jueves, 18 de septiembre de 2014

¿Creó Dios el mal?

En un principio parecería que si Dios creó todas las cosas, el mal debería haber sido creado por Dios. Sin embargo, esto es una suposición que necesita ser aclarada. El mal no es una “cosa” como una roca o la electricidad. ¡No puedes tener una jarra de mal! Más bien, el mal es algo que ocurre como el correr. El mal no existe por sí mismo, realmente es la carencia de cosas buenas. Por ejemplo, los hoyos son reales, pero solo existen en algo más. Llamamos a un hoyo la falta de tierra, pero no puede ser separado de la misma. 

Cuando Dios hizo la creación, es verdad que todo lo que existía era bueno. Una de las cosas buenas que hizo Dios, fueron criaturas con la libertad de elegir el bien. Para hacer una elección real, Dios tuvo que permitir algo más que el bien para poder elegir. Por ello Dios permitió a estos seres libres, tanto ángeles como humanos, elegir entre el bien y la ausencia de éste (el mal). Cuando existe una mala relación entre dos cosas buenas, le llamamos “el mal”, pero eso no lo convierte en una “cosa” que haya requerido la creación de Dios.
Lo veremos de otra forma. Si le preguntara a una persona normal “¿existe el frío?”, – su respuesta sería que sí. Sin embargo, esto es incorrecto. El frío no existe. El frío es la ausencia de calor. De igual forma, la oscuridad no existe, es la consecuencia de la falta de luz. Igualmente, el mal es la ausencia del bien, o mejor dicho, el mal es la ausencia de Dios. Dios no creó el mal, sino que más bien, solo permitió la ausencia del bien.

Un deber cristiano

¿Está usted ayudando a cuidar y mantener a cualquier pariente, de quien sabe que no puede hacerlo por sí mismo, especialmente padres y abuelos? ¿Les hizo saber que hacerlo es la voluntad de Dios? Es nuestro deber cristiano (vea 1 Timoteo 5:4).
Yo fui abusada durante mi infancia y, por consiguiente, mi actitud hacia esta instrucción bíblica era que estaba exenta de esta expectativa por como fui tratada. Después de todo, ¿cómo podía Dios esperar que yo cuidara a las personas que nunca hicieron por mí más que hacerme daño? Quizás usted haya sido lastimado por sus padres y ahora los ignora. Esto es comprensible, pero no aceptable. Debemos entender que "la persona lastimada suele lastimar a otras personas", sí, pero debemos desarrollar una actitud misericordiosa e indulgente hacia quienes nos han hecho daño. Cuando realmente hemos perdonado, nos sentimos deseosos de ayudar a todos, incluso a quienes no merecer ser ayudados. Nosotros no merecemos la ayuda de Dios pero, de todos modos, Él nos ayuda y espera que hagamos lo mismo con otros.
Aunque era difícil, llegó un momento en que tomé la decisión de hacerme cargo del cuidado de mis ancianos padres, y, como resultado, he visto el favor y la bendición de Dios. Podemos hacer otras "buenas obras", u "obras de iglesia", pero si hacemos caso omiso de este deber, no estamos haciendo lo debido. Si un creyente deja de proveer para sus parientes, es peor que un incrédulo y no cumple sus obligaciones en esta materia (vea 1 Timoteo 5:8).

Mi confianza

El mes de Abril de 1912 fue marcado tremendamente, por el hundimiento del trasatlántico bautizado como el Titánic.
Una de las causas de esa tragedia fue el exceso de confianza que se había puesto en la fortaleza de la nave. Las autoridades marítimas creían que no podía hundirse porque estaba perfectamente construido. El casco del trasatlántico estaba dividido en compartimentos estancos, de manera tal que si uno era inundado, los otros quedarían cerrados herméticamente y el barco permanecería a flote. Basados en esta suposición se hizo navegar el barco a toda velocidad por la noche, en una región donde había grandes masas de hielo flotantes, cuyos pedazos dentro del mar eran más grandes y no se podían percibir a simple vista.
Como todos sabemos, el Titánic chocó contra una de estas formaciones y comenzó a hundirse porque negligentemente, por ser el primer viaje, los compartimientos no habían sido bien cerrados. Muchos creyeron que el barco no se hundiría nunca pero hoy la nave yace en el fondo del mar.

¿De Dónde Vendrá Mi Socorro?

Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel. Jehová es tu Guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche. Jehová te guardará de todo mal; Él guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre” (Salmos 121 Reina-Valera 1960 (RVR1960). ¡Amén!
Inline image 1Nuestro socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra. Tu abundancia, tus necesidades, tu sanidad, tu protección, tu provisión, tu favor y tu paz, vienen del único Dios Creador del cielo y de la tierra, Jehová de los Ejércitos, ese es Su Nombre. El Creador de los cielos y de la tierra es tu Guardián y Sostenedor, Él es quien guarda tu salida y tu entrada. Él guarda tus pasos para que nunca resbales. La palabra hebrea para guardar significa preservar. Observe que la palabra "guarda" aparece seis veces en este salmo. El número seis representa al hombre, puesto que el hombre fue creado en el sexto día de la creación. En el Salmo, Dios destaca repetitivamente la palabra "guardar", para hacerle entender al hombre el cuidado que Él tiene para cada uno de nosotros aunque no lo merezcamos. Cuando seguimos leyendo el Salmo, el Señor nos enfatiza Su cuidado declarándonos que de día y de noche Él siempre estará guardándonos.
El sol y la luna representan las veinticuatro horas de protección que nos brinda Dios por Su Misericordia. Esto no quiere decir que nunca vayamos a pasar por adversidades y obstáculos en la vida, sino que en cada circunstancia y vicisitud, los hijos de Dios saldremos victoriosos porque “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a Su Propósito son llamados” (Romanos 8:28 Reina-Valera 1960 (RVR1960).

Recibir sin dar…

Existen muchos tipos de personas, tantos como habitantes en hay el mundo, y precisamente por esto nos es difícil ponernos de acuerdo e intentar vivir en paz. Dentro de todo este “caos” de especies humanas, nos podemos encontrar con gente con personalidades excéntricas y otras más comunes y corrientes...
En nuestra especie humana, hay gente capaz de una generosidad que supera los límites de nuestra propia comprensión. Son seres... casi celestiales, capaces de darse al prójimo desinteresadamente. Son como los “super héroes” que vemos en reportajes de la televisión. Sin embargo, recientemente cambió un poco mi percepción sobre ellos.
A lo largo de nuestra vida, nos tocará afrontar distintos desafíos e ir superando distintas etapas. Todos lo sabemos desde el momento casi de nuestra concepción. Lo que no sabemos es que en esas etapas, también estaremos rodeados de personas que aportarán o la harán más difícil, depende de la asignación que tengan para nuestras vidas. 
Es así, como nos encontraremos con personas con quienes pasaremos tiempo, invertiremos recursos cognitivos y emocionales en hacerles compañía y no recibiremos absolutamente nada a cambio. Es una relación en una sola dirección, sin ningún tipo de compensación. Para sobrevivir a estas relaciones, tendremos otras en donde entregaremos y recibiremos siempre algo a cambio; estas son relaciones basadas en el principio de la reciprocidad, y suponen una bocanada de aire fresco frente al ahogo que nos produce el otro tipo de repertorio de conducta, desarrollado ésta por quienes se relacionan con nosotros, en base solo a lo que pueden recibir de nuestra parte. Nadie puede sobrevivir en este mundo solo con el primer tipo, los seres humanos por condición casi genética, necesitamos de la RECIPROCIDAD. Funcionamos en esa lógica, si no, no operaríamos con tanta naturalidad con la lógica de causa-efecto como lo hacemos habitualmente.