El dinero y el trabajo estable nos dan una seguridad relativa, una seguridad en lo material que no llena el corazón del hombre, pues solamente Dios es capaz de llenar hasta el borde a ese corazón que Él mismo ha creado, de manera que aunque se sea la persona más pobre, se es feliz.
Se será feliz porque la felicidad está dentro de sí mismo, no es algo que proceda del exterior, ni algo añadido; tampoco es algo que el hombre pueda buscar, encontrar, o comprar, ya que la felicidad es Dios en nuestro corazón.
Pero claro está que si la gente no viene es necesario ir a buscarla, pues es necesario instruir a los que no conocen a Dios, hay que evangelizar al mundo. Ésta es la misión que nos ha encomendado el Señor, es la misión de todo cristiano; ir a hablar del Reino de Dios a los adultos, a los pequeños, a los ricos y a los pobres, a los que sufren y a los que ríen.
Y el trabajo para el Señor comienza con lo espiritual, primero en nosotros mismos y luego evangelizando, pues “Si Jehová no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican” Salmo 127:1; eso es lo primero que debemos cumplir para atraer y ganar más almas para Dios, en la seguridad de que Dios no va a abandonar a quienes trabajan para Él, y sabiendo que solo lo que está basado en Jesucristo puede permanecer.
Lo único que debemos hacer es mostrarles el camino, y luego cada uno verá si quiere así seguir al Señor y tomar su lugar de servicio en la casa de Dios, sabiendo que las cosas exteriores no siempre pueden hacerse al haber impedimentos; pero lo que siempre podemos hacer son los cambios internos, pues ahí no tendremos nunca impedimentos al tener el Espíritu Santo, quien no nos abandona nunca; y si tengo el Espíritu, que está en la Palabra, tengo todo lo necesario.
En el Salmo 100:1-5 “Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová con alegría; venid ante su presencia con regocijo. Reconoced que Jehová es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid su nombre. Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones”.
Tengamos siempre presente que el mal no viene de Dios, y aceptemos, pues, todo lo que Él quiere para nosotros como un bien para nuestra vida, pues “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó” Romanos 8:28-30.