positivos. DESCANSARÁS SÓLO SI CONOCES A JESÚS. SÓLO SI DEPOSITAS TUS CARGAS EN SUS MANOS Y TOMAS SU YUGO FÁCIL Y LIGERO; SÓLO ASÍ ENCONTRARÁS DESCANSO. Como la Palabra dice en Filipenses 4:6-7 “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”