Hermano y amigo, vamos a tratar el tema de la dignidad. Este es un problema muy serio que afecta a menudo a las personas. La psicología dice: como el hombre piensa, siente, y tal como siente, actúa. Este descubrimiento de la psicología ya había sido escrito en la Palabra de Dios en el libro de Proverbios 23:7 Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él. Es decir, somos lo que pensamos que somos. Lo que pensamos de nosotros mismos, es lo que creemos de nosotros mismos, y eso somos.
Le contaré algo: "Una vez, el profesor de una clase les dio una consigna a sus alumnos. Debían identificarse con un animal, y luego debían exponer la razón por la que se identificaban con ellos. Había entre ellos, un hermano en Cristo que cuando le llegó su turno, con un tono de voz muy “espiritual”, dijo con aparente humildad: “Yo me identifico con un gusano, porque eso es lo que soy”. Quizás este hermano había leído el libro de Job, donde uno de sus amigos decía:
Job 25:6 ¿Cuánto menos el hombre, que es un gusano, Y el hijo de hombre, también gusano?
Ahora fijémonos en que Bildad, el amigo de Job, y el rey David tenían opiniones diferentes. David también se expresa sobre la insignificancia del hombre pero, al mismo tiempo, reconoce y ensalza lo que es realmente, por la gracia de Dios:
- Salmo 8:4 Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites?
- Salmos 8:5 Le has hecho poco menor que los ángeles, Y lo coronaste de gloria y de honra.
- Salmos 8:6 Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies:
- Salmos 8:7 Ovejas y bueyes, todo ello, Y asimismo las bestias del campo,
- Salmos 8:9 ¡Señor nuestro, Cuán grande es tu nombre en toda la tierra!
Qué gran diferencia hay entre los dichos del santurrón amigo de Job, y los de un rey conforme al corazón de Dios. De acuerdo a sus dichos, así se sentían y así actuaban. Por eso, uno no era nada más que un santurrón; y el otro, un Rey. La palabra de Dios no se equivoca: Proverbios 23:7 Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.
Veamos,... lea con atención, todo el capitulo uno del libro de los Efesios… ¿Ya lo ha leído?, ¿es sabio decir que un hijo de Dios es un gusano?
Mi querido hermano, mire lo que dice el Apóstol Pedro de usted:
1 Pedro 2:9 Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; (somos embajadores de Dios en la tierra).
Podríamos seguir viendo muchos pasajes más refiriendo lo que somos en Cristo Jesús, pero no es necesario, pues con lo que ya hemos leído en Efesios y en la carta del apóstol Pedro, es suficiente para comprender que somos dignos de recibir lo que Dios nos ha otorgado por herencia. Y esta dignidad es por pura gracia, la cual, se recibe por fe (porque ciertamente, nosotros por nosotros mismos nada merecemos). Esto dice:
Romanos 4:16 Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros.
Mi estimado hermano, si somos dignos es solo por gracia, pero... somos dignos. Si rechazamos esta dignidad, estamos menospreciando el sacrificio que costó la misma, la cual fue a precio de sangre, la preciosa sangre de nuestro Señor Jesucristo. No se atreva a sentirse indigno, reprenda esos pensamientos diabólicos de su mente y comience a vivir en la dignidad que el Señor le ha otorgado. Así es como quiere Dios que usted piense, se sienta y actúe, con total dignidad. No piense más que usted no tiene derecho a recibir bendiciones del Señor y de concretar grandes sueños en Cristo. Eso es lo que el diablo quiere que usted piense. Usted es digno, porque tiene el legítimo derecho como hijo de Dios, al extremo que Dios mismo lo hizo co-heredero de Cristo. Por eso el apóstol Pablo decía:
2 Tesalonicenses. 1:11,12 Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga por dignos de su llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con su poder, para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.
Si usted es un profesional, o una persona de empresa u organización comercial o civil, o un funcionario de gobierno, habrá notado que las funciones o términos que desarrolla como tal (plan, visión, misión, objetivos, estrategias, metas, presupuesto, programa, etc.), son terminologías usadas en diseños de producción, dentro de su marco lógico, en planificaciones estratégicas, en proyectos sustentables y sostenibles, etc. Son elementos que han venido siendo descubiertos o “inventados” por profesionales, principalmente a partir de la era industrial (año 1800) en adelante. Hoy se realizan grandes simposios, cursos de posgrados, seminarios, talleres, etc. para explicar estas aplicaciones, y se las presenta como los nuevos métodos más efectivos para alcanzar los "Grandes proyectos de la Humanidad". A través de la lectura de este libro, se habrá dado cuenta entonces, de que lo que el hombre moderno ha tardado miles de años en darse cuenta, Dios ya lo había establecido en su Palabra 1900 años antes de Cristo.
¿No es grandioso el Dios de la Biblia? ¡Gloria a Dios por esto! La historia oficial nos dice que la humanidad de entonces (1900 A.C., en los días de Abraham), daba sus primeros pasos hacia las culturas pre-clásicas y clásicas, y fue entonces cuando comenzaron a florecer los primeros centros urbanos.
Consecuentemente, nosotros, los hijos de Dios, debemos dar gloria y gracias a Dios, porque a nosotros nos fueron reveladas estas cosas mucho antes que a los “sabios” de este mundo. Por lo tanto, dejemos de mirar y admirar al mundo y su vana “excelencia”. Porque la verdadera excelencia viene de nuestro Padre Celestial y se construye sobre el temor de Dios.
2 Corintios 4:6,7 Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros.