miércoles, 13 de enero de 2016

En busca del tesoro

Cierto buscador de tesoros llegó un día a una cámara egipcia, después de mucho tiempo de búsqueda.
En aquella cámara se encontraba un tesoro de valor incalculable, contenido en un cofre que estaba situado en una plataforma al final de la cámara. Dicha plataforma poseía un mecanismo que cerraba la entrada y destruía la cámara, si el cofre era retirado de la plataforma.
El hombre, sin saberlo, se aproximó ansioso, y tomó el pesado cofre en sus manos. Al hacerlo, el mecanismo se activó mientras caminaba hacia la puerta por la que había entrado, y veía como ésta lentamente, se cerraba antes sus ojos.
El peso del cofre lo hacía andar muy lento, por lo que era imposible que lograra salir antes de que la puerta se cerrara. Tenía que decidir entre tener el cofre y salvar su vida.
Muchas personas se encuentran actualmente en esta situación, pero lo peor de todo es que no saben que ese cofre les puede hacer perder la vida. Jesús nos da el tesoro más preciado que podamos tener; decidámonos por Él.

¿Es pecado la gula? ¿Qué dice la Biblia respecto al comer de más?

La gula es un pecado que parece que les gusta ignorar a los cristianos. Estamos listos para etiquetar como pecados el fumar o beber, pero por alguna razón la glotonería es aceptada o cuando menos tolerada. Pero muchos de los argumentos usados contra el fumar y beber, tales como la salud y la adicción, se pueden aplicar igualmente, al comer de más. Muchos creyentes ni siquiera considerarían posible tomar un vaso de vino o fumar un cigarro, pero no vacilan en atiborrarse de comida en la mesa, hasta el punto de sentirse que van a explotar. Esto no debe ser así.

Proverbios 23:20-21 nos advierte, “No estés con los bebedores de vino, ni con los comedores de carne; porque el bebedor y el comilón se empobrecerán, y el mucho dormir los hará vestir de harapos.
Proverbios 28:7 declara, “El que guarda la ley es hijo prudente; mas el que es compañero de glotones avergüenza a su padre.” Proverbios 23:2 proclama, “Y pon cuchillo a tu garganta, si tienes gran apetito.” 

Dios aprieta pero no ahoga

No te preocupes por lo que no entiendas de la Biblia. Preocúpate por aquello que entiendes y no aplicas a tu vida. Corrie Ten Boom
Muchas veces nos hemos encontrado en una situación difícil, con un problema muy grande en el que no vemos solución, solo vemos nubes grises o negras sobre nuestra cabeza. Pensamos que Dios la tiene "cogida" conmigo, y nos decimos: “Ni siquiera acierto con Dios”, “la vida es dura”, “nunca debí haber nacido”, “nunca debí haber hecho esto”, “como fui tan tonto”...  y pare usted de contar los juicios que hacemos de nosotros y del mundo que nos rodea. Como analogía, tenemos la vida de José el Soñador, todo lo que le tocó vivir antes de llegar a ser el Gobernador de Egipto; él pudo haber tenido esa clase de juicios y conversaciones consigo mismo, pero lo que aprendemos de José es su actitud ante la adversidad.
Qué triste sería que tu vida se detuviera ahí en el problema, perdiéndote la oportunidad de disfrutar muchas cosas con solo cambiar de actitud sobre lo que te puede llegar a suceder. Como a José el "Soñador", Dios puede tornar todo el mal en bien.
Hay muchas historias sobre las actitudes, y esta es interesante. Trata sobre la manera en que una madre criaba a su hijo.
“Entraba en su dormitorio y lo despertaba a las 5:30 AM, diciendo “Luis, hoy va a ser un gran día”. Pero eso no era lo que el niño deseaba oír a esa hora de la mañana. Su primer trabajo, cada día, era salir y traer el carbón para encender el fuego y calentar la casa. Y lo aborrecía.
Un día, cuando su madre entró al cuarto y dijo “Va a ser un gran día”, Luis respondió bruscamente: “No mamá. Va a ser un día asqueroso. Estoy cansado. La casa está fría. No quiero levantarme y traer carbón. ¡Es un día horrible!”. Querido, ella contestó, no sabía que te sentías así. ¿Por qué no vuelves a la cama y duermes otro poco? ¿Por qué no pensé en esto antes?, se dijo, creyendo que había dado en el clavo.
Despertó dos horas después. La casa estaba caliente, y podía oler el desayuno que se estaba preparando. Saltó de la cama, se vistió y fue a sentarse a la mesa de la cocina.  
- Estoy hambriento, dijo. He descansado bien. Ya está listo el desayuno, perfecto.
- Querido, dijo la mamá, hoy no hay comida para ti. ¿Recuerdas que dijiste que iba a ser un día horrible? Como madre, voy a hacer lo mejor que pueda para que tengas un día horrible. Vuelve a tu dormitorio y quédate allí todo el día. No tienes permiso para salir de allí, y vas a tener poco que comer hoy. Nos veremos mañana a las cinco y media. 
Luis regresó a su dormitorio desanimado y se acostó. Pudo dormir más o menos, otra hora. Pero eso fue todo lo que pudo dormir. Pasó todo el día deprimido en la habitación, con un hambre que crecía con el paso del tiempo. Cuando oscureció volvió a meterse en la cama y trató de dormir. Despertó varias horas antes del amanecer. Se vistió, y ya estaba sentado en el borde de la cama cuando la mamá abrió la puerta de su habitación a las cinco y media. Antes que ella dijera algo, Luis se puso de pie de un salto y dijo “Mamá, va a ser un gran día”.
Lo que era cierto para Luis es cierto para usted también. Podemos cambiar nuestra actitud hacia Dios, hacia  la vida, hacia otras personas. Quizá haya cosas que no pueda cambiar, pero usted puede hacer que su actitud sea más positiva. Cuando nuestras actitudes superan nuestras habilidades, hasta lo imposible se puede hacer posible. Hay muchos beneficios en mantenerse con una actitud positiva.

¿Por qué necesito yo a Jesús?

Hay personas que consideran su vida tan perfecta, que no tienen necesidad de nada distinto al hecho de seguir contando con el “exitoso bienestar” que las cosas de este mundo les genera. La salud, el dinero, el reconocimiento y los triunfos son más que un aliciente en sus vidas para creerse en control de todo lo que pasa a su alrededor; mientras más éxito tienen, más confianza en sí mismos demuestran, una peligrosa y egocéntrica trampa. Es la triste realidad de muchas personas en la actualidad; creen que porque son “prósperos” no tienen necesidad de nada más, son hedonistas, limitan su existencia al disfrute de la vida, y piensan que lo más importante es gozar de los placeres que les ofrece el mundo. Para ellos, vivir significa satisfacer sus deseos, incluso no importa lo aberrantes que puedan parecer con tal de que les genere placer.
Cuando te encuentras con una persona así y pretendes predicarle el Evangelio de Jesucristo, a fin de que comprenda cuál es su verdadera necesidad y el propósito real por el cual fue creada, no puedes dejar de sentir cierto grado de impotencia al saber que su mente está cauterizada por el amor que le tiene a lo que, para ella, representa su mayor tesoro (sus bienes, sus riquezas, sus intereses, etc.).
Es triste que vean a Jesucristo como un amuleto de la buena suerte para aquellos que supuestamente, según ellos, se encuentran en dificultades, solo por no tener la misma condición de bienestar que tienen ellos. Suelen preguntarse ¿Por qué necesito yo a Jesús? ¿Qué me puede ofrecer Él que no tenga ya?  La respuesta es simple y fácil de comprender para los que hemos sido libres de tal ceguera espiritual, pero ellos difícilmente se disponen para tratar de entenderlo.
Sin importar la condición de bienestar que pueda aparentar una persona, si ésta no tiene a Jesucristo, está muerta, no tiene vida. Y no hay peor desgracia que estar muerto en espíritu.