El problema más grande que hoy existe en el mundo es el pecado. ¿Qué induce a la gente al odio, a la lujuria y a la codicia? El pecado. Es una enfermedad que todos tenemos. La Biblia dice: “Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios.” Romanos 3.23. Se pasaron del límite. Quebrantaron la ley. Es su camino a la muerte espiritual y a la muerte eterna, al juicio.
Jesús nos pide pues, que hagamos una elección.
Él dijo que había dos caminos en la vida: el camino angosto y el camino ancho, y tú debes escoger. Hay dos destinos: el cielo y el infierno. ¿En qué camino estás? ¿A qué maestro sirves?
No tengo por qué ser juzgado. No tengo que ir al infierno. No tengo que estar perdido. Mi alma ha sido redimida y voy al cielo. Pero primero debo arrepentirme de mis pecados y recibir a Cristo como mi Señor y mi Salvador.
Tienes que arrepentirte de tus pecados, lo que quiere decir que tienes que estar dispuesto a cambiar tu forma de ser. Puede que no tengas el poder para hacerlo, pero si te rindes a Cristo, Él te dará el poder.
¿Cuántos están arruinados, hastiados, pero no saben qué hacer? Si le dan su vida a Cristo, tendrán ayuda sobrenatural para romper esas cadenas que los atan.