jueves, 17 de diciembre de 2015

El mandamiento nuevo más antiguo del mundo

¿Sabe usted cuántos mandamientos hay en la Biblia? Algunos señalan que en el Antiguo Testamento pudieran haber hasta unos 613, mientras que en el Nuevo Testamento Jesús resumió todos los mandamientos en dos, según Mateo 22:37-40. Juan hace en este pasaje, un juego de palabras para hablar acerca del “mandamiento”. Por un lado comienza sus escritos llamando la atención en que no escribe un mandamiento nuevo sino el mismo, que sus lectores ya conocían. Pero luego va a decirnos que sí escribe un mandamiento nuevo. Igualmente, Juan se propone hablarnos de un mandamiento nuevo que a su vez, es el más antiguo de todos.
¿Qué es lo que quiere decir con todo esto? El contexto en el que Juan escribe guarda relación con su propio libro, en el que hace referencia al nuevo mandamiento que Jesús introdujo. Tengamos en cuenta que Juan no podría estar hablando de un nuevo mandamiento como si él mismo fuera su creador. No siendo así, Juan debió tener en su memoria las palabras de su Maestro, cuando dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (Juan 13:34).
Juan habla de un mandamiento viejo en el sentido de que ya estaba en el Antiguo Testamento (Levítico 19:18). Los acólitos de Juan estaban muy familiarizados con ese mandamiento, pero a su vez también era nuevo, y al ser Jesús quien lo dijera, se elevó como uno de los mandamientos más grandes que se podía conocer. De esta manera, cuando Juan habla de lo antiguo y de lo nuevo, está haciendo ver a sus destinatarios que este mandamiento de amar a los demás, debe ser el más importante después de amar a Dios.
I. EL MANDAMIENTO DE AMAR A OTROS ES EL VÍNCULO QUE UNE A LOS DOS TESTAMENTOS
1. El mandamiento antiguo que habéis oído… 1ª Juan 2;7.
Juan utiliza en esta carta, términos muy íntimos y familiares cuando se dirige a sus lectores, que hacen ver su toque pastoral. Les llama “hijitos míos…”, “hermanos” y “amados”. Y si bien es cierto que muchas de las cosas que escribe en esta carta están llenas de exhortación, esta forma tan familiar con que escribe es un reflejo de lo que desea para su gente. Comienza, pues, diciendo que no escribe un “mandamiento nuevo” sino el que ellos siempre han sabido, el mandamiento antiguo. ¿Cuál es ese mandamiento antiguo? Pues por lo que se va a ver más adelante, este mandamiento antiguo no es sino el de amar al prójimo como uno de los más grandes mandamientos. Es extraordinario pensar que el mandamiento de amar a los demás ya formaba parte de las demandas de la ley, que fueron dadas para modelar la conducta de todo un pueblo. ¿Qué decía el Antiguo Testamento sobre este aspecto? “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová” (Levítico 19:18). Este mandamiento debe ser enseñado desde el principio, cuando alguien conoce a Jesucristo.
2. El mandamiento antiguo es la palabra oída. 1ª Juan 2:7b.
¿Qué conexión hay entre el mandamiento nuevo y el antiguo con la palabra oída? Pues mucha. Si la doctrina del amor fraternal es uno de los asuntos que en Juan va ser referencia una y otra vez, es porque hay una íntima relación entre lo que Juan dice del mandamiento y la palabra oída, porque la palabra oída trató este tema. Si nos detenemos en pensar en el comienzo de las vidas cristianas, la palabra enseñada tuvo que enfatizar mucho en el amor que deberían tenerse los unos a los otros. Por lo tanto, si el amor fue la nota distintiva de los primeros cristianos, como de hecho ha sido reconocido por escritores paganos, el mandamiento antiguo a través de aquella palabra impartida, tuvo que ser uno de los asuntos que más se enseñó a los que iban entrando en las comunidades cristianas. La ley del amor vendría a ser parte del primer discipulado que se le daba a los nuevos creyentes. Y por otro lado, afirmamos que esa palabra enseñada tuvo que ver con Jesucristo mismo, pues Él encarnaba el amor en su más sublime expresión. El mundo no conocía el verdadero amor hasta que llegó Jesucristo. Cuando esto sucedió, el mundo supo que ese amor no tuvo limite y que todos podían ser alcanzados.

Vuelve Al Lugar Donde Conociste A Jesús

SIMÓN PEDRO LES DIJO: VOY A PESCAR. Juan. 21:3

Cuando Pedro decidió ir a pescar aquella noche, es posible que hubiera tomado la decisión de disculparse para volver al lugar donde conoció al Señor. ¡O sea, lo que se llama dar un buen paso! Cuando te sientes desanimado puedes, o bien regresar junto a Aquél que puede salvar, proteger y satisfacerte, o volver a lo que estabas haciendo antes de conocerlo a Él. ¡Lo último no es dar un buen paso! Pedro estuvo toda la noche pescando y no pescó nada. Por lo que tomó una buena elección.
Dios le dijo a la iglesia en Apocalipsis: Has perseverado” y has trabajado arduamente por causa de mi nombre y no has desmayado. Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, arrepiéntete y haz las primeras obras”. (Apocalipsis 2:3-5). ¿Se ha enfriado el amor que le tenías a Dios? Si es así, necesitas regresar al lugar donde primeramente lo conociste. Buscarle a Él nuevamente, como lo hacías antes de oír y ver... tanto; antes de que las presiones de esta vida te agoten. 
“Pero si estoy ocupado en la obra del Señor”, dices. Pero las obligaciones y la improductividad van de la mano, y lo impiden. Es posible parecer un santo en las cortes de Babilonia y ser negligente en las cortes de Sión. Jesús preguntó por tres veces a Pedro: ¿Me amas? Finalmente Pedro dijo: Señor, Tú sabes todas las cosas, Tú sabes que te amo. (Juan 21:17).  
Alguien dijo: “Tened cuidado con algo que compita con vuestra lealtad a Jesucristo. El mayor competidor de la devoción a Jesús, es servirle a Él”. Piensa en ello.

La comunión con Dios

Dios creó al hombre y a la mujer para que se relacionaran con Él. El tipo de comunión que disfrutaron al comienzo Adán y Eva con el Señor, es el mismo que estaba destinado para nosotros. Pero después de entrar el pecado en el mundo, todo cambió. La relación de intimidad que Dios quería tener con la humanidad se rompió, y esa dañada condición ha pasado de una generación a otra.

Pero, como sabemos, ese no es el final de la historia. Dios envió a su Hijo Jesucristo a morir en nuestro lugar, trayéndonos perdón por nuestros pecados y restaurando nuestra relación con Él. Por fe en Cristo, somos adoptados en la familia de Dios y pertenecemos a Él para siempre, tal como el Señor quiso que fuera originalmente. Y Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para relacionarnos con Él.

Pero ¿qué sucede si, después de ser salvos, no madura nuestra relación con Cristo? Podemos perder nuestro fervor inicial por el Señor, dejar de leer la Biblia y no asistir con regularidad a la iglesia. Lamentablemente, son muchos los que tratan de concentrarse en el Señor, pero dejan que los asuntos terrenales los distraigan. Mas quienes hacen de Jesús la prioridad de su vida, tienen una relación más profunda; una relación que va más allá de cualquier vínculo terrenal.

La comunión con Dios hizo que el alma de David quedara “satisfecha como de un suculento banquete” (Salmos 63.5 NVI). Pablo veía sus logros como si no  fueran nada en comparación con “la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús” (Filipenses 3.8). Acérquese al Padre celestial, y experimente la bendición de conocerlo.

¿Por qué permite Dios que les sucedan cosas malas a la gente buena?

Esta es una de las preguntas más difíciles en toda la teología. Dios es eterno, infinito, omnisciente, omnipotente, etc. ¿Por qué nosotros, como seres humanos (no eternos, ni infinitos, ni omniscientes, ni omnipresentes, ni omnipotentes), esperamos poder comprender plenamente los designios de Dios? 
El libro de Job diserta sobre este asunto. Dios le permitió a Satanás hacer todo lo que él quería a Job, excepto matarlo. ¿Cuál fue la reacción de Job? “He aquí, aunque Él me matare, en Él esperaré” (Job 13:15). “Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21). Job no comprendía bien por qué Dios había permitido las cosas que le sucedían, pero sabía que Dios era bueno y por lo tanto, continuó confiando en Él. Básicamente, esa debería ser también nuestra reacción. Dios es bueno, justo, amoroso y misericordioso. Con frecuencia nos suceden cosas que simplemente no podemos comprender. Sin embargo, en vez de dudar de la bondad de Dios, nuestra reacción debe ser de confianza en Él. “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5-6).

Quizá una pregunta más adecuada sería, “¿Por qué le suceden cosas buenas a la gente mala?” Porque Dios es santo (Isaías 6:3Apocalipsis 4:8), mientras los seres humanos somos pecadores (Romanos 3:236:23). ¿Quieres saber cómo ve Dios a la humanidad? “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta. Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios. Su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre. Quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos.” (Romanos 3:10-18).