viernes, 13 de mayo de 2016

¿Miedo al éxito o al fracaso?

¿Le impone a usted el éxito o el fracaso? ¿Se ha preguntado alguna vez por qué no logra lo que se propone? Seguro que se lo ha preguntado, y lo más probable es que no vuelva a hacer un  nuevo intento.
El miedo al éxito es el temor a acabar con alguna dependencia hacia algo o hacia alguien. La palabra éxito está asociada a sobresalir, a lograr, conseguir, terminar y acabar con la dependencia de cualquier cosa. Por ejemplo, muchos tienen miedo a salir de la pobreza, o tienen miedo a acabar con una relación en la que se es abusado o maltratado por temor a quedarse solo. Así mismo, muchos tienen miedo al futuro, no llegando a dar los pasos que tienen que dar esperando que las condiciones sean perfectas; es ese punto precisamente, lo que se definiría como miedo al fracaso.
¿Quién quiere fracasar? Seguro que nadie, todos queremos tener éxito. Pero para tener éxito en la vida debemos darnos el permiso de fracasar. Del fracaso podemos sacar varias enseñanzas, pero la principal es aprender a no hacerlo de esa forma.
Seguramente sabe que el invento de la bombilla eléctrica se lo debemos a Thomas A. Edison, porque él nos “dio” la luz, él consiguió que tuviéramos luz en todas partes, que pudiéramos ver este mensaje por Internet … y porque en su vida invirtió todo su tiempo en inventar la lámpara que nos proporciona la iluminación artificial. Fracasó 2000 veces pero dijo “yo no he fracasado ni una sola vez, solamente ha sido un proyecto de 2000 pasos”.
Hágase algunas preguntas: ¿Puede ver claramente qué es lo  que impide que usted no logre lo que se propone? ¿De verdad desea lograrlo? ¿Puede imaginar como sería una vez logrado? ¿Qué haría si no tuviera miedo? 
Es un tiempo para reflexionar y hay una pregunta que es de suma importancia: ¿Cómo se sentiría una vez que logre sus metas o alcance sus sueños? 
¿Sabe usted que una de las razones por las cuales no alcanzamos nuestros sueños es el sabotaje que nos hacemos nosotros mismos?
¿Sabes que cuando Dios te creó, dijo: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza” Génesis 1:26 (NVI) Dios depositó en ti Su espíritu y ese espíritu es de ganador.

Tener Fe y Descansar

Vivimos en una época en la que las fórmulas para hacer las cosas son parte de nuestra cotidianidad. Se nos quiere enseñar cuál es la clave para progresar, para salir de deudas, para bajar de peso, etc., todas ellas con la intención de hacer que la vida sea más fácil.
MAYORES RETOS MAYOR FEIgualmente pasa con los creyentes; muchos quieren tener la “fórmula” para que su vida espiritual sea plena. Pero tengamos claro que Dios no se lleva bien con las fórmulas, no es un Dios de ellas, pero sí nos dejó claros unos principios que son la clave para el crecimiento espiritual. Todo comienza y termina con la “fe”. Es la fe puesta en Jesús y en su obra; tener fe es depositar la confianza en Él, creyendo que gracias a ese sacrificio de la cruz tenemos acceso al Padre Celestial.
Confiar en Él significa aparcar las angustias, viviendo una vida tal y como nos lo dice la Palabra de Dios en Romanos 4:5 (NTV): “pero la gente no es considerada justa por sus acciones sino por su fe en Dios, quien perdona a los pecadores”La respuesta es siempre la misma para los que están en Cristo Jesús… ¡creer!

¿Cuál es tu Religión?

Se dice que hablar de política, deportes y religión es normal entre amigos y no debe aplicarse con enemigos.
Según el país hay ideales y tendencias, formas democráticas, aristócratas, demócratas, republicanos, moderados, de izquierda, derecha, centro…. hay del partido rojo, amarillo, bicolor, tricolor, azul y demás. La persona apolítica termina diciendo que todos son iguales, que una vez que llegan al poder todos se corrompen igual.
CUAL ES TU RELIGIONEn deportes ni qué decir, aquí en mi tierra se vive el clásico de manera fervorosa. La pasión futbolera termina a veces haciendo pedazos a la familia, vecinos, etc. 
En cuanto a la religión, que si eres de la iglesia zutana, mengana, perengana, que si protestas, que si eres testigo, católico, renovado, metodista, adventista, etc. La verdad es que siempre le vamos a ver defectos a todos los que no son de nuestra religión, por ejemplo decimos — ¡mmmm y eso que son cristianos!
En una ocasión hablando con una persona le dije: -tienes vecinos cristianos, a lo que ella me dijo que sí. Y continuó mencionando: la verdad es que no se portan del todo bien, a veces discuten y fallan. Mi pregunta fue: -¿Qué sentirías si yo hablara de ti?, ¿que dijera... y eso que es católica? No cabe duda que buscamos la paja del vecino y dejamos de lado la viga nuestra.

La increíble compasión de Cristo

Hace unos tres mil años, el rey Salomón atestiguó de un molesto incidente en su ciudad. Por medio de la inspiración del Espíritu Santo, lo describió como una advertencia a los demás para evitar situaciones similares. El séptimo capítulo de Proverbios ofrece un vistazo poderoso sobre cómo opera el espíritu de la lujuria, y en la actualidad, la advertencia de Salomón puede ser altamente útil para nuestro beneficio y aprendizaje.
Salomón empezó exhortando a sus oyentes a vivir una vida sabia y prudente. En la actualidad, éste también debe ser nuestro objetivo como creyentes. Vivir sabiamente no se suele promocionar en la cultura popular; sin embargo, la Biblia no ha cambiado su exhortación con el paso del tiempo. “Atesora mis mandamientos contigo”, escribió Salomón: “Guarda mis mandamientos y vivirás,…para que te guarden de la mujer extraña, de la desconocida que lisonjea con sus palabras”(Versículos 1-2, 5).
Como puede ver, Salomón le escribió específicamente a la audiencia masculina. Aun así, vivir de manera inmoral e imprudente no está reservado solo para los hombres, y estos mandamientos bíblicos se aplican a las mujeres de igual manera. Aunque Salomón habló acerca del peligro generado por una “desconocida”, el problema que abordó en realidad era el espíritu de lujuria, el cual puede influenciar a ambos géneros.
Empezando en Proverbios 7:6, Salomón describió estar viendo por la ventana y notar a “un joven falto de juicio” (versículo 7)Aquí, él no está menospreciando a los jóvenes, solamente está describiendo a una persona joven en particular, quien no vivió una vida sabia y prudente. El joven ya estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado; se había colocado allí por elección.
¿Por qué alguien se pondría a sí mismo, intencionadamente en peligro? Se debe al espíritu de lujuria que roba la sabiduría y el entendimiento de la gente. Cuando está bajo la influencia de este espíritu, la gente actúa de manera ilógica. Esto siempre pasa en la gente que está atada a la lujuria. Y cuando las personas meditan verdaderamente sobre sus acciones, saben que lo que están haciendo está mal y a pesar de ello, continúan haciéndolo. El apóstol Pablo describió esta desconexión de la lógica en Romanos 7:15: “No entiendo qué me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco” (RVC).
El discipulado y la liberación van de la mano. Si creemos estar atados espiritualmente, el discipulado (aprender más acerca de Cristo y aprender a andar en sus caminos) reformará nuestra manera de pensar, y la liberación consecuente nos librará de la atadura espiritual.