jueves, 25 de febrero de 2016

¿Por qué Dios requiere fe?


Nuestra relación con Dios es similar a nuestra relación con otros en que todas las relaciones requieren fe. Nunca podremos conocer completamente a ninguna otra persona. No podemos experimentar todo lo que ellos experimentan, ni entrar en sus mentes para conocer lo que son sus pensamientos y emociones. Proverbios 14:10 dice, “El corazón conoce la amargura de su alma; y ningún extraño se entremeterá en su gloria.” Incluso somos incapaces de conocer totalmente nuestros propios corazones. Jeremías 17:9 dice que, “Engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso; ¿quién lo conocerá?” En otras palabras, el corazón humano es tal, que busca esconder lo profundo de su maldad engañando hasta a su dueño. Hacemos esto al echarles la culpa a otros, al justificar nuestra mala conducta, al minimizar nuestros pecados, etc. Y dado que somos incapaces de conocer plenamente a los demás, la fe es un ingrediente integral en todas las relaciones. Por ejemplo, una esposa se sube a un coche conducido por su esposo, confiando en que él conducirá con precaución, aunque a menudo él conduce más rápido de lo que ella lo haría por las carreteras en invierno. Ella confía en que él actúe de acuerdo a las circunstancias de todo momento por el bien de ambos. Todos nosotros compartimos información acerca de nosotros mismos con los demás, confiando en que ellos no nos traicionarán con esa información. Conducimos por la calle, confiando en que aquellos que conducen a nuestro alrededor sigan las reglas de tráfico. Así que, ya sea con extraños o con amigos íntimos y compañeros, debido a que no podemos conocer por completo a los demás, la confianza es siempre un componente necesario en nuestras relaciones. 

Entonces, si no podemos conocer plenamente a nuestros finitos compañeros humanos, ¿cómo esperamos conocer plenamente a un Dios infinito? Aún si Él decidiera revelarse a Sí mismo totalmente, es imposible para nosotros conocerlo plenamente. Sería como tratar de vaciar el océano (igualmente infinito en volumen) en un frasco de un cuarto de litro (finito)… ¡imposible! No obstante, igual que podemos tener relaciones significativas con otros, que han acrecentado nuestra confianza por lo que conocemos de ellos y su carácter, así Dios ha revelado lo suficiente acerca de Él mismo a través de Su creación (Romanos 1:18-21), a través de Su Palabra escrita, la Biblia, (2 Timoteo 3:16-172 Pedro 1:16-21), y a través de Su Hijo, Jesucristo (Juan 14:9), para que podamos entrar en una significativa relación con Él. Pero esto solo es posible cuando la barrera de nuestro pecado ha sido quitada, al confiar en la persona y obra de Cristo en la cruz como el pago por nuestros pecados. Esto es necesario porque, así como es imposible que la luz y las tinieblas coexistan juntas, es igualmente imposible que un Dios santo tenga relación con un hombre pecador, a menos que su pecado haya sido pagado y quitado. Jesucristo, el Hijo de Dios, sin pecado, murió en la cruz para llevar nuestro castigo y cambiarnos, para que cualquiera que crea en Él pueda llegar a ser hijo de Dios y vivir eternamente en Su presencia (Juan 1:122 Corintios 5:212 Pedro 3:18 y Romanos 3:10-26).

El único Salvador es Jesucristo

Hace unos años descubrí el poder del único Salvador, Jesucristo. Después de tener una vida de desenfreno sufrí las consecuencias. Estando en plena oscuridad espiritual y acechado por malestares físicos y emocionales, busqué la salvación en muchos lugares pero no la encontré, hasta que llegué a los pies de Jesucristo. Él quebrantó el pesado yugo que me oprimía y restauró mi vida. No existe nadie más que tenga la autoridad de salvar almas y derrotar al diablo que Jesucristo. Solamente Él puede salvar. La Biblia declara lo siguiente:
“¡En ningún otro hay salvación! Dios no ha dado ningún otro nombre bajo el cielo, mediante el cual podamos ser salvos” Hechos 4:12 (Nueva Traducción Viviente).
la-cruzDe acuerdo a la Biblia, la palabra inspirada por DIOS, solamente existe un mediador y Salvador entre los hombres y DIOS, y es Jesucristo. Ni los santos, como deidades, ni otros dioses, y mucho menos familiares que han muerto, tienen autoridad para salvar. Esto es un engaño del enemigo. Y en la medida que más personas busquen la salvación en ello se perderán.
“Jesús le contestó: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí.” Juan 14:6 (Nueva Traducción Viviente).

Jesús llama a mi puerta

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Apocalipsis 3:20
Inline image 1
Uno de nuestros amigos estaba cómodamente sentado en un avión, a punto de despegar de un pequeño aeropuerto. El personal de cabina acababa de cerrar la puerta y estaba ocupándose de los últimos preparativos. Fuera llovía a cántaros. De repente, nuestro amigo vio a un hombre vestido con impermeable que corría en dirección al avión y empezó a golpear con fuerza la puerta. Desde el interior la azafata intentó explicarle que era demasiado tarde. Pero el hombre golpeaba cada vez con más insistencia hasta que, al final, la azafata le abrió la puerta. Para gran sorpresa de todos, aquel hombre era el piloto.

Sobre el mal triunfó el Amor

No, no será Satanás quien al final se lleve la victoria.
No, no será el pecado, ni la muerte la triunfante…
No, no será el “maligno” quien se encargue de cerrar la historia,
dejando al ser humano lejos de Dios, y errante…
Jesucristo, “eterno rey de gloria”,
te invita a arrepentirte, para cubrirte con su amor y perdonarte.
El tiempo del final está cercano…
Mas el Señor bendito te convida,
en el Apocalipsis, “a sus aguas de vida”. 
Si crees en Jesucristo su hijo amado,
en su cielo, en su “casa”, bien cuidado,
ya lejos de muerte, de dolor y ruina… (Apocalipsis 21:4).
No, no será el triunfo del mal quien predomine
sobre esta infeliz humanidad esclavizada.
Tú no permitas que Satanás te alinee y te domine,
no permitas el vivir y el morir encadenado.
Puedes clamar a Jesús; que Él te redime
del juicio, de la condena y de las llamas.
Somos “más que vencedores” porque somos del Señor,
que es “Señor de los señores”, que a Satanás derrotó…
Clavado en la cruz, en el Gólgota, dio el grito; “¡se consumó!”
“Sangre y agua de la roca” de su “costado brotó” (Juan 19:34).
Con esa sangre bendita, Cristo limpia al pecador (1ª Juan 1:7).
Satanás está vencido, sobre el mal triunfó el amor.