lunes, 24 de octubre de 2016

Enfermedades contagiosas

La historia trata de una muchachita llamada Marta, Martita para sus padres, que cierto día amaneció muy enferma. Tenía fiebre alta, dolor de garganta, dolor de cabeza, y en vista de que no mejoraba a pesar de los cuidados, su mamá decidió llevarla a la Unidad de Emergencias del hospital. Al rato, la niña fue atendida, y el médico de turno dijo a la madre que debía quedarse hospitalizada por presentar un cuadro de difteria, -pero no se preocupe, aquí va a mejorar.
enfermedades contagiosasFue ubicada en una sala dividida en pequeños cuartos, quedando sola. La chica se entretenía viendo pasar a los médicos y a las enfermeras vestidas de blanco, puesto que desde su lugar podía ver el pasillo. Se enteró de que había visita los domingos, y ansiosa esperaba para ver a su mamá; “tal vez, pensó, mamá me traiga algo rico para comer”. Cuando se activó la hora de visita a los enfermos, una de las primeras fue la mamá de Martita, que presurosa se encaminó hacia donde se encontraba su hija. - ¡Mamita, aquí estoy!, dijo. Mamá iba a entrar, cuando una enfermera presurosa la detuvo. -Lo siento señora, pero usted no puede tener contacto con su hija, obsérvela desde aquí. El tratamiento va bien, pero aún no está en condiciones de acercarse a ninguna persona, le dijo, al tiempo que le mostraba un letrerito que decía, “Enfermedades Contagiosas”.
Así que, amadospuesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios. 2a de Corintios 7: 1.

No nos dejes caer en tentación

Se trata de la oración modelo, y no es para repetir de forma mecánica. Como toda oración, debe salir de forma genuina, pues a Dios nada podemos ocultarle. La frase es "No nos dejes caer en tentación". Debemos saber que si caemos en tentación es por nuestra propia cuenta y culpa; Dios no provoca que seamos tentados y así lo dice la misma Palabra de Dios, como veremos a continuación.
 La Palabra de Dios dice en Santiago 1:12-16 Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que le aman. Que nadie diga cuando es tentado: Soy tentado por Dios, porque Dios no puede ser tentado por el mal y Él mismo no tienta a nadie; sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte. Amados hermanos míos, no os engañéis”. También dice en Job 5:17 “He aquí, cuán bienaventurado es el hombre a quien Dios reprende; no desprecies, pues, la disciplina del Todopoderoso”.

Tu travesía

No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Juan 14;18
Crecí durante la rebelde década de 1960 y me alejé de la religión. Había asistido a la iglesia siempre, pero no acepté a Cristo como Salvador hasta después de un accidente, con poco más de 20 años. Desde entonces, no he dejado de hablarles a otros del amor de Jesús. Ha sido una verdadera travesía.
Sin duda, «una travesía» describe la vida en este mundo accidentado. En el camino encontramos montañas y valles, ríos y llanuras, carreteras concurridas y senderos solitarios; es decir, altos y bajos, alegrías y tristezas, conflictos y pérdidas, angustias y soledad. No podemos ver lo que está por delante, así que debemos aceptar las cosas como vienen, y no como desearíamos que fueran.
No obstante, el seguidor de Cristo nunca afronta esta travesía solo. La Biblia nos recuerda que Dios está siempre con nosotros. No hay lugar a donde vayamos que Él no esté (Salmo 139:7-12). Nunca nos dejará ni nos abandonará (Deuteronomio 31:6; Hebreos 13:5). Jesús, después de haber prometido enviar al Espíritu Santo, les dijo a sus discípulos: «No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros» (Juan 14:18).
Podemos enfrentar tranquilos los desafíos y las oportunidades que se presentan en nuestro viaje, porque Dios nos prometió estar siempre presente.

Señor, gracias por caminar siempre a mi lado.

La fe nunca sabe a donde va, pero ama y conoce a su Guía. 





Vive como un atleta

Cuando vemos a un deportista ganar un campeonato olímpico, mundial o de cualquier otra categoría, ni siquiera imaginamos el alto precio de privaciones, esfuerzo y abstenciones que hay detrás de ese resultado.
Es evidente que ningún atleta alcanzará buenos resultados viviendo una vida desordenada, por lo que cuidan su sueño, su manera de comer, tratan de mantener su peso a cualquier precio,... y para lograr todo eso, no escatiman en esfuerzos físicos y sudor en su anhelo de obtener una medalla.
Resultado de imagen de Vive como un atletaDe las disciplinas deportivas que conocemos, una de las que resulta más extenuante es sin lugar a dudas, el decatlón, en el que además de tener que realizarse un esfuerzo físico increíble, hay que vencer obstáculos.
La vida cristiana es muy parecida a una carrera de obstáculos.
El pueblo de Dios ha tenido que atravesar muchos tiempos y momentos, y sin duda, también tendremos que atravesar el tan añorado día en que entremos al Reino celestial.
Si reflexionamos en lo que les sucedía a las personas de la Biblia, especialmente a Cristo y sus discípulos, descubriremos que hay dos maneras de enfrentar las dificultades:
  1. Mentalidad de víctima: (esta mentalidad está condenada al fracaso).
  2. Mentalidad de ganador. Los que confiaron en Dios: (resultaron vencedores por confiar en Dios a toda costa).
Si queremos ganar la corona de los campeones, tendremos que esforzarnos, correr para que el pecado no nos alcance, y abstenernos de todo lo que contamina, nos debilita, y por supuesto, perseverar hasta alcanzar el premio.
¿Estás cansado de tu carrera? Mira hacia delante, esfuérzate y aliéntese tu corazón porque la meta se encuentra a la vista.
“..¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis…” (1 Corintios 9:24)
Es de desear que corras bien y te abstengas de todo lo que te entretiene para que alcances el premio.