Frecuentemente creemos que las maldiciones transmitidas de generación a generación son más fuertes de lo que nosotros podemos hacer.
Pero Dios es quien cambia vidas y quien obra en nosotros y en nuestras generaciones; Él puede romper toda atadura, pero el trabajo no solo es suyo, también es nuestro.
O sea, el hecho de que tengas un hijo alcohólico o que esté metido en adulterio, fornicación, vicios, etc. no solo es porque tenga ataduras de sus ancestros; o si sus antepasados fueron así no quiere decir que él lo lleve en los genes. Esto es algo que muchas personas sostienen y utilizan para excusarse, cuando en realidad es simplemente, porque no han visto un ejemplo bueno en el que fijarse.
Pero Dios es quien cambia vidas y quien obra en nosotros y en nuestras generaciones; Él puede romper toda atadura, pero el trabajo no solo es suyo, también es nuestro.
O sea, el hecho de que tengas un hijo alcohólico o que esté metido en adulterio, fornicación, vicios, etc. no solo es porque tenga ataduras de sus ancestros; o si sus antepasados fueron así no quiere decir que él lo lleve en los genes. Esto es algo que muchas personas sostienen y utilizan para excusarse, cuando en realidad es simplemente, porque no han visto un ejemplo bueno en el que fijarse.
Tu ejemplo y el inculcarle buenos valores a tus hijos, es una de las grandes formas para que los que vienen después de ti no sigan los malos pasos.
Dios dice en su Palabra que todo lo que sembremos, así también cosecharemos; no solamente se trata de sembrar para uno mismo, también para los demás. Y lo mejor que puedes sembrar en tus hijos son la fe y el amor a Dios, valores y principios que a largo plazo, harán de ellos personas que harán historia donde estén.