miércoles, 6 de abril de 2016

Los orgullosos terminan mal

orgullo
Es triste no reconocer nuestros errores cuando dejados llevar por nuestro orgullo, batallamos en contra de todos y hasta en contra de Dios por defender nuestros ideales egoístas, que al fin y al cabo buscan solo beneficiarnos a nosotros y nos olvidamos de lo que realmente Dios quiere.

El orgullo es una de las causas más comunes por las que el ser humano llega a tocar fondo, ya que este sentimiento no permite que te puedan hacer ver lo que realmente está pasando, y solo se ve lo que uno quiere ver.

La Biblia dice:
“El orgullo va delante de la destrucción, y la arrogancia antes de la caída.” Proverbios 16:18 (NTV)
A través de la historia hemos sido testigos de cómo una persona orgullosa nunca sale triunfante, siempre termina mal, porque el orgullo va en contra de lo que Dios quiere de nosotros. El mismo Señor Jesús nos invitó a aprender de Él en cuanto a la mansedumbre y humildad que es totalmente lo contrario al orgullo, es decir, que la voluntad de Dios es que seamos mansos y humildes; una persona orgullosa jamás podrá agradar a Dios.

Auxilio… Dios se olvidó de mí

Si estás leyendo este artículo, es porque te sientes identificado. Muchas personas piensan que Dios se ha olvidado de ellas y se dicen a sí mismos: ¿Por qué me abandonó Dios? ¿Es que acaso no soy digno? He puesto toda mi confianza en Él y todavía no tengo respuesta. Me siento abandonado, solo y triste. ¿Si Dios me ama, por qué permite que estas cosas me ocurran? ¿Por qué oro y nunca me responde?
La verdad es que muchas personas han olvidado cómo vivir, se han centrado tanto en los problemas y en las cosas que les acontecen que se olvidan de la grandeza de Dios y de los planes que tiene para ellos, aunque sus planes son de bienestar. Pero Dios no se ha olvidado de usted, siempre ha estado pendiente y ha cuidado cada detalle de su vida. El mero hecho de estar vivo es una maravillosa oportunidad para ir tras los sueños que Dios puso en nuestros corazones. Dios no se olvidó, no se olvida y no se olvidará de ti porque tú eres su máxima creación, tú eres un poema de Él. Lo que sucede es que Dios no va a hacer lo que a nosotros nos toca hacer.
¿Si usted viviera su ideal de vida, qué le gustaría hacer?
– ¿Ayudar a otros?
– ¿Alcanzar equilibrio en su vida?
– ¿Entablar relaciones profundas y satisfactorias?
– ¿Pasar más tiempo con su familia?
– ¿Disfrutar la vida junto a su esposo o esposa?
– ¿Comenzar su propio negocio?
– ¿Tener una vida saludable?
– ¿Tener un ministerio poderoso?
– ¿Llevar una vida santa?
– La lista podría ser larga, y todo eso es posible cuando adquirimos el conocimiento de Él. Conocimiento es sabiduría, sabiduría es el arte de vivir.
“Pues por falta de conocimiento mi pueblo ha sido destruido”. Oseas 4:6a (NVI)

¡Sorprendido!

Entonces les fueron abiertos los ojos, y lo reconocieron… Lucas 24:31.
El artista italiano Miguel Ángel era conocido por su temperamento exaltado y su técnica heterodoxa. Usaba obreros comunes y corrientes como modelos para sus santos, y lograba que quienes miraban sus cuadros se sintieran parte de la escena. La Cena en Emaús muestra a un posadero de pie entre Jesús y sus dos seguidores. Estos estaban sentados a la mesa cuando reconocieron que el Señor resucitado era quien estaba con ellos (Lucas 24:31). Uno de ellos fue a ponerse de pie, mientras que la mano abierta del otro expresaba su asombro.
Lucas, quien registra estos sucesos en su Evangelio, relata que los dos hombres volvieron de inmediato a Jerusalén, donde se encontraron con los once discípulos y otras personas, que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón. Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan. (versos 33-35).
Oswald Chambers escribió: Jesús viene pocas veces cuando lo esperamos; suele aparecer cuando menos lo pensamos y siempre en las situaciones más ilógicas. La única manera en que un siervo puede permanecer fiel a Dios, es estar listo para las visitas por sorpresa del Señor.
Dondequiera que estemos hoy, Jesús puede manifestarse de manera sorprendente.
Señor, abre mis ojos para verte hoy obrando.

Tú decides

¿Qué pasó ayer? ¿Qué sucedió anoche? ¿Por qué se ha ido la sonrisa de tu rostro? ¿Por qué tienes la cara agachada? ¿Hay algo que sacudió tu vida ayer, anteayer, o en días pasados? ¿Qué te pasa? Toma aire profundamente, mantén un momento el aliento y mientras Dios te habla, siente como desde el primer cabello de tu cabeza hasta el dedo más pequeño de tus pies, un aire especial recorre todo tu ser.
Nos levantamos cada mañana de cada precioso e inspirador día, con el sol tocando nuestras mejillas, calentando nuestro cuerpo, y dándole gracias a Dios por permitirnos vivir un día más a su lado. Organizamos todo y salimos a vivir lo inesperado, anhelando las grandes y maravillosas sorpresas de Dios. Muchas cosas pueden pasar en un solo día, cosas grandiosas, cosas inimaginables, también cosas edificantes, cosas espectaculares; pero así mismo, pueden pasar cosas que golpean nuestro ser, torrentes de viento helado que agobian y congelan nuestra alma,... las caídas.
Caer no es nada chistoso, y más aún, porque cuando caemos no queremos mirar al cielo. Sentimos como si hubiera pasado un huracán sobre nosotros, y para qué hablar sobre lo que siente nuestro espíritu del cual solo salen lágrimas, puños al aire, ira, frustración, y sentimientos del más doloroso fracaso que podamos tener en la vida, el de fallarle a Él.
Todos hemos sentido lo que es fallarle a Dios, todos hemos sentido eso. No podemos decir que alguien no le haya fallado a Dios, y tampoco le vamos a dar regalos, porque todos en su momento, le hemos fallado a nuestro Padre Celestial y hemos sentido el sabor amargo de lo que pensamos es una “derrota”.