Es triste no reconocer nuestros errores cuando dejados llevar por nuestro
orgullo, batallamos en contra de todos y hasta en contra de Dios por defender
nuestros ideales egoístas, que al fin y al cabo buscan solo beneficiarnos a
nosotros y nos olvidamos de lo que realmente Dios quiere.
El orgullo es una de las causas más comunes por las que el ser humano llega
a tocar fondo, ya que este sentimiento no permite que te puedan hacer ver lo
que realmente está pasando, y solo se ve lo que uno quiere ver.
La Biblia dice:
“El orgullo va delante de la destrucción, y la arrogancia antes de la
caída.” Proverbios 16:18 (NTV)
A través de la historia hemos sido testigos de cómo una persona orgullosa
nunca sale triunfante, siempre termina mal, porque el orgullo va en contra de
lo que Dios quiere de nosotros. El mismo Señor Jesús nos invitó a aprender de
Él en cuanto a la mansedumbre y humildad que es totalmente lo contrario al
orgullo, es decir, que la voluntad de Dios es que seamos mansos y humildes; una
persona orgullosa jamás podrá agradar a Dios.