martes, 2 de julio de 2013

Yo soy un católico, ¿por qué debo considerar el convertirme en cristiano?- Preguntas y respuestas bíblicas - Vídeo

Respuesta: Primeramente, no es pretensión ofenderte en la redacción de esta pregunta. Hay preguntas que se hacen los católicos, tales como; “¿Cuál es la diferencia entre católicos y cristianos?” En algunas conversaciones de católicos se escucha, “Yo no soy cristiano, soy católico” Para muchos católicos, el término “cristiano” y “protestante” son sinónimos. El intento de este artículo es que los católicos estudien lo que dice la Biblia acerca de ser un cristiano, y quizás consideren que la fe católica no es la mejor representación de lo que describe la Biblia. 

La diferencia clave entre católicos y cristianos es la visión que se tiene de la Biblia
. Los católicos ven la autoridad de la Biblia al mismo nivel de autoridad que posee la Iglesia y la tradición. Los cristianos ven la Biblia como la suprema autoridad para la fe y su práctica. La pregunta es, ¿cómo se presenta la Biblia a sí misma?: 2 Timoteo 3:16-17 nos dice, “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” La Escritura, por sí misma, es suficiente para que el cristiano esté enteramente preparado para toda buena obra. Este texto nos dice que la Escritura no es “sólo el principio”, o “sólo las bases”, o el “cimiento para una más completa tradición eclesiástica.” Por el contrario, la Escritura es perfecta y totalmente suficiente para todo en la vida cristiana. La Escritura puede enseñarnos, reprendernos, corregirnos, entrenarnos, y equiparnos. Los cristianos bíblicos no niegan el valor de las tradiciones de la Iglesia. Más bien, los cristianos sostienen que para que una tradición de la Iglesia sea válida, debe estar basada en una clara enseñanza de la Escritura, así como estar en concordancia con la misma. Amigo católico, estudia la Palabra de Dios por ti mismo. En la Palabra de Dios encontrarás la descripción y la intención de Dios para Su iglesia. 2 Timoteo 2:15 dice, “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.”

Una segunda diferencia clave entre católicos y “cristianos bíblicos” es el entendimiento de la manera en que podemos aproximarnos a Dios. Los católicos tienden a aproximarse a Dios a través de intermediarios, tales como María o los santos. Los cristianos se aproximan a Dios directamente, ofreciendo oraciones a nadie más que a Dios mismo. La Biblia proclama que nosotros podemos aproximarnos al trono de Gracia de Dios confiadamente (Hebreos 4:16). La Biblia es perfectamente clara en que Dios desea que le oremos a Él, que tengamos comunicación con Él, que le pidamos a Él las cosas que necesitamos (Filipenses 4:6; Mateo 7:7-8; 1 Juan 5:14-15). No hay necesidad de mediadores o intermediarios, porque Cristo es nuestro único y solo mediador (1 Timoteo 2:5), y tanto Cristo como el Espíritu Santo, están ya intercediendo a nuestro favor (Romanos 8:26-27; Hebreos 7:25). Amigo católico, Dios te ama íntimamente y ha provisto una puerta abierta para una comunicación directa a través de Jesucristo.

¿Cuál es la religión verdadera? - Preguntas y respuestas bíblicas

Respuesta: La religión puede ser definida como “la creencia en Dios o dioses que deben ser adorados, normalmente expresada mediante conductas y rituales" o “cualquier sistema específico de creencia, adoración, etc., que con frecuencia incluye un código de ética.”  Más del 90% de la población mundial está adherida a alguna forma de religión. El problema es que hay demasiada diversidad de religiones. ¿Cuál es la religión correcta? ¿Cuál es la religión verdadera?

Los dos ingredientes más comunes en las religiones son las reglas y los rituales. Algunas religiones son, esencialmente, sólo una lista de reglas de hacer o no hacer, que una persona debe observar, a fin de ser considerado como un fiel partidario de esa religión, y por lo tanto, justo ante el Dios de esa religión. Dos ejemplos de religiones basadas en las reglas de observancia son el Islamismo y el Judaísmo. El Islam tiene cinco pilares que deben ser observados. El Judaísmo tiene cientos de mandamientos y tradiciones que deben ser observados. Ambas religiones, hasta cierto punto, sostienen que obedeciendo las reglas de la religión, una persona será considerada justa ante Dios. Otras religiones se enfocan más en la observancia de rituales en lugar de la obediencia a una lista de reglas. O sea, mediante la ofrenda de un sacrificio, desempeñando una tarea específica, participando en este servicio, consumiendo esta comida, etc., una persona es hecha justa ante Dios. El ejemplo más predominante de una religión basada en rituales es el Catolicismo Romano. El Catolicismo Romano afirma que siendo bautizado con agua en la infancia, participando en la Misa, confesando los pecados al sacerdote, ofreciendo oraciones a los santos en el Cielo, siendo ungido por un sacerdote antes de la muerte, etc., etc., Dios aceptará a tal persona en el Cielo después de su muerte. El Budismo e Hinduismo también son religiones basadas principalmente en rituales, pero también pueden ser considerados, en menor grado, como basadas en reglas.

El cruzador de abismos - Devocional - Vídeo

“Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión”
(Hebreos 4:14)
Nick Wallenda tiene hasta este momento seis récords Guinness. Fue un precoz aventurero, pues sólo tenía 4 años cuando comenzó a caminar por la cuerda floja. Nick constituye la séptima generación de acróbatas de una familia, cuya tradición es sinónimo de peligro. Fue el primer hombre capaz de cruzar el Niágara sobre una cuerda floja. A una altura de 457 metros y con una cuerda de tan solo 5 centímetros de grosor, hizo que el apellido Wallenda siguiera en las páginas de los periódicos de todo el mundo en el año 2012.
Pero esa no fue su última hazaña. Hace unos días, Nick cruzó un nuevo abismo, uno de los más intimidatorios del mundo. El 23 de junio de 2013, Nick Wallenda cruzó el Gran Cañón (Colorado) en sólo 22 minutos y 54 segundos. Sin ningún tipo de seguridad o arnés protector, logró un nuevo record mundial. Desafió los fuertes vientos de hasta 80 kilómetros por hora que soplan en el Gran Cañón y caminó con firmeza 450 metros de distancia, a una altura de 500 metros. El mundo entero le aplaudió.
Es impresionante el coraje de un hombre capaz de afrontar sus miedos y sortear peligros tan grandes. Nick Wallenda inspira y recuerda a alguien mucho más osado y desde luego extraordinario. Alguien que cruzó el abismo más temible, y arriesgó todo sin motivos egoístas. La distancia que cruzó no es medible en kilómetros, ni siquiera en años luz. Jesús, el Hijo de Dios, cruzó el infinito abismo desde el tercer cielo hasta la tierra. No quería batir un record, ni mucho menos buscar aplausos o la admiración variable de un mundo olvidadizo. Jesús cruzó el infinito universo para salvarnos y llevarnos de vuelta con Él.
Despojado voluntariamente de su gloria, Jesús caminó sobre la delgada cuerda de la voluntad de Dios sin mirar atrás. Al principio de la cuerda, el cielo, al final de la misma, la cruz. Tal proeza nos asombra hasta sobrecogernos y conducirnos a una continua contemplación de su grandeza. Desde el crujir de la fruta en Edén fue su salida. Sólo un amor inconmensurable podía moverle a tan misericordiosa proeza. Jesús sabía que sortearía el peligroso abismo, y su amor era la pértiga que le haría mantener el equilibrio. En una competición humana moderna el mundo le hubiera aplaudido, pero en su caso el mundo le mataría. Lo más sorprendente de todo es que Él ya lo sabía.

Rompiendo La Esclavitud De Las Deudas - Economía

Me crié en un hogar donde todo se adquiría a través del crédito. Cada semana llegaba alguien a la puerta de mi casa cobrando algo. Era una situación angustiosa escuchar "no tengo hoy para pagar", y después de esto, escuchar amenazas por parte de los acreedores.
Los años fueron pasando y me dejé envolver en ese ambiente, pues en mi etapa de joven, teniendo ya un trabajo, comencé también a adquirir mis cosas personales a crédito. No me satisfacía plenamente recibir mi sueldo a fin de mes, porque al hacer las cuentas todo se iba en pagar lo que había comprado a crédito y no podía disfrutar de mi sueldo para otras cosas.
Me casé con un hombre que no tenía esta posición y que venía de un hogar donde no se le debía a nadie. Esto generó entre nosotros conflictos que nos quitaban la paz.
Un día, gracias a Dios, pude romper con esa esclavitud de la deuda, me senté junto a mi esposo, hicimos un presupuesto y organizamos nuestras entradas y salidas de efectivo.
Además, otro aspecto que ha funcionado en nuestro matrimonio ha sido el ahorro. Aunque sea algo significativo, necesitamos comenzar a formar el hábito de ahorrar y pensar en el futuro.
Tenemos la mente de Cristo y podemos ser sabios en la administración de nuestras posesiones, y poder decir NO a aquellas compras impulsivas; debemos preguntarnos si lo que deseamos es necesario, si puedo vivir sin ello, y no caer en la trampa del consumismo haciendo mal uso de las tarjetas de crédito.
La Biblia dice: Del Señor es la tierra y Su plenitud, el mundo y los que en él habitan, entonces nada es nuestro y no tenemos que ser esclavos de las deudas queriendo adquirir cosas y más cosas.  Recordemos que vinimos a este mundo sin nada y volveremos a la tierra de donde fuimos sacados sin nada.

El efecto de tus palabras - Ánimo en mensaje - Vídeo


En muchas ocasiones hemos escuchado que lo que declaramos con nuestra boca será hecho, pero no prestamos demasiada atención a ello hasta que vemos que las palabras realmente están haciendo efecto, en especial cuando esas palabras han sido negativas, ya que aunque sea difícil de creer, al pronunciarlas ya comenzamos a limitarnos.

¿Cuántas veces frente a una situación difícil has dicho “no puedo”, “no soy capaz”, “no tengo fuerzas”?, ¿cuantas más te has sentido derrotado antes de luchar?

El poder de las palabras para bien o para mal siempre hace efecto, pero lamentablemente es más normal escuchar o decir las negativas, porque nos es difícil decir algo positivo en medio de un problema o situación incomoda.

Hay un verso en Proverbios 6:2  que dice:

“Te has enlazado con las palabras de tu boca y has quedado preso en los dichos de tus labios”