sábado, 25 de julio de 2015

Estar unidos

Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. 1 corintios 6:17 (Reina-Valera 1960).
En la sociedad es normal ver que las personas busquen su propio bien sin importarles los intereses de los demás; pasa en la familia, en nuestro círculo social, en el colegio, en el sitio de trabajo y aún peor, en nuestras iglesias. Debido a la falta de unidad, se ven afectadas todas estas relaciones porque cada uno "tira para sí", y todo parte de que si no estamos unidos a Dios, no podremos estar en verdadera unidad con el prójimo. (Juan 15:4).
Solemos preguntarnos por qué no llegan las bendiciones, o por qué surgen tantos problemas en nuestro circulo social y seres queridos. Hay familias que no prosperan porque siempre les viene un problema tras otro, y solo se encargan de buscar culpables; obvian que todas esas pruebas vienen porque hay enemistades entre ellos, porque nunca falta el que quiere sobresalir y verse más beneficiado que los demás, y algunas familias, por orgullo, no se dejan ayudar, como tampoco se cuidan ni se preocupan entre ellos mismos, viven como hipócritas y en contienda. Le dan cabida al enemigo que es el principal divisor de este mundo, el diablo, quien odia la unidad, quien sabe que donde no esté puede hacer de las suyas.
Hay amigos que solo buscan beneficiarse de la amistad, y no de preocuparse o ayudar al prójimo. Y qué decir de nuestras congregaciones, perdemos bendiciones por andar murmurando contra el prójimo, por querer siempre hacer las cosas solo para llevarnos reconocimientos; sí, velamos, pero por nuestro bien espiritual, por nuestras peticiones, pero no trabajamos en equipo por las necesidades que se presenten en los demás.
Las veces que se registra en la Biblia la llenura del Espíritu Santo, siempre hacen referencia a la unidad, ya que si no estamos unidos a Cristo, y no habitamos juntos como hermanos en amor, hay un peligro grande para el ministerio o para la iglesia. (Hechos 2:1-4), (Hechos 4:23-31).
Por eso se nos hace difícil recibir más bendiciones del Espíritu Santo, porque estamos actuando en división, porque al aceptar a Cristo debemos morir al yo para que Él viva en nosotros, y si Él vive en nosotros nunca deberíamos actuar en discordia, sino al contrario, apoyándonos como hermanos, amándonos, orando e intercediendo los unos por los otros, sirviendo juntos en la obra del Señor, para el bien común y no individual.

¿Qué será del mañana?

El Señor… es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. 2 Pedro 3:9
Nuestro Señor Jesucristo… se dio a sí mismo por nuestros pecados. Gálatas 1:3-4
La perspectiva del fin del mundo siempre ha sido un tema escalofriante. Por ello, a menudo los cambios de siglo han estado precedidos de un pánico generalizado. Luego, la vida volvía a su curso habitual. Las profecías sobre este tema hacían reír a unos y temblar a otros. Tampoco hoy, las constataciones de algunos científicos sobre el estado del planeta y la posibilidad de que se produzca una catástrofe que podría destruir a toda la humanidad, nos tranquilizan.
La Biblia nos enseña sobre estos temas que tanto nos asustan, pero no da ninguna fecha, y sin basarse en ella nadie puede hacer predicciones realistas. Eso sí, la Biblia habla de “tiempos difíciles”, de “últimos días”, para desvelar los caracteres morales de las últimas generaciones. En el lenguaje simbólico del Apocalipsis se nos anuncian períodos terribles con cataclismos espantosos. Precisa que el universo que conocemos actualmente desaparecerá, y será seguido del juicio a los hombres que vivieron sin Dios.
La Palabra de Dios nos invita a considerar nuestra vida en la tierra como pasajera, y a preguntarnos sobre su objetivo. 
¿Permaneceríamos voluntariamente en la ignorancia absoluta sobre Dios quien, en su amor, nos creó y nos dio a Jesús, su Hijo, para salvarnos? Ahora bien, Dios no deja de atraer los hombres hacia Jesús, el Salvador, para librarlos de ese terrible juicio. Vivimos tiempos críticos y de incertidumbre, pero Dios, quien conoce el futuro y ama a todos los hombres, recuerda mediante su Palabra que hoy es un día de gracia y de salvación. ¿Qué sucederá mañana?

Oasis de Paz

Los seis pasos de la oración meditativa:
1er paso:
Busca un rincón tranquilo.
A casi todo el mundo le resulta mejor meditar en lugares apacibles y despejados. Lo ideal es no hacerlo en el lugar habitual de trabajo ni en el ambiente en el que pasas la mayor parte de las horas del día. Un espacio apartado al aire libre es estupendo. El aire puro no solo nos renueva físicamente, sino que representa la libertad del Espíritu de Dios que nos despeja la mente y el espíritu.
2º paso:
Tómate un rato para relajarte.
En un instante no se puede pasar del ritmo ajetreado que llevamos en un día cualquiera a un estado profundo de oración meditativa. Tiene que haber unos minutos de transición para ir dejando atrás el mundo material. A veces viene bien pasar unos minutos realizando una actividad que sirva de enlace, como por ejemplo escuchar música suave, dar una breve caminata o respirar profundamente. Prueba diversas tácticas hasta descubrir la que mejor te resulta.
3er paso:
Sustráete de tus preocupaciones.
Cuando los problemas agobian es difícil alcanzar la paz que precisa la meditación. Tómate unos minutos, o el tiempo que necesites, para indicarle a Jesús en oración todo lo que te genera inquietud en ese momento. Descríbele detalladamente, lo que te angustia y pídele que te libre de esas cargas. Recuerda que Dios es capaz de darte las soluciones. Concéntrate en la grandeza de Dios y no en la magnitud de los problemas. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús (Filipenses 4:6-7).

4º paso:
Serénate.
A veces puede resultar beneficioso realizar estiramientos y respiraciones profundas durante unos minutos. Concéntrate en relajar primero los músculos de la cara y el cuello, luego los de todo el cuerpo, parte por parte. Si te sientes particularmente tenso, tal vez una ducha, un baño o una caminata al aire libre te ayuden a distenderte. Si estás agotado, quizá te venga bien dormir una siesta, ya que el cansancio extremo no es buen aliado de la meditación.

Cimiento verdadero

Romanos.10:11 Todo el que confíe en él no será jamás defraudado.
Pablo está hablando de elegir a Dios, de cómo los que no son parte de su pueblo, Israel, recibirán salvación y el poder salvador solo a través de la confesión de fe. Y para reforzar su posición cita como argumento un pasaje de Isaías 28:16 que dice: Por eso dice el Señor omnipotente: ¡Yo pongo en Sion una piedra probada!, piedra angular y preciosa para un cimiento firme; el que confíe no andará desorientado.
La versión de Reina Valera lo traduce “el que crea no se apresure”. Vamos a ver estas tres traducciones. El que confíe,...
1. No será defraudado. La piedra angular era el lugar donde se asentaba toda la casa. Cristo, como principal piedra del ángulo, nunca te defrauda; puedes echar toda la carga sobre Él, que jamás te va a fallar. En Italia hay una famosa torre, la de Pisa que está inclinada, porque el peso puesto sobre una superficie endeble ha hecho que pierda su verticalidad. El tamaño y fortaleza del cimiento determina la edificación. Sin embargo, no hay nada que no puedas poner sobre Jesús… Sus hombros son tan anchos que la orden de 1º Pedro 5:7 es: “Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.”
2. No andará desorientado. La piedra angular generalmente estaba marcada como tal. Era el lugar donde se fijaba toda la estructura. Nadie la podía confundir; cualquiera, hasta un muchachito la podía distinguir. Por ello cuando Sansón pide que lo lleven donde reposaba la casa, un simple siervo lo guió al lugar correcto. El que cree en Jesús sabe que es Él, que no es otro, que no se debe a otra cosa sino a Él. A Él es a quien acudo, Él es la piedra establecida para mi vida. Me uno con Pedro quién declaró valientemente: Hechos.4:11. “Jesucristo es: “la piedra que desecharon ustedes los constructores, y que ha llegado a ser la piedra angular”. 12 De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos.”

No pierdas la presencia de Dios

Porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré. Hebreos 13:5
Hubo un tiempo bajo la ley del Antiguo Testamento, en el que Dios estaba contigo solamente cuando obedecías por completo. Pero cuando fallabas te dejaba. Sin embargo, hoy tú y yo estamos bajo un pacto completamente diferente y Dios nunca nos dejará, debido a lo que Jesús hizo en la cruz. Allí se convirtió en nuestro holocausto. Llevó nuestros pecados y nuestro castigo. El juicio de Dios contra nuestros pecados cayó sobre Él, que fue abandonado en la cruz por su Padre para que hoy nosotros podamos tener la presencia constante, incesante de Dios en nuestras vidas.
Jesús exclamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”, para que tú y yo supiéramos exactamente lo que sucedió en la cruz (Mateo 27:46). Ahí es donde se llevó a cabo el intercambio divino. En la cruz Jesús tomó nuestros pecados y nos entregó la presencia de Dios; mientras, nosotros tomamos la justicia de Jesús y recibimos Su presencia, presencia que Jesús tenía. La presencia de Dios es ahora nuestra toda la eternidad. ¡Extraordinario intercambio divino! Echa un vistazo a lo que la Biblia dice acerca de nuestra herencia en Cristo: Porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Hebreos 13:5-6). ¡Gran confianza la que podemos tener hoy! ¿Qué significa aquí “nunca”?
Significa que cuando estás animado, Él está contigo. Cuando estás decaído, Él está contigo. Cuando estás feliz, Él está contigo. Cuando estás triste, Él está contigo. Cuando estás haciéndolo bien, Él está contigo. Incluso cuando fracasas, ¡Él también está contigo! ¡A eso se refería Jesús cuando dijo que nunca te desamparará ni te dejará! En caso de que todavía no estés convencido, mira lo que dice en el texto original griego. Cuando Dios dijo: “Nunca te desampararé, ni te dejaré”, se emplea una “doble negativa”: para transmitir el sentido más fuerte posible de “nunca” en el idioma griego, se utilizan las palabras griegas ou me, que en esencia significan, “nunca jamás”. Y esta doble negación aparece dos veces en esta declaración de parte del Señor. "Ou me", en griego", se usa para “nunca” y para “ni”. En otras palabras, Dios está diciendo: “¡Yo nunca, nunca te desampararé y nunca, nunca te dejaré!” La Biblia Amplificada pone de manifiesto la fuerza de lo que Dios realmente quiso decir: De ninguna manera voy a fallarte ni a abandonarte ni a dejarte sin mi apoyo. ¡No, no, no te dejaré a ningún grado desamparado ni abandonado ni te fallaré (soltaré mi agarre de ti)! ¡Ciertamente que no! Hebreos 13:5.