La tentación no tiene favoritismos, de hecho, la tentación es común para todos… niños, adolescentes y adultos. También ignora el estatus social, económico y espiritual. De manera que no es sorprendente ser tentado.
El problema con la tentación es que atrapa tu mente, imaginación, sentimientos, y voluntad. Una vez que los atrapa, determinas qué entablarás con ella. Es como si tu cuerpo te dijera “hazlo”… Por lo regular, las consecuencias de la tentación no se manifiestan inmediatamente, y al final llegas a creer que te has salido con la tuya. Comienzas a engañarte con frases como: “¿Ves?, no me pasó nada”.
Empiezas a creer que eres un poquito más inteligente que los demás, porque aparentemente no te pasó nada, llegas a pensar que puedes sobrepasar los límites un poquito más, pero al final terminarás destruyéndote. Porque el pecado siempre mata.