viernes, 16 de diciembre de 2016

El Hijo del Hombre

En los primeros capítulos de Job se nos da una semejanza de la realidad del gran conflicto entre Cristo y Satanás. Como sabemos, fue una batalla que comenzó en el cielo y, luego, llegó a la Tierra (Apocalipsis 12:7-12); y en el libro de Job aparece esa dinámica: un conflicto en el cielo que llega a la Tierra. Tristemente para Job, ese conflicto sobre la Tierra se centró en él.

 ¿Cuál fue la queja de Job? ¿Crees que tenía algo de razón?
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Lo que planteaba Job era sencillo: Tú eres Dios, el Soberano del universo, el Creador. ¿De qué manera entonces, puedes saber qué es ser un humano, y sufrir las cosas que nosotros sufrimos?
Pero los siguientes textos responden a la queja de Job. Lucas 2:11; Juan 1:14; Lucas 19:10; Mateo 4:2; 1 Timoteo 2:5; Hebreos 4:15.


La queja de Job de que Dios no era humano y, por lo tanto, no podía conocer el dolor humano, fue respondida completa y plenamente con la venida de Jesús a la Tierra. Aunque nunca perdió su divinidad, Jesús también fue plenamente humano, y en esa humanidad supo lo que era sufrir y luchar, así como Job y todos los humanos lo hacen. De hecho, en todos los evangelios, vemos la realidad de la humanidad de Cristo y los sufrimientos que tuvo que soportar en nuestra humanidad. Jesús contestó a la queja de Job. “Cristo no tomó sobre sí una humanidad solo en apariencia. Tomó realmente la naturaleza humana y vivió la naturaleza humana. No solo fue hecho carne, sino también fue hecho a semejanza de carne de pecado”.
Piensa en lo que significa que Jesús hubier
a tomado forma humana. ¿Qué nos debe decir esto acerca de cuán estrechamente puede Él identificarse con nosotros, en cualquiera de las luchas que estemos afrontando ahora?


¿Canal o almacén?

El desprendimiento no es una cualidad habitual en las personas, pues generalmente la tendencia es a cuidar con esmero aquello que alcanzamos.
Sucede así con el coche, la casa, y los bienes de todo tipo, incluso las finanzas. Mantener la cartera bajo control es algo que cuidamos con esmero, salvo raras excepciones.
Resultado de imagen de tener y darPor ello, en nuestro afán por cuidar excesivamente nuestras finanzas, no nos preocupamos lo más mínimo de las necesidades de las personas que nos rodean, lo que nos lleva a ser generosos solo cuando nos sobra, que no es muy frecuente.
Algunos, con el ánimo de ser reconocidos, dan porque tienen de sobra, lo que contrasta cuando observamos que hay muchos aún sobre la tierra (qué bueno que no se han extinguido), que tienen porque dan. Sin duda, entre los que dan porque tienen y los que tienen porque dan hay una diferencia abismal.
Los que dan porque tienen, aunque dan, lo hacen con dolor.
Los segundos, de lo que tienen dan, y por eso Dios los bendice, porque sienten satisfacción en lo que hacen y son felices al desprenderse de algo que necesitan otros.
¿De qué lado de la balanza estás?
Dios nos insta a no dejar pasar la oportunidad de servir y compartir de lo que Él nos da (aunque sea poco), con aquellos que están más necesitados.
“…Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?..” Santiago 2:15-16
Sé un canal y no un almacén. Si esperas a tener mucho para dar nunca serás un dador.

El dinero

Ninguno puede servir a dos señores, porque odiará al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Mateo 6:24
Hace muchos años, cuando tenía un trabajo que consideraba más una misión que una labor, otra compañía me ofreció un puesto que implicaba un importante aumento de salario. El problema era que yo no había estado buscando otro trabajo, porque amaba lo que hacía.
Pero el dinero…
Llamé a mi padre y le expliqué la situación. Aunque su mente, anteriormente perspicaz, había sido afectada por accidentes cerebro-vasculares y el paso de los años, su respuesta fue escueta y sencilla: «No pienses en el dinero, ¿qué es lo que te gusta hacer?»
Al instante reaccioné. ¡El dinero sería la única razón de dejar el trabajo que amaba! Gracias, papá.
Jesús dedicó gran parte de su Sermón del Monte al dinero. No nos enseñó a orar por la acumulación de riquezas, sino por «el pan nuestro de cada día» (Mateo 6:11). Advirtió contra almacenar tesoros en la tierra, y puso a las aves y las flores como ejemplo del cuidado de Dios por su creación (versos. 19-31). Y agregó: «buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (verso 33).
Hay que pensar en el dinero, pero éste no debe controlar nuestras decisiones. Pensemos que las dificultades y los desafíos son oportunidades para que nuestra fe aumente, ya que nuestro Padre se ocupa de nosotros.

Señor, ayúdame a confiar en tu provisión y cuidado constantes.
Nunca hay que confundir tentación con oportunidad.

Doy Gracias a mi Cristo

Dando siempre gracias a Dios por todo, al Dios y Padre, en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo. Efesios 5:20.
Hoy, cuando me levanté escuché en el patio de mi casa a los pájaros cantar alegremente, mientras el sol bañaba con su manto toda la creación. Aún en mi cama, escuché el trinar de las aves, y salió de mi corazón algo así como un murmullo lleno de admiración que decía la expresión GRACIAS SEÑOR, POR TODO LO QUE HOY ME DAS. Y entonces recordé las palabras de aquella poesía que dice:
“Gracias a mi Cristo que me ha dado tanto. Me dio dos luceros que cuando los abro, perfecto distingo lo negro del blanco. Y en el alto cielo su fondo estrellado y en las multitudes los seres que yo amo”.
Imagen relacionada“Gracias a mi Cristo que me ha dado tanto. Me ha dado el sonido y el abecedario. Con él las palabras que pienso y declaro. Madre, amigo, hermano, y luz alumbrando, la ruta del alma del que estoy amando”.
“Gracias a mi Cristo que me ha dado tanto. Me ha dado la marcha de mis pies cansados. Con ellos anduve ciudades y charcos. Playas y desiertos, montañas y llanos. Y la casa tuya, tu calle y tu patio”.
“Gracias a mi Cristo que me ha dado tanto. Me dio el corazón que agita su marco, cuando miro el fruto del cerebro humano, Cuando miro al bueno tan lejos del malo, cuando miro el fondo de tus ojos claros.”
“Gracias a mi Cristo que me ha dado tanto. Me ha dado la risa y me dado el llanto. Así yo distingo dicha de quebranto, los dos materiales que forman mi canto, y el canto de ustedes que es mi mismo canto. Y el canto de todos que es mi propio canto”. Gracias a mi Cristo. Gracias a mi Cristo.