domingo, 6 de octubre de 2013

¿Llorar te Hace Feliz? - Crecimiento personal-espiritual - Vídeo

Soy la mayor de tres hermanas, todas mujeres, y bueno, en mi casa nunca se escuchó esa frase lapidaria de “no llore hijo, porque usted es hombre”; yo me preguntaba, ¿por qué los hombres tienen lagrimales si no deben llorar? Pero como te decía soy la mayor de tres hermanas, y aunque me libré de la frase ya leída, no me libré de “ya no llores más porque tus hermanas más pequeñas se van a asustar y tú debes ser ejemplo”.
Cuando pasaba por un momento difícil, cuando vivía alguna terrible pena o simplemente me machacaba un dedo, yo estaba muy bien entrenada para no llorar, y mi manera de liberar un poco de tensión o pena era gritando o diciendo alguna grosería.
Confieso que tenía un excelente control sobre mis lágrimas; si alguna vez me sentía desolada o triste y me daba licencia para llorar, sabía que en cuanto viera frente a mí a alguien más inferior, más pequeño en cualquier aspecto de la vida, sólo aspiraba aire con mucha fuerza, comenzaba a respirar lenta y profundamente, me controlaba y me dedicaba a consolar a los que estaban a mi alrededor.
Con el paso del tiempo, para la mayoría de mis familiares y amigos yo era muy fuerte y valiente, pero eso estaba muy lejos de ser verdad...
...porque al cabo de unos años descubrí que llorar era prácticamente un regalo de Dios, tanto es así que Jesús dice que el que llora es bienaventurado, que significa doblemente bendecido, o sumamente feliz. La Palabra también enseña que los chillones, mal humorados o los que dicen malas palabras se están buscando problemas con Dios.
Efesios 4:29 Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. 4:30 Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. 4:31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería maledicencia, y toda malicia.
En la sociedad, la mayoría de las personas entienden que llorar es una muestra de fragilidad, que es señal de inmadurez o de falta de control, pero particularmente, alguna vez leí que llorar no te hace débil, que desde que nacimos es una señal de que estás vivo. 
Quiero que sepas lo que Dios dice respecto a llorar:
Mateo 5:4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
Lucas 6:21 Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
Lucas 23:27, 28. “Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él. Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos”.

¡Deja de querer que se repita tu pasado! - Devocionales, Reflexión

Tu pasado no tiene nada que ver con un anciano malhumorado que te castigue, sino con un sabio que te recuerde y te advierta. Tu pasado tiene que ser tu mentor, te tiene que enseñar por dónde ir y por dónde no pasar nunca más en la vida”.
Cuando la mujer fue encontrada cometiendo el acto de adulterio fue traída a la presencia del Señor, El Señor no prestó atención a los hombres que la injuriaban y que demandaban de Él una respuesta: 
“¿Qué hacemos con ella?”, y Jesús “escribía en la tierra”...
pasado
Porque nosotros somos de la tierra y la vida ha escrito cosas en nosotros, y por eso El Señor dijo: “el que esté sin pecado que tire la primera piedra”.
“Dijiste e hiciste muchas cosas malas en tu vida, pero las últimas palabras del capítulo viejo las voy a escribir yo, para cerrar tu pasado”.
 ¡Porque hoy voy a escribir un capítulo nuevo en tu vida!
Deja de querer que se repita tu pasado, no hagas más de lo mismo pudiendo hacer algo diferente. 
Hay mujeres que necesitan tener vivencias asociadas al dolor o al sacrificio; por ejemplo, por más que tengan máquinas lavarropas, siguen lavando a mano, en la cocina tienen una cortador nuevo pero siguen cortando con el cuchillo y usando la tabla, les regalaron un exprimidor eléctrico pero siguen exprimiendo con la mano. Aplican la misma solución, y esa misma solución cuanto más pasa el tiempo no da resultado, ¡cambiad pues de estrategia!

Habilidad - Reflexiones - Vídeo

Hace unos días estaba en mi coche haciendo diversas diligencias diarias.
Con el tráfico de vehículos que se ve en muchas ciudades importantes, no está de más poner en práctica toda nuestra habilidad al volante para esquivar cualquier hipotético accidente. Fue eso precisamente lo que me sucedió, tuve que esquivar a otro coche que se cruzó en mi carril, y en ese momento vi la diferencia entre mi reacción actual y mi reacción de hace diez años. ¡Vaya!, pensé, incluso en mi manera de conducir veo la diferencia de mi reacción y habilidad. Pero luego vino a mí la analogía, de que así mismo sucede en nuestra vida espiritual.
A ver, cuando somos jóvenes espiritualmente y estamos conociendo a Dios, aprendiendo a vivir como cristianos, nuestra habilidad espiritual está aún bastante limitada y nuestras reacciones todavía son impulsivas e inmaduras. Sin embargo, a medida que crecemos aprendemos a esquivar lo que podría ser un accidente fatal, pensamos nuestras acciones, dependemos no de nuestras propias habilidades sino de las de Dios a través de nosotros, nuestros reflejos están basados en lo que tenemos por dentro, en el lugar que Dios nos tiene destinados, y al final nuestras acciones son el reflejo de nuestro interior.
Así que, como nuestra habilidad para manejar un coche mejora de acuerdo con los años de práctica, de esta misma manera deberíamos ver nuestra habilidad espiritual; mientras más práctica tengamos, más impacto podremos tener en los que nos rodean y en nosotros mismos. ¡Y que Dios sea glorificado con nuestro diario andar!
Iniciativa y perseverancia hacen la diferencia. ¡No te rindas, termina la carrera y clama por tu premio!
Encomienda al Señor tu camino; confía en él, y él actuará.
Salmo 37:5
He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe.
2 Timoteo 4:7
Por tanto, nosotros todos, mirando con el rostro descubierto y reflejando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en su misma imagen, por la acción del Espíritu del Señor.
2 Corintios 3:18

El favor de Dios - Devocional

“El Señor le respondió: Yo mismo iré contigo, Moisés, y te daré descanso; todo te saldrá bien.”
Éxodo 33:14 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Cuando DIOS llama a alguien para una tarea se asegura que la gloria sea para sí, en el sentido de que lo obtenido fue producto de Su amor, Su misericordia y dominio. Por lo que aquello que el SEÑOR escoja como propósito/misión para los suyos, siempre estará fuera del alcance sólo de nuestros esfuerzos humanos. Y cuando el creyente no entiende esto, pone sobre sí un peso que no le corresponde y le aplastará. Por el contrario, cuando se entiende que la llamada de DIOS a los suyos es un regalo que se obtiene por misericordia, y que el SEÑOR puede y quiere hacerlo, independientemente de los fallos o capacidades del creyente, entonces se encuentra reposo.
Existen muchos ejemplos del favor de DIOS sobre la vida de los suyos, que dejan claro que sólo por Él cumplieron sus propósitos. Era imposible que un pastor de ovejas llegara al trono de Israel y se convirtiera en el primer rey de su dinastía, fue así únicamente por el favor de DIOS sobre David. Cuando el pueblo de Israel conquistó la tierra prometida, era un pueblo que había sido recién liberado de su esclavitud, sumado a que ellos no contaban con armamento apropiado de la época, sin embargo DIOS peleaba por ellos, para que así el SEÑOR se quedase con la gloria. Cuando los apóstoles del SEÑOR daban cátedras teológicas a los fariseos y maestros de la ley, éstos últimos no podían entender cómo hombres sin estudio les apabullaran de conocimiento, de no ser por la gracia de DIOS.

La historia de Nancy - Reflexión, meditación - Vídeo

Nancy era una cristiana de cuna; se les llama popularmente así a aquellos que nacen en hogares cristianos y a los que desde pequeños se les enseña la Palabra de Dios, personas que crecen en ambientes llenos de enseñanzas bíblicas, lo cual no significa que realmente vivan lo que desde pequeños han aprendido.

Nancy estaba tan acostumbrada al lenguaje cristiano que para ella todo era normal, como escuchar mensajes de la Biblia, cantar en la Iglesia, servir en algún Ministerio, orar, etc, todo era normal para Nancy. Y es que a veces lo normal puede convertirse en monótono y dejar de tener la importancia que realmente debe tener.

Nancy ya era una mujer de veinticinco años cuando se le detectó una enfermedad terminal. Casi nadie podría imaginar cómo una mujer tan joven podía padecer de una enfermedad fatal. Hasta ese entonces Nancy nunca había puesto a prueba su fe, sino que viviendo su "vida religiosa”, se había conformado con llevar a cabo todas las actividades que desde niña había aprendido. Y ahora le tocaba, por primera vez, utilizar la fe que desde niña le habían enseñado.

El hecho de que Nancy jamás hubiera experimentado tener un problema tan serio, había hecho en ella que su fe no fuera “tan buena”, es decir, no sabía cómo tenía que creer o cómo tener fe. Como nosotros, que nos quejamos muchas veces de los problemas que nos acontecen, sin darnos cuenta de que cada uno de ellos nos enseña a tener fe y a confiar en Dios. Nancy no había afrontado ningún problema serio en toda su vida, y a pesar de que tenía bases cristianas desde su nacimiento, la realidad es que no tenía la fe que se necesitaba en esos momentos.

La desesperación de Nancy por la enfermedad detectada, provocó por primera vez en ella, que comenzara a ver la relación con Dios no como algo monótono o mecánico, sino como algo más íntimo. 
Ahora a Nancy se le podía ver más entregada, comenzó a forjar una mejor relación con Dios, se le veía orar como nunca antes, con una postura quebrantada, rendida totalmente a Dios, se le podía ver adorándole con lo mejor que tenía, ahora leía más la Biblia, y aquellas historias que escuchaba de niña ahora cobraban un verdadero sentido al motivarla a tener fe. Aquellas historias que escuchaba y de las cuales memorizó, ahora tenían un significado para ella; escuchar acerca de la fe ya no sólo era teórico, ahora se había convertido en algo que tenía que llevar a la práctica.

A través, y como consecuencia de su enfermedad, Nancy aprendió a creer, comenzó ver a Dios no como algo común, sistemático o monótono; ahora ella entendía de primera mano lo que significaba confiar o depender totalmente de Dios, pues su vida estaba amenazada por esa enfermedad terminal, sin embargo depositó su fe renovada en Dios a esperas de un milagro.