sábado, 2 de noviembre de 2019

¿Es el diablo / Satanás una persona, una fuerza, o una personificación del mal?

Resultado de imagen de ¿Es el diablo / Satanás una persona, una fuerza, o una personificación del mal?Aunque él ha persuadido a mucha gente de que no existe, definitivamente Satanás es un ser real y personal, la fuente de toda incredulidad y de todo tipo de maldad moral y espiritual en el mundo. Tiene diversos nombres en la Biblia; Satanás (que significa "adversario"—Job 1:6Romanos 16:20), el diablo (es decir, "calumniador" — Mateo 4:11 Pedro 5:8), Lucifer - Lucero (Isaías 14:12), la serpiente (2 Corintios 11:3Apocalipsis 12:9) y muchos otros.
La existencia de Satanás como un ser personal es probada por el hecho de que el Señor Jesucristo lo reconoció como tal. Jesús se refirió a él con frecuencia por su nombre (Lucas 10:18Mateo 4:10) y lo calificó como "el príncipe de este mundo" (Juan 14:3012:3116:11).

El apóstol Pablo llama a Satanás el "dios de este siglo" (2 Corintios 4:4) y el "príncipe de la potestad del aire" (Efesios 2:2). El apóstol Juan dijo que, "el mundo entero está bajo el maligno" (1 Juan 5:19) y que Satanás "engaña al mundo entero" (Apocalipsis 12:9). Éstas, apenas podrían llegar a ser meras descripciones de una fuerza impersonal o una personificación del mal.

¿No te he dicho que si crees?

Pasaje: Juan 11:17-44
Hay una gran diferencia entre un cristiano que vive la religión y un cristiano que vive una vida de fe. Bien puede decirse que existen muchísimos que viven una letra vacía, que leen la Biblia y dicen creer en Jesús pero no tienen ni idea de la magnitud de su poder y de su gloria. No son pocos los que viven atados siendo libres, no son pocos los que aún viven en la ignorancia después de haber sido librados de ella. Es extraño pero pasa, y es porque no han sido aún “verdaderamente libres”.
no te he dicho que si creesDios no es alguien que esté solo en la imaginación de las personas o un ser que solo exista en situaciones específicas. Él es Grandioso y Majestuoso, y un cristiano debe entender esto plenamente.
Un ejemplo típico (y perfecto, además) de este tipo de cristianos, es Marta, la hermana de Lázaro y María.
En el pasaje se muestra la famosa escena de la resurrección de Lázaro. Prestemos especial atención a la actitud que tuvo Marta en este acontecimiento. Ella estaba constantemente poniendo obstáculos pero Jesús la orientaba a creer. (Se parece a nosotros a veces, ¿no?)

El viejo de la esquina

Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. (Filipenses 4:12-13)
La misma esquina, el mismo anciano, la misma hora, la misma ropa. Siempre que miraba hacia ese lugar, veía todos esos detalles en medio de una ciudad tan modernizada. Al ver al anciano con esos mismos elementos allí, me trajo de nuevo a mi infancia y me concentré en ese hecho, y decidí ir a hablar con dicho anciano.
Resultado de imagen de El viejo de la esquinaMientras caminaba a esa esquina, no niego que me invadieron unos pocos nervios, ya que pasé durante muchos años por esa misma calle y nunca me había detenido a hablar con él. Ahora me dirigía a él. Me paré frente a él y me senté en la misma acera. Eso le llamó la atención y me preguntó: ¿qué se le ofrece?
Yo terminé de acomodarme en la acera y le dije: lo he visto aquí muchos años y al verle hoy, después de tantos años que han pasado, me hace recordar mi niñez mientras venía a tomar el autobús o cuando pasaba a pie por aquí. Y veo que siempre está usted, veo el mismo saco, o al menos es parecido al que antes cargaba y no sé, quise venir a saludarle y le traje esto, es atún, y este pan creo que le gustará; debe abrirlo por aquí.
El anciano observó minuciosamente la lata de atún y me dijo: siempre las he visto en las vitrinas del supermercado, pero nunca me he comido una de éstas, es algo que siempre deseaba comer. Las lágrimas comenzaron a caerme mientras él decía eso, y me di cuenta que nunca es tarde para visitar al enfermo o necesitado. Mientras hay vida, hay esperanza.
Sin decir palabra, de inmediato comenzó a poner el atún dentro del pan y comenzó a orar. Me dijo: discúlpeme, solo hablaré con mi Proveedor y Salvador, porque trajo pan a mi mesa y no tenía para comer ahora mismo. Yo asentí, y él inclinó su cabeza y oró la oración de alimentación más corta que he escuchado, pero me hizo llorar.
«Padre, gracias siempre por esto que me hace tan feliz y viene de ti, bendícelo en Jesús Amen» (Salmos 107:8-9).
Mientras comía me dijo: ¿sabía usted que las personas están siendo observadas? Yo no esperaba un tipo de comentario así y le dije: bueno, sí, la tecnología nos observa ahora.
Saboreando el atún, él me dijo: las personas ignoran muchas cosas, las personas sencillamente no creen. Yo le pregunté: ¿Ud. cree o tiene fe? Él me dijo: más de lo que se imagina. Reconozco que fui grosero al preguntarle: ¿y por qué siempre ha vivido en la miseria ?
Dejó de saborear el pan y mirándome a los ojos con una mirada tierna, respondió a mi ignorante pregunta. Yo le pedí a Dios vivir así y que me enseñara a vivir de esta forma, pues fui un joven con dinero y pasaba el tiempo en lupanares desde adolescente, porque mis padres me daban todo fácilmente. Eso me condujo a las drogas y el alcohol. Mis padres llegaron a avergonzarse de mí, y mi tiempo en aquel hospital psiquiátrico no fue nada fácil. Pero aprendí una cosa: la mente es algo que debemos cuidar.
Yo estoy en estas condiciones para dar testimonio a muchos que les fascina el dinero y están sedientos de más y más, y que al final se quedan con las manos vacías y pierden lo más importante su alma cuando mueren sin Jesús. Aquí en esta esquina han pasado tantos milagros que no tiene usted ni idea, pero los veo yo a diario y los demás no pueden verlos porque no creen. Así que,... ¿no sé si respondí a tu pregunta?
Yo un poco avergonzado, estaba recibiendo de ese hombre una gran lección. El que parecía no tener nada tenía más que yo, y supe que en la abundancia muchas veces hay ceguera, y en la escasez hay fe para vivir.
Ese día aprendí tanto, tanto que solo me puse a orar, y lloré porque ese indigente me testificó y esperó todos esos años para que yo llegara a ese lugar. Dos meses después aquel hombre falleció. Ahora que veo esa esquina,... ya no es la misma, pero tengo los mejores recuerdos de ese lugar al cual Dios me dirigió y me hizo valorar a aquel hombre de la esquina.
La misma esquina, el mismo anciano, la misma hora, la misma ropa... solo era para poderme testificar un día.