sábado, 20 de junio de 2020

¿Cómo superar el miedo a la muerte? ¿Cómo puedo dejar de tener miedo de morir?

Incluso el creyente más seguro y devoto puede tener ocasiones en las que tiene miedo a la muerte. Es natural el deseo de evitarla. 
Miedo a la muerte de seres queridos - MundoPsicologos.com
La muerte no era parte del plan original de Dios para Su creación. Fuimos hechos para ser santos y completos, viviendo siempre en el paraíso en comunión con Dios. Pero la introducción de la muerte fue una respuesta necesaria a la entrada del pecado en el mundo. Ahora bien, es una bendición que muramos; si no, tendríamos que vivir en un mundo pecaminoso por toda la eternidad.

Este conocimiento no necesariamente contrarresta la reacción inicial al pensamiento de nuestra propia mortalidad. La fragilidad de nuestros cuerpos físicos y los ejemplos del cese repentino de la vida, son un recordatorio de nuestra falta de control en un mundo grande y peligroso. Pero tenemos una gran esperanza, que el que está en nosotros es mayor que el que está en el mundo (1 Juan 4:4). Y Jesús fue a preparar un lugar para nosotros para que podamos estar con Él (Juan 14:2). Aunque podría ayudar teniendo en cuenta las consideraciones más inmediatas y prácticas a las que nos enfrentamos.

Hay varios aspectos de la muerte que potencialmente pueden causar temor. Afortunadamente, Dios tiene una respuesta para cada uno de ellos.

Miedo a lo desconocido
Exactamente, ¿qué se siente al morir? ¿Qué ves al salir tu vida de tu cuerpo físico? ¿Cómo ocurrirá? ¿Es algo como algunas personas han dicho? — ¿una luz brillante? ¿Un grupo de parientes?

No se sabe con certeza lo que se siente, pero la Biblia describe lo que sucede. 2 de Corintios 5:6-8 y Filipenses 1:23 dicen que cuando dejamos nuestro cuerpo, estamos presentes al Señor. ¡Pensamiento verdaderamente reconfortante! Nos quedaremos en este estado hasta que Cristo venga y resucite a los creyentes (1 Corintios 6:14; 15:20-22), cuando recibiremos un nuevo cuerpo glorificado.

Miedo a la pérdida de control
Cuando los seres humanos alcanzan la edad adulta, tienen una idea bastante buena de cómo interactuar con el mundo que les rodea. Saben cómo encontrar lo que necesitan, llegar a donde quieren estar y relacionarse con los demás de una manera que cumpla con su propósito.

Muchos, incluso aquellos que profesan tener fe en Dios, están tan temerosos de no conseguir lo que necesitan, que sienten que deben manipular su entorno y la gente alrededor de ellos para su beneficio. Todos hemos visto a hombres y mujeres que abusan de los demás aferrándose al temor. No confían en Dios lo suficiente para proveer sus necesidades, así que se hacen cargo ellos mismos de todo. Tampoco confían en que los demás les den una debida atención, así que exigen lo que creen que necesitan.

¡Cuánto más deben temer ellos la pérdida de control sobre sus muertes! Como dijo Jesús a Pedro, describiendo cómo moriría, “De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras” (Juan 21:18). Antes de recibir Pedro esta advertencia, él negó a Jesús por temor. Pero después de regresar Jesús al cielo, Pedro se convirtió en una persona nueva — una persona cuya pasión por el mensaje de Cristo excedió con creces su necesidad de controlar su entorno (Hechos 5:17-42). El Espíritu Santo, solo Él, le dio la fortaleza precisa para encarar los diferentes desafíos que enfrentó.


Miedo por los que se quedan atrás
La visión cristiana de la muerte es "separación". La muerte eterna es separación de Dios. En la muerte física estaremos separados de nuestros seres queridos en la tierra por un tiempo. Si también son cristianos, sabemos que la separación será breve comparada con la eternidad. Si no son cristianos, este no será el caso. Nuestra comisión, entonces, es utilizar este tiempo juntos para hablarles acerca de dónde se irán cuando mueran. En última instancia, la decisión recae en ellos.

Miedo al acto de morir
Pocos de nosotros sabemos cómo vamos a morir. Rápido y sin dolor, en nuestros sueños, por una prolongada enfermedad — el misterio de todo esto, la incapacidad de prepararnos, puede ser aterrador. Aun si lo sabemos, si nos han diagnosticado una enfermedad terminal, todavía puede ser aterrador.

Pero es solo un momento. Un momento que casi todo el mundo ha atravesado o atravesará. Los cristianos pueden apoyarse en Filipenses 3:20-21. “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya”.

Para ayudar a calmar el miedo, tú puedes tomar medidas para prepararte y preparar a quienes te rodean para la muerte.

El Río de Dios

Ezequiel 47:1-9 Las aguas salutíferas
Desde el capitulo 40, el libro del profeta Ezequiel nos habla de la construcción de un nuevo templo glorioso, el cual simbólicamente nos muestra que la presencia Dios habitará nuevamente en su pueblo, y eso en este tiempo se cumple por medio de nuestro Señor Jesucristo, habitando en cada uno de nosotros. 

El Texto nos dice que de ese templo, en el cual está la presencia de Dios, fluye un río, y ese río que fluye trae al mundo dos cosas maravillosas: SANIDAD Y VIDA. Y eso es exactamente lo que el mundo necesita hoy en medio de esta pandemia; el Señor en este tiempo de enfermedad y muerte le está haciendo un llamado al mundo. Es un llamado primeramente a la iglesia, es decir, a nosotros los cristianos que día a día estamos clamando a nuestro Dios por sanidad y vida para nuestra familia, para nuestro país y para el mundo. 


Pero lastimosamente, en realidad muchos de nosotros no sabemos lo que es estar sumergidos en el río de Dios, en su presencia, en su voluntad. Queremos los efectos de la bendición del río de Dios, de su poder, de su presencia, pero no queremos vivir una vida comprometida con el Señor, no queremos entregarnos por completo al Señor, y Dios no quiere que después de esta pandemia aún sigamos viviendo un cristianismo “Light”. Muchos cristianos han venido viviendo un cristianismo en el río de Dios con el agua hasta los tobillos (Verso 3). Están dentro, pero viviendo una vida cristiana superficial y sin compromiso, son creyentes, pero no discípulos. 
Otros cristianos están viviendo un cristianismo con el agua hasta las rodillas (verso 4a). Han obedecido en parte, pero no están verdaderamente entregados al Señor. Hay muchas áreas de su vida que aún no están dispuestos a ponerlas bajo la soberanía de Dios. 

Y hay cristianos que están viviendo en el río de Dios con al agua hasta los lomos, es decir, están entregados en el servicio, están comprometidos con sus ministerios... Pero tenemos que notar algo muy importante: cuando el agua llega hasta los lomos, aún queda una parte muy importante del cuerpo sin sumergirse en el agua: LA CABEZA, y la cabeza significa la voluntad, las decisiones, las prioridades. Dios puede y quiere traer sanidad y vida al mundo, pero también quiere que su iglesia no siga siendo una iglesia indiferente, sin compromiso, tibia, dormida, sino una iglesia que esté realmente sumergida por completo en el río de Dios, que no luche por hacer su propia voluntad, sino que se someta y que se deje llevar por la voluntad de Dios, por sus planes y propósitos en este mundo (verso 5). 

Oremos y clamemos para que el río de Dios traiga VIDA Y SANIDAD al mundo en esta pandemia, pero nosotros sumerjámonos por completo para que seamos llenos de su vida, de su gozo, de su esperanza, de su fortaleza y de sus propósitos. 
Querido hermano y hermana, no tengas temor, sumérgete con fe en el RÍO DE DIOS, déjate guiar y gobernar por su voluntad, y grandes cosas hará Dios.

Lo que Dios provee para su pueblo

Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Filipenses 4:19
Generalmente, este precioso versículo se utiliza para referirse únicamente a la provisión de Dios en nuestras necesidades materiales, pero nuestro Dios es nuestro proveedor no solo de las cosas materiales, sino también como lo dice el versículo: En todo lo que nos falte, y eso también incluye lo espiritual. 
Dios provee para su pueblo - Lección #10 - Trimestre 1/2020 ...
Hemos de reconocer que, si algo nos está faltando a muchos cristianos en este tiempo de avance de la pandemia, son tres cosas: FE, PAZ Y ESPERANZA. ¿Como nos da el Señor estas tres cosas en nuestra vida? Veamos lo que nos enseña la palabra de Dios: 

I) SI LO QUE NOS FALTA ES LA FE (1 Pedro 1:7) 
La prueba que todos los cristianos experimentamos, es una prueba no para Dios pues Él lo conoce todo; es para que nosotros reconozcamos verdaderamente cómo está nuestra fe. Si con sinceridad nos damos cuenta que nos falta fe, ¿cómo suple el Señor la que nos falta? ● La fe viene por la palabra de Dios (Romanos 10:17) ● La palabra de Dios produce en nosotros crecimiento espiritual; para crecer en fe no podemos dejar de alimentarnos de la leche espiritual no adulterada. ● La fe viene como un fruto de nuestra comunión con el Espíritu Santo de Dios (Gálatas 5:22).