jueves, 22 de marzo de 2018

Se goza en la ley de Dios

«Por eso dije: “Aquí me tienes, como el libro dice de mí. Me agrada, Dios mío, hacer tu voluntad; tu ley la llevo dentro de mí”. En medio de la gran asamblea he dado a conocer tu justicia. Tú bien sabes, Señor, que no he sellado mis labios. Salmo 40: 7-9, NVI

Resultado de imagen de Se goza en la ley de DiosEl que fue abnegado redentor, durante toda su peregrinación de amor en el mundo, fue la representación viviente del carácter de la ley de Dios. Desde su más tierna infancia estaba dominado por un propósito: vivir para beneficiar a los demás. Su objetivo revelaba una paciencia que nada ni nadie podía perturbar, y una veracidad que no sacrificaba nunca la integridad. 
En sus principios era firme como una roca, y su vida revelaba la gracia de una desinteresada afabilidad. Había quienes buscaban su compañía, pues se sentían en paz en su presencia; pero otros muchos lo evitaban, porque su vida inmaculada era para ellos una reprensión. Hasta sus jóvenes compañeros insistían en ser como Él. Era de carácter alegre; les gustaba su presencia, y recibían gustosos sus oportunos consejos; pero sus escrúpulos los impacientaban, y lo consideraban estrecho de miras. Jesús contestaba: Escrito está: «¿Con qué limpiará el joven su camino?, ¡con guardar tu Palabra! En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti» (Salmo 119: 9,11). 
Cuando le preguntaban por qué no participaba en las diversiones de la juventud de Nazaret, decía: Escrito está: «Me he gozado en el camino de tus testimonios, más que toda riqueza. En tus mandamientos meditaré; consideraré tus caminos. Me regocijaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras» (Salmo 119:14-16).

El poder de la fe

Es una reflexión aplicable a todos los que, como nosotros, tenemos una fe inquebrantable y cada día mayor en Dios. Tener fe implica“ confiar”, es una acepción. En este caso hablamos de confiar en el Señor, plenamente, cada día más. ¿Es lo que sentimos, verdad? De esta forma LO conocemos cada día más, sabemos por qué y para qué estamos aquí y qué es lo que Dios espera de nosotros. Y nos sentimos felices, gozosos, dichosos en ello. Nos sentimos siervos de Dios. Nos sentimos útiles a ÉL.
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Pero analicemos el poder de la fe desde un punto de vista coherente, necesario y significativo. Consideremos, entonces, que la fe en ÉL debe ser inteligente. Debe ser consecuente, y debemos comprender que Dios no hace las cosas porque sí. Que todo debe tener una razón que muchas veces no alcanzamos a comprender.
Por ejemplo, pensemos que, a pesar de que muchos cantantes incluyen entre sus canciones algún texto que habla del “poder de la fe”, como por ejemplo: “les aseguro que si tienen fe, tan pequeña como un grano de mostaza, podrán decirle a esta montaña: trasládate de aquí para allá y se trasladará. ¡Para Vdes. nada es imposible!”, en mi modesta opinión nos están diciendo que la fe o confianza en Él es lo más significativo que debemos sentir nosotros. Lo más importante, lo más necesario ¡vamos!

Generación con pies de oro

Tuve el privilegio y la bendición de compartir durante seis días con un grupo de adolescentes y jóvenes en un campamento de mi país. En este campamento se procuraba adiestrar a los jóvenes en el liderazgo, y también en que fueran capaces de compartir con el resto del mundo al Dios que llevan y sirven. Lo que más me impactó en esos días, fue el lema de esta actividad “generación con pies de oro”.
pies de oroEl joven Daniel dispuso no contaminarse con la comida del rey, y junto a sus amigos llegaron al acuerdo de que comerían solo legumbres y agua, que inclusive los harían ser más vigorosos y saludables que el resto de los jóvenes que estaban en entrenamiento con ellos. Y efectivamente esto fue así. Junto a la decisión de Daniel, Dios le otorga conocimiento e inteligencia además del don de poder interpretar sueños (Daniel 1:17) “A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños”, lo que finalmente permitió que llegara a ocupar lugares de gran poder político en tres reinados distintos. Incluso 65 años más tarde, Daniel seguía recibiendo las consecuencias de su buena decisión.
Una de las cosas que Dios permitió que Daniel hiciera fue interpretar un sueño del Rey Nabucodonosor, que revelaba información relevante sobre el curso que seguiría su reinado y cómo se darían las cosas de allí en adelante en materia política. Este sueño de la estatua construida de distintos materiales y que representaba cada uno de los reinos, fue la guía en nuestro campamento. En la historia bíblica, en el libro de Daniel capítulo 2, la estatua con pies de hierro y barro cocido es destruida por una piedra que llega directamente a esta zona, destruyéndola por completo. Estos pies, del material mencionado, muestran la inestabilidad de las alianzas humanas que se pueden hacer, como también relaciones superficiales y emocionales que nos atan y que no nos permiten avanzar. La cabeza de oro representa el reino, el poder, la fuerza y la majestad (Daniel 2:37). Si queremos ser una generación que impacte al mundo con el mensaje de Jesucristo, debemos tener pies de oro; debemos caminar con paso firme, relacionarnos saludablemente con los demás y cultivar nuestra vida personal y espiritual; debemos entender que somos portadores del reino, del poder, de la fuerza y de la majestad de Dios, y que toda criatura creada está bajo nuestra autoridad, porque así Dios lo ha determinado en Su plan perfecto.