«Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya» (Génesis 3: 15).
¿Te han dicho alguna vez que te tienen buenas y malas noticias, y te han preguntado cuál quieres escuchar primero? Muchas veces contestamos: «Las malas primero», porque esperamos que las buenas nos hagan sentir esperanzados.
Eva, sin embargo, decidió dudar de la bondad de Dios. Prefirió creer las mentiras de Satanás sobre el carácter de Dios. Actuó basándose en esas mentiras, y Adán pronto la siguió. Su elección del pecado fue una terrible noticia, ya que ahora debían vivir lejos de Dios y en territorio enemigo.
Dios, entonces, se acercó a ellos con la promesa de poner enemistad entre Satanás y la humanidad. ¡Esa enemistad fueron buenas noticias! Pero Satanás sabía que solo la muerte podría satisfacer las justas exigencias de un Dios santo. Él sabía que Dios les había dicho a Adán y Eva que morirían si pecaban. Imaginemos la sorpresa de Satanás cuando entendió que Dios y su Hijo tenían un plan para cubrir la pena del pecado de toda la humanidad, a todos los que aceptaran el sacrificio de Cristo en la cruz. Esa enemistad no solo nos permite elegir ponernos del lado de Dios en el gran conflicto, sino que también nos da poder para tomar esa crucial decisión.