martes, 12 de diciembre de 2017

Rodeado pero No Vencido

Sabremos si nuestra actitud está en la dirección apropiada, cuando seamos como el modesto hombre de negocios cuya tienda de ropa estaba amenazada con desaparecer. Veamos la historia...
La tienda de una cadena nacional se había instalado allí y había adquirido todas las propiedades de su manzana. Pero este hombre en particular se rehusó a vender. «Muy bien, entonces construiremos a su alrededor y lo sacaremos del negocio», le dijeron los competidores.
Resultado de imagen de comerciante de ropaLlegó el día en que el pequeño comerciante se encontró prácticamente encerrado, rodeado su pequeño negocio a ambos lados, por tiendas por secciones. Los cartelones de los competidores anunciaban «¡Gran inauguración!»
Ante eso, el comerciante puso un cartel a todo lo ancho de su tienda que decía: «Entrada principal».
Los grandes líderes surgen cuando ocurren las crisis. En las vidas de las personas que triunfan, vemos repetidamente terribles problemas que les fuerzan a levantarse por encima del promedio común.
No solo encuentran las respuestas, sino que descubren un tremendo poder dentro de sí mismas. Como el agua subterránea produce olas muy adentro en el océano, esta fuerza interior explota como una poderosa onda, cuando las circunstancias parecen superarlos. Entonces sobrepasa el límite el deportista, el autor, el estadista, el científico o el hombre de negocios.
David Sarnoff dijo: «Hay mucha seguridad en el cementerio; anhelo las oportunidades».
Siempre hay una salida frente a las crisis de la vida. La clave para encontrar la puerta de salida está siempre en nuestra actitud. 
Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre. Salmos 121:8
No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. 1 Corintios 10:13

La estatura de Cristo

Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Efesios 4: 11-13, RVC
Resultado de imagen de la estatura de CristoProgresando en la vida cristiana, los creyentes crecerán constantemente «a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo». Probarán con su experiencia «cuál es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura del amor de Cristo; en fin, que conozcan ese amor, que excede a todo conocimiento» (Efesios 3: 18 RVC). Sentirán entonces su insignificancia. No estarán listos para proclamar su perfección de carácter, sino para exaltar la de su Redentor. 
Mientras más completa y profunda sea su experiencia en el conocimiento de Jesús, más humilde será el concepto que tendrán de sí mismos.

La verdadera santificación consiste en amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. La conversión bíblica inspirará una actividad constante y perdurable, libre de todo egoísmo, de toda exaltación propia y de toda pretensión jactanciosa de santidad. Si estamos verdaderamente convertidos a Dios, podremos ejercer una influencia firme y eficaz del lado de la verdad. El conocimiento inteligente de lo que significa ser cristiano hará de nosotros una bendición dondequiera que vayamos. Ya sea que tengamos uno, dos o cinco talentos (Mateo 25: 15), todos nos dedicaremos al servicio de quien nos los ha confiado, a fin de que no recibamos la gracia de Dios en vano. 
El Señor no tiene como su propósito principal que nuestra luz brille de tal modo que nuestras buenas acciones o palabras causen la alabanza de la gente sobre nosotros mismos, sino que debe ser glorificado y exaltado el Autor de toda bondad. Jesús, en su vida terrenal, dio a los seres humanos un modelo de carácter. iCuán poco poder tuvo el mundo sobre Él, para adecuarlo a sus propias normas! Toda su influencia fue desechada.

No podemos quedarnos estancados; hemos de avanzar o retrocederemos. Donde hay salud espiritual hay crecimiento. «Ese proceso continuará hasta que todos alcancemos tal unidad en nuestra fe y conocimiento del Hijo de Dios, que seamos maduros en el Señor, es decir, hasta que lleguemos a la plena y completa medida de Cristo» (Efesios 4: 13, NTV). No hay límite para el mejoramiento.

¿Qué revela tu rostro?

Le sorprendería saber cuánta información sobre sí mismo puede reflejar su rostro. Al trabajar en un aeropuerto, podía observar la gran cantidad de hombres y mujeres que pasaban al día por esa estación aérea. Había personas de todas las nacionalidades, culturas y edades. Aquellos rostros reflejaban claramente la historia que había detrás de cada uno de ellos. Algunos tenían la frente marcada con el cincel del enojo acumulado en mucho tiempo; ¡llevaban la ira impresa en su semblante, como una estampa! Tenían los dientes tan apretados, que parecían no haber dejado escapar una sonrisa en largos años. La tristeza era la otra constante en otros rostros. En ellos, los párpados caían pesadamente, dando un marco completamente triste a unos ojos que apenas se veían entreabiertos. Con cada mirada dejaban escapar un poco de desánimo e impotencia ¡Ni el maquillaje podía disimular tanta desazón!
Cuando tú te miras al espejo ¿qué refleja tu rostro? ¿Qué observas tú? Si eres hombre, seguramente solo observas tu peinado, o te acomodas las cejas y ¡ya está! Si eres mujer, seguro que te detienes observándote por más tiempo. Esa es la naturaleza femenina. Además del peinado, retocamos el maquillaje con mucho cuidado y no salimos de allí hasta estar satisfechas con lo que vemos en el espejo. Indudablemente tenemos muchas razones para ocuparnos de la imagen que proyectamos. El rostro es como nuestra carta de presentación. Si no somos muy agraciados, tratamos de embellecernos, y si por el contrario nuestro rostro nos favorece, entonces lo que tratamos es de resaltar esa belleza natural.