Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. (Salmo 23:4).

Sabemos que El Buen Pastor nos protege de la muerte todos los días de nuestra vida. Si nosotros amanecemos es sencillamente porque Dios nos regala su bondad y su misericordia, las cuales son “nuevas cada mañana y grande es su fidelidad.” (Lamentaciones 3:22-23).
El valle de sombra de muerte también pueden ser los tormentos que tenemos en este mundo de dolor y lágrimas: el divorcio, la muerte de los seres queridos, los accidentes, las enfermedades, la falta de empleo, las familias divididas, los hijos descarriados del Evangelio, etc. Se puede hacer una lista muy larga de las tribulaciones que pude ofrecernos este mundo de caos y alejado De Dios.
El valle de sombra de muerte puede denotar la aflicción más grave y terrible que pueda afrontar cualquier creyente.
“Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas lo librará Jehová”. (Salmo 34:19).
Mas librar no significa que no tengamos que afrontarlas o pasar por ellas; aunque en medio de cualquiera de estas angustias el Pastor de los pastores,“en lugares de delicados pastos nos hará descansar; junto a aguas de reposo nos pastoreará. Confortará nuestras almas; y nos guiará por sendas de justicia por amor de su nombre”. Salmo 23; 2-3
“No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento”. (Salmo 23:4).
No importa cuán descarriada esté la oveja, que ella no tendrá temor alguno porque el Pastor de los pastores promete estar allí, con ella.