Existen muchos espíritus en el mundo. Sobre esto escribió el apóstol Juan; como también escribió que no debemos creer a todos los espíritus, sino probar si son de Dios.
Sabemos que hay un Espíritu Santo y que ese Espíritu vive en nosotros y es mayor que cualquier espíritu que está en el mundo.
Pero si el Espíritu es Santo y es mayor que cualquier otro espíritu, que vive en los hermanos, entonces ¿por qué hay tanta falta de paciencia entre éstos, entre nosotros? Porque uno de los frutos del Espíritu es la paciencia. Entonces, ¿qué pasa con este fruto?
¿Sabe usted un secreto del Espíritu Santo? El fruto del Espíritu no puede crecer mucho si no tiene alimento, y su alimento es la palabra de Dios. Más allá de leerla, es obedecerla. Y hay mandamientos en la palabra de Dios que facultan la paciencia. Quizás no hemos enfatizado suficientemente estas enseñanzas.
Miramos, y vemos las mismas actitudes en la familia natural que en la familia de Dios. Una es que los hermanos que han superado un defecto, casi no pueden soportar el mismo defecto en otra persona. En la familia natural puede ser un hermano mayor que no tiene paciencia con su hermano menor. Lo vemos muchas veces. Vemos como critica una niña de 8 años a su hermanito de 4, que está haciendo las mismas acciones inmaduras que ella acostumbraba a hacer a la misma edad. No las puede soportar y se queja constantemente de él y le critica.
¿No es similar la misma actitud entre hermanos en la iglesia? Y aparte de la inmadurez, hay diferencias de opinión, diferencias de temperamento, diferencias de lo que hemos aprendido en nuestra cultura. Estas últimas diferencias pueden ser hasta chistosas. En fin, es normal.
Pero el origen de la paciencia es el Espíritu Santo, y éste nos guía según lo que le damos de alimento. Como dijo el apóstol Pedro —”Nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen” (Hechos 5.32).
¡Ahhh! ¡Ya comprendo! La obediencia tiene que ver con la fuerza del Espíritu Santo en nuestra vida. Lo recibimos al obedecer el mensaje de Cristo sobre arrepentirnos y bautizarnos. Pero puede ser que después de bautizarnos, no obedezcamos los mandamientos que podrían hacernos crecer espiritualmente para tener más paciencia.
Una de las instrucciones adecuadas a esto, se encuentra en Romanos 14:4, donde Pablo está enseñando a los gentiles y judíos cómo actuar con las diferencias de cultura y opinión. — “¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.”