lunes, 11 de febrero de 2019

Trabajar para Dios

El dinero y el trabajo estable nos dan una seguridad relativa, una seguridad en lo material que no llena el corazón del hombre, pues solamente Dios es capaz de llenar hasta el borde a ese corazón que Él mismo ha creado, de manera que aunque se sea la persona más pobre, se es feliz.
Se será feliz porque la felicidad está dentro de sí mismo, no es algo que proceda del exterior, ni algo añadido; tampoco es algo que el hombre pueda buscar, encontrar, o comprar, ya que la felicidad es Dios en nuestro corazón.
Pero claro está que si la gente no viene es necesario ir a buscarla, pues es necesario instruir a los que no conocen a Dios, hay que evangelizar al mundo. Ésta es la misión que nos ha encomendado el Señor, es la misión de todo cristiano; ir a hablar del Reino de Dios a los adultos, a los pequeños, a los ricos y a los pobres, a los que sufren y a los que ríen.
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Y el trabajo para el Señor comienza con lo espiritual, primero en nosotros mismos y luego evangelizando, pues Si Jehová no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican” Salmo 127:1; eso es lo primero que debemos cumplir para atraer y ganar más almas para Dios, en la seguridad de que Dios no va a abandonar a quienes trabajan para Él, y sabiendo que solo lo que está basado en Jesucristo puede permanecer.
Lo único que debemos hacer es mostrarles el camino, y luego cada uno verá si quiere así seguir al Señor y tomar su lugar de servicio en la casa de Dios, sabiendo que las cosas exteriores no siempre pueden hacerse al haber impedimentos; pero lo que siempre podemos hacer son los cambios internos, pues ahí no tendremos nunca impedimentos al tener el Espíritu Santo, quien no nos abandona nunca; y si tengo el Espíritu, que está en la Palabra, tengo todo lo necesario.
En el Salmo 100:1-5 “Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová con alegría; venid ante su presencia con regocijo. Reconoced que Jehová es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid su nombre. Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones”.
Tengamos siempre presente que el mal no viene de Dios, y aceptemos, pues, todo lo que Él quiere para nosotros como un bien para nuestra vida, pues sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó” Romanos 8:28-30.

Mantener el gozo de nuestra salvación

Cuando el amor del Señor Jesús nos tocó por primera vez, nos arrepentimos y confesamos Su nombre, un gozo desconocido llenó nuestros corazones. ¡Qué gran gozo fue ser perdonados y nacer de nuevo! Bien, pues el deseo de Dios es que mantengamos nuestro gozo toda nuestra vida, depositado en la salvación maravillosa que Dios efectúa. Esto no es solo para unos cuantos; es normal para los hijos de Dios, como podemos ver en 1 Pedro 1:8: “Os alegráis con gozo inefable y colmado de gloria”.
Nunca perdemos la eternidad de nuestra salvación, pero debemos admitir que en ocasiones perdemos el gozo de ella. Veamos dos de las razones por lo que esto sucede, cómo podemos recuperarlo, y qué hábitos debemos desarrollar para tener una vida diaria llena de gozo.

Resultado de imagen de Mantener el gozo de nuestra salvación1. El pecado causa que perdamos el gozo de nuestra salvación.

En primer lugar, los pecados que cometemos perjudican nuestra felicidad. Aunque somos salvos, todos pecamos, fracasamos delante del Señor o lo desobedecemos. Y después de pecar, sentimos que algo anda mal; sentimos una barrera entre el Señor y nosotros.
Isaías 59:2 nos dice: “Pero vuestras iniquidades han venido a ser una separación entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros Su rostro de modo que Él no os oye”.
Nuestros pecados nos separan de Dios, puesto que Dios en su justicia no puede tolerar el pecado. Por esto incluso una transgresión pequeña crea una barrera entre Dios y nosotros. Tanto sean pecados grandes como pequeños logran que perdamos el gozo de nuestra salvación.

2. Contristar al Espíritu que mora en nosotros causa que perdamos el gozo de nuestra salvación.

Romanos 8:9 nos dice claramente que “El Espíritu de Dios mora en vosotros”. Cuando recibimos al Señor Jesús como nuestro Salvador, Él no solamente nos redimió, sino que también vino para morar en nosotros en Espíritu. Ahora ya no vivimos solos; tenemos a otra Persona viviendo en nosotros, Él, que tiene Sus propios pensamientos, sentimientos y preferencias. Cuando somos uno con el Señor, que vive dentro de nosotros, Él se alegra. Y cuando Él está alegre, nosotros también lo estamos.
Pablo dijo en Efesios 4:30: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, en el cual fuisteis sellados para el día de la redención”. 
Contristar al Espíritu Santo es disgustarlo. El Espíritu Santo habita en nosotros para siempre (Juan 14:16-17), nunca nos deja. Por lo tanto, es contristado cuando no andamos conforme a Él (Romanos 8:4), esto es, cuando no vivimos conforme al principio de la realidad y la gracia en nuestro andar diario”.
Supongamos, por ejemplo, que queremos ir a cierto lugar. Sin embargo, cuando pensamos en ir, nos sentimos incómodos. Este sentimiento nos dice que el Señor no quiere que vayamos, pero aunque razonamos con nosotros mismos y nos decimos que está bien ir, el sentimiento de incomodidad permanece; El Señor Jesús, quien está en nosotros, sencillamente no quiere ir. No obstante, en vez de ser uno con el Señor, vamos de todas maneras. Al no seguir Su sentir, lo contristamos y lo hacemos infeliz, y cuando Él se contrista, es imposible que nosotros estemos felices.

Para Él

...porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Colosenses 1:16 

La vida es el espacio de tiempo con el que contamos los seres humanos para proyectar nuestra existencia. El problema es que la mayoría de las personas no saben para qué están aquí en la tierra. Habitualmente, se dejan llevar por las circunstancias que les rodean y llegan a tomar decisiones sobre cosas que, antes de comprender la razón de su existencia, les llevan a un estado permanente de confusión.
Sin embargo, vale la pena mencionar que Dios está muy interesado en que podamos conocer sus propósitos, los cuales son mucho más grandes que nuestra familia, profesión, trabajo... y nuestros sueños y anhelos más deseados. Si le preguntáramos a Dios ¿cuáles son sus propósitos?, tal vez Él nos respondería que…
I. SUS PROPÓSITOS SON EL CORAZÓN DE NUESTRA EXISTENCIAColosenses 1:16

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El apóstol Pablo declaraba con estas palabras a los Colosenses, que todas las cosas creadas, especialmente la humanidad, encuentran la razón de su existencia en Dios y en los propósitos que Él mismo designó. Para Pablo, el corazón de la existencia de todo ser humano es vivir en los propósitos que Dios, sabiamente, diseñó para su plenitud y realización. A través de este versículo, Dios quiere situarnos en la posición correcta para entender y vivir en sus propósitos.
Sin embargo, estamos viviendo tiempos muy difíciles, tiempos en los que la pérdida de valores, la falta de interés en las cosas de Dios, aunado a las adicciones, el aborto, el divorcio, y muchas otras cosas, están llevando a las personas a un caos de confusión, en el que de una manera bastante egoísta se engañan a sí mismos y pretenden engañar a los demás. Afortunadamente este versículo es muy poderoso. A través del mismo, Dios quiere que sepamos que fuimos creados por Él, y no para nuestros propósitos sino para los suyos; quiere que sepamos que así como el corazón humano le da vida a los cuerpos, sus propósitos son el corazón de nuestra existencia, y que al vivir en sus propósitos podamos alcanzar la plenitud y realizarnos en todo lo que emprendamos.
Pero si le preguntáramos ¿qué son sus propósitos?, veríamos lo siguiente…